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Lo reconozco y vaya por delante para que nadie me acuse de ello.

El fenómeno mediático del fútbol me aburre. Me aburre soberanamente. Me aburre tanto que yo soy uno de esos varios millones de españoles que prefería pasear por la calle a la hora en la que España jugaba los partidos del Mundial en vez de estar pegado al televisor (evitando sufrir de lo lindo, dicho sea de paso). Me aburre tanto que, simplemente, lo evito siempre que puedo. Cuando acudo a una fiesta o reunión me voy a la cocina o al patio a jugar con los niños y charlar con el grueso de las mujeres aún no abducidas No tolero las caras de los que permanecen embobados delante de una pantalla que presenta a 22 tíos en calzoncillos, muy bien pagados por cierto, pegándose patadas por una pelota. No me caen mal los que pican, me da lástima que pierdan tantas horas de su vida en eso.

Incluso he dejado de ver las noticias nacionales, en parte porque cuentan demasiadas milongas, pero sobre todo porque no tolero que ocupen veinte minutos en cada edición hablando del color de los calzoncillos de CR9. O CR10 o lo que sea, ni me acuerdo. A veces el telediario se limita a hablar sólo de fútbol salvo los cinco minutos dando la coba sobre la eterna cuestión catalana. Yo, como español de cultura media, me siento insultado por este intento de inundación de nuestros cerebros con narcohipnóticos promovidos por el gobierno.

Por supuesto no critico el deporte ni el ejercicio del mismo, tampoco que se mantenga una afición sana y un "amor" a los colores para sentirte identificado con la comunidad que te rodea a través del deporte. Pero recapacitemos: ¿es hoy día el fenómeno del fútbol sano? Yo creo que tal y como lo han montado, y sobre todo tal y como lo están manteniendo, está haciendo un daño terrible a la sociedad por donde más duele: nuestro cerebro.

Existe todo el fenómeno mediático que rodea a este negocio que mantiene el cerebro de los españoles bien lavado y entretenido en pensar en imbecilidades, como el corte de pelo del último fichaje del Madrís o si las zapatillas de Messi aprietan el juanete. Pero los poderes nacionales, sean del color que sea, están muy interesados en mantener el circo nacional bien engrasado para que no cometamos el error de disponer de nuestro tiempo, no nos vaya a dar por pensar más de la cuenta.

 

 

Muchos se quejan de que los espacios del corazón, que en realidad son programas donde se sacan los higadillos a personas que ya no son ni famosas pero viven de eso, son la telebasura por excelencia, el comecocos nacional y el entretenimiento que mantiene al público, mayoritariamente femenino, en la parra mental. Y que tales programas no deberían ni emitirse. Pero yo discrepo en parte.

Si hay un comecocos a nivel nacional ese es el negocio "der fúmbo". No se trata sólo de que haya partidos ya todos los días, que se llenen espacios útiles de radiodifusión contando como el último fichaje se ha hecho la depilación a la cera o que se robe una buena porción del telediario y esté ocupando las horas del pensamiento de millones de personas (que, si se pararan a pensar, igual hasta demandarían cambios, ¡peligro!), sino que encima tenemos que ver como hace de un diario monotemático el más leído del país. Es una vergüenza nacional que el diario más leído no sea generalista o cultural, sino supuestamente "deportivo" (aunque salen más fotos de las novias de los futbolistas que de los goles). El fútbol como negocio levanta con una facilidad pasmosa, sus estadios ocupan los mejores sitios de las ciudades, los días de partido todo vale, los gorrillas aparecen de la nada para sisarte, todo el mundo aparca donde quiere mientras la poli hace la vista gorda y el ruido, el botellón y la juerga nocturna campan a sus anchas.

Para colmo, el fútbol es un negocio quebrado y rescatado por todos los españoles en su conjunto.

Y es que el negocio de la tele "corazón+higadillos" es, al menos, sostenible desde el punto de vista económico. Que yo sepa el programa mierder del infame Jorge Javier es rentable, se emite desde una cadena privada (cuyo grupo da unos buenos dividendos en bolsa, por cierto) y paga puntualmente a sus trabajadores y salda sus deudas. Que yo sepa, Gran Hermano no debe nada a Hacienda ni está en deuda con la Seguridad Social.

