El inicio a partir de mañana de la QE4, la cuarta ronda de "quantitative easing" por parte de la Reserva Federal de los EEUU cambia una vez más las reglas del juego.
Las operaciones, anunciadas de forma discreta e insistiendo en que no se trata de una QE, ascienden entre compras de letras del Tesoro y operaciones en el mercado Repo a más de cien mil millones (100 billones americanos) de dólares al mes y se espera que duren hasta mediados del segundo trimestre de 2020, con lo que podrían alcanzar el billón (trillón americano) de dólares.
Son cantidades que marean, y responden a las tensiones por falta de liquidez probablemente debido a las bajas reservas bancarias.
Lo llamativo es que, tal y como advirtieron algunos, las inyecciones de liquidez se vuelven cada vez más normales sin que respondan ya a una situación excepcional. Se han vuelto necesarias de forma preventiva y se demuestra que una vez inyectada, la economía no admite que la liquidez se retire.
Aumenta la presión para que el Banco Central Europeo realice sus propias operaciones de inyección de liquidez para estabilizar el maltrecho sector bancario encabezado por Deutsche Bank, y para evitar una fuerte revalorización del euro que perjudique a la economía. De hecho Draghi lo ha estado defendiendo de cara a su salida del ECB al tiempo que animaba a los estados a usar la política fiscal (gastar dinero o recaudar menos) dado que los tipos de interés ya están en negativo.
Si hace quince años nos hubieran dicho que los tipos de interés se quedarían clavados por debajo de cero, y que se inyectarían billones (trillones americanos) de dólares en el sistema de forma habitual absolutamente nadie se lo hubiera creído.
- Algunas consecuencias de la nueva ronda de liquidez de la FED se pueden extraer a partir de las rondas anteriores.
- No va a tener lugar un crack bursátil. La bolsa norteamericana probablemente siga subiendo.
- Las probabilidades de una crisis económica mundial en 2020 se reducen, aunque no desaparecen.
- La desigualdad entre los que acceden a la liquidez y los que no va a seguir aumentando. Es ya escandalosa.
- El petróleo debería subir de precio estimulando la producción. Aunque esto es tan peligroso para la frágil economía real que intuyo que manipularán el precio a la baja vía reducción de la demanda para dar la impresión de que hay más petróleo del que se necesita. Un petróleo a 100 $ barril no es asumible por la economía actual ni siquiera con un dólar débil.
- El oro debería bajar al reducirse el miedo.
Se resume en lo de siempre. Don't fight the FED.
Otras consideraciones: Los que advertían en los años 80 que el incremento continuado de la deuda no podría sino traer graves problemas de insolvencia generalizada terminaron teniendo razón, pero tardaron 30 años. La solución dada de aumentar la masa monetaria muy por encima de lo que han aumentado los recursos y la productividad supuso emprender un camino que solo puede desembocar en problemas muchísimo más graves. Las cosas evolucionan cada vez más deprisa y la inevitable crisis monetaria de proporciones inimaginables que nos aguarda en el futuro podría no esperar a la siguiente generación. Casi nadie es consciente ya de que la riqueza no es dinero. El dinero es una fantasía que se sostiene solo porque creemos en él, y las acciones de los bancos centrales tarde o temprano sacudirán esa creencia. No es descartable que nos dirijamos a una crisis monetaria como el mundo jamás ha conocido.
Y la otra consideración es que la economía real no responde bien a las inyecciones de liquidez. Si lo hiciera Japón no habría tenido una economía estancada durante décadas. Y la economía de Japón es extremadamente fuerte porque son un pueblo trabajador, productivo y ahorrador. Las inyecciones de liquidez no protegen a nuestra economía de entrar en crisis. Cada vez que se aplican el subidón es menor y la resaca mayor. La nueva ronda de liquidez no debería estimular mucho la economía, solo debería hacer que lo que es insostenible se sostenga un tiempo más. Y el día que las inyecciones de liquidez no tengan un efecto positivo nos encontraremos con un problema entre manos que probablemente sea irresoluble. ¿Ha llegado ya ese día? Esperemos que no.