Pero el fútbol no. El fútbol en España es una ruina que financiamos todos los españoles para mantener en el limbo mental, en el matrix futbolístico, a millones de mentes cándidas que de otra forma darían problemas al ponerse a darle al coco.

No exagero si digo que mido la reputación de los ciudadanos de un país en función de la importancia que le den al fútbol.

 

El primer aviso moderno del mamoneo financiero en que nada el comecosos del fútbol hispanistaní lo tuvimos con la conversión de los clubes de fútbol a las famosas S.A.D., Sociedades Anónimas Deportivas. Aquello fue un invento muy exitoso que fue creado a través de la Ley 10/1990, de 15 de octubre, del Deporte. Se supone que el espíritu de la Ley (voy a ser bienpensando y creer que el legislador era un señor bienintencionado) pretendía mejorar la transparencia económica y jurídica de las empresas que operaban en el mundo del deporte profesional en España y abrir la puerta a posibles salidas a bolsa de dichas sociedades. Sin embargo, desde la fecha de promulgación de la Ley hasta ahora no se ha producido la salida a bolsa de ninguna sociedad anónima deportiva. Mientras clubes serios europeos como el Liverpool o el Bayern de Múnich cotizan en bolsa y tratan de ser competitivos, ningún equipo español ha dado el salto al parqué.

Es normal, ¿qué inversor va a poner su dinero en una ruina? Bueno, los amantes del equipo de sus amores, del color que inflama sus corazones, sí que invierten en la ruina animados por soflamas demagógicas, es decir, las que tocan las emociones. Todos tenemos nuestro punto débil en el corazoncito.

 

 

Porque eso fue lo que pasó. Clubes que se habían endeudado en exceso o se habían lanzado a una loca carrera de fichajes en los años ochenta y noventa sin poder pagar tales dispendios se convirtieron a Sociedades Anónimas Deportivas. Todos los clubes de primera se convirtieron a S.A.D. excepto los de posición financiera robusta que no habían dado pérdidas por sistema los últimos años, es decir, Madrid, Barça, Osasuna y Athletic. La Ley impuso la obligación de convertirse en S.A.D. a todas aquellas entidades que participaran en las competiciones que la propia Ley considera como profesionales, concretamente, 1ª y 2ª división de fútbol y la ACB de baloncesto, y que hubiesen tenido pérdidas en los cuatro ejercicios anteriores. Es decir, obligó a recaudar dinero entre los aficionados a aquellas entidades ruinosas, el 80% entonces. Eso sí que es socialización de pérdidas. Y demagógica para más señas.

En la actualidad se puede decir que la reconversión de los clubes deportivos de Fútbol en S.A.D. ha sido un total y absoluto fracaso. En 1992, la deuda de los equipos profesionales era de 172 millones de euros y se enjugó gracias a la entrada de millones de forofos, digo accionistas, en el capital de las S.A.D. Actualmente la deuda asciende a más de 3.500 millones de euros y si la mayoría de los clubes de fútbol no están quebrados es porque se hace todo lo posible para darles cancha.

Cualquier empresa que estuviera en la situación en la que se encuentran la mayoría de los clubes de fútbol habría sido llevado ipso facto a las instancias judiciales mercantiles para solicitar el concurso de acreedores.

Pero no, los clubes de fútbol no. Tienen licencia en este país para hacer barrabasadas a costa del erario público y privado.

Es esencial, prioritario y de la máxima importancia que el lavacerebros nacional siga funcionando. Si para ello hay que mantener a raya a los inspectores de Hacienda, se hace. Si hay que aplacar al fisco, se hace. No es sino la potestad de Hacienda para embargar los pagos relevantes que reciben los clubes (taquillas, fichajes, derechos de TV, acuerdos de publicidad...) lo que ha facilitado que la deuda se haya reducido (algo) en los últimos años. El informe del economista Gay de Liébana es diáfano al respecto:

Los números han mejorado, pero el endeudamiento sigue siendo brutal.

 

Insisten desde Hacienda en que los equipos de fútbol españoles incumplen sistemáticamente los acuerdos de aplazamientos o los fraccionamientos de pago alcanzados con la institución, lo que conlleva importantes retrasos en el abono de las cantidades adeudadas. Desde hace dos años, Hacienda ha intentado frenar ciertos desmanes que, en las últimas temporadas, se habían convertido en norma dentro de los equipos españoles. Díganme a que empresas se les permite eso... De toda la deuda que acumulan los clubes, 564 millones se adeudan a Hacienda.

Los equipos españoles reaccionaron a medias, esto es, empezaron a cambiar ciertas actitudes y se mostraron más receptivos con los cambios, frenaron algunos desmanes, pero no aceleraron el pago de la mayoría de los retrasos. Mientras tanto, muchas de estas instituciones siguieron fichando jugadores a precios mayores que los aconsejados. También siguieron con una política salarial que Hacienda veía desmesurada. Incluso varios equipos han descendido de categoría, como marca la Ley del Deporte de 1990, o se han visto seriamente amenazados a ello.

 

Miles de aficionados del Murcia (podría haber sido en cualquier otra ciudad española con estadio) manifestándose por un trabajo digno, la reducción del desempleo juvenil, la subida salarial generalizada y protestando contra la corrupción entre la clase política española... ¿no es así?

 

Llegados a este punto, el Fisco, harto ya de años y años de abusos, amenaza con "cerrar" algunos clubes que siguen sin cumplir estos plazos, algo que ha provocado el enfado de la LFP. A pesar de que Hacienda ha hecho encaje de bolillos, dado que el comecocos nacional es prioritario para anestesiar la reacción ciudadana ante los abusos de todo gobierno, incluso dando unas facilidades de pago de la deuda que ya querría una empresa ordinaria para sí misma, La LFP ha tenido la pachorra de acusar a la Agencia Tributaria, por boca de su presidente, Javier Tebas, de querer liquidar los clubs de fútbol.Con un par.

Hagamos apuestas, sabiendo que la mayoría de la deuda de la Primera División la acumulan sólo cuatro clubes que, casualmente, son los más grandes, (El Atlético de Madrid con 542 millones, es el más endeudado, seguido muy de cerca por Real Madrid con 540 millones y Barcelona con 490 millones. A continuación, Valencia con 380 millones de euros.) y sabiendo que la mitad de los ingresos por derechos de televisión va para el duopolio Madrid-Barça ¿cuántos clubes creen que va a "cerrar" Hacienda? Ya se lo digo yo...

Ningún club va a cerrar mientras tenga la capacidad de aborregar a grandes masas.

A lo largo de la temporada 2012-2013 pese a disponer unos ingresos de 1.718 millones en la pasada temporada, la Liga continúa engordando el agujero, con unos gastos estimados en 2.100 millones. Este déficit anual de cerca de 400 millones de euros está siendo financiado por todos los españoles con el único objetivo de mantener anestesiada a una gran porción de la población en un clima de pax social que haría avergonzarse a los mismísimos directores de los laboratorios de Un Mundo Feliz. por el uso masivo de hipnopedia a través de los norcotizantes medios de comunicación.

Háganse un favor a sí mismos y contribuyan a la sensatez de su país. No fomenten este circo demencial. Procuren que sus hijos crezcan libres, con criterio y espíritu crítico. Enséñeles el amor al deporte, no al negocio deportivo subvencionado con nuestro esfuerzo. No inculquen "el amor a los colores". Regale libros en lugar de bufandas y vuvuzelas y apague la tele.

Y de más está decir que si se aproximaran ampliaciones de capital y nuevas conversiones, está demostrado que ser accionista de un club de fútbol es un negocio muy poco interesante. Sin liquidez, sin dividendos, con pérdida de capital nominal. Una joya, vamos.¿Desea invertir en emociones?

 

Disclaimer: Este artículo pretende llamar la atención sobre el curioso fenómeno de que un gobierno democráticamente elegido y que se supone debe buscar la mejor educación de sus ciudadanos, opte por fomentar el aborregamiento de los mismos utilizando un fenómeno de masas escudándose en el deporte y pasando la mano ante los problemas financieros creados a la Hacienda pública. En ningún momento se ha pretendido herir las sensibilidades de ningún forofo o hincha de ningún club de fútbol español. Si te gusta el fútbol te recomiendo que sigas yendo al Estadio o viendo los partidos por la tele. Pero a partir de ahora, y tras la lectura de estas líneas, serás un poco más consciente de que cada segundo que le dedicas a tu entretenimiento tendrás menos tiempo para vigilar cuando te la meten doblada tus gobernantes. Y me alegro mucho de haber creado esa inquietud en tí, ese y no otro era mi sano objetivo.

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  1. #24
    02/10/14 11:12

    Hola:

    No me he leído todos los comentarios, pero si dos veces el artículo. Y lo suscribo al 100%.

    Añadiría (que no corregiría, puesto que creo que no hay nada que corregir, está genial) que además, para aquellos que no están con el fútbol, están con otro teatro, del bueno: la política. Basta ver cómo se está promocionando el tema del nacionalismo en estos momentos.

  2. #23
    stone22
    01/10/14 21:26

    El día en que Alemania ganó el último Mundial casualmente me encontraba en Berlín. En el lugar en el que me alojaba había un bar al que bajé para tomar una cerveza mientras veía el partido. Había un gran ambiente y se celebraron los goles y la victoria por todo lo alto. Ahora bien, fuera, en la calle, absolutamente nada. Ni un claxon, ni un grito, ni gente por la calle haciendo el tonto, nada. Había que respetar a los que no les interesa el fútbol. Si hubiera llegado al día siguiente ni me habría enterado de que Alemania había ganado el Mundial. A lo sumo se veía algún coche con banderitas alemanas. Sin duda, están menos idiotizados que nosotros.

    Muy buen artículo.

  3. #22
    25/09/14 12:05

    Bueno, se trata de un artículo muy amplio y algo pesimista; como se escribe por aquí, el ser humano necesita una distracción, que le compense de tantas dificultades que se encuentra a medida que va creciendo y enfrentándose a las dificultades vitales.

    Hay algo que me llama la atención el artículo por su incongruencia aparente. Cuando se va a una fiesta no es muy común que la gente se dedique a ver la televisión, ni con futbol ni con ningún otro espectáculo, supongo que se suele ir a comer, beber y charlar u oír música, pero no a ver tele.

    El tema de los dineros que se lleva el fútbol, es cierto que los clubs tienen mucha deuda aunque cada vez menos, pero no es menos cierto que también engrosan las arcas de Hacienda de forma abundante, no hay mas que ver el dinero que dejan los traspasos de futbolistas a y desde los clubs mas importantes. No digamos el dinero que se mueve con los encuentros entre clubs de todo el mundo, se lo pueden preguntar a los hosteleros de los aledaños de los campos.

    Por otra parte el fútbol es una semillero de negocios de todo tipo, ya que a los palcos de los estadios acuden importantes empresarios de actividades diversas y se contratan bastantes inversiones.

    Resumiendo, creo que el fútbol no es solo el opio del pueblo, mueve mucho negocio y no es negativo para el país.

  4. #21
    24/09/14 21:41

    ¡Bravo Solrac!
    Opino exactamente lo mismo que tú, pero muchas veces ni hablo en público sobre ello, es políticamente incorrecto.
    Yo también he dejado de ver los telediarios, ya no sólo es la media hora de fútbol, es que el resto de ¿noticias? son vídeos de gatos sacados de youtube o entrevistas a los paisanos sobre el calor que hace en la calle. O el panfleto recién llegado por email de la sede del partido. Me arde la sangre cuando pienso que mis impuestos se gastan en esos medios de adormecimiento y aborregamiento de masas.
    Por cierto, yo tengo otra regla, nunca gastar más tiempo y energía viendo a otros hacer deporte que practicándolo yo. Si los españoles hicieran esto entre las horas de Nadal, el Madrid, Alonso, Gasol, las motos, el mundial,... iban a ponerse más fuertes que un bombero, les iba a quedar poca tensión que liberar gritando en el estadio.