Llevo unos meses reflexionando sobre cuál va a ser el futuro de la economía española debido a que me planteo grandes cambios en mi vida y en las de mi familia. Como no termino de realizar una foto fidedigna del escenario que quiero construir, escribo un artículo en este blog para ayudarme a pensar. Vaya por delante que no soy economista y que mis conocimientos de macroeconomía se limitan a lo aprendido en un par de asignaturas en una carrera técnica y a mi autoformación. Sin embargo creo que compartir estas reflexiones con ustedes puede enriquecer a ambas partes, a pesar de que no creo que diga nada nuevo.
Creo que España ha entrado a partir de 2013 en un nuevo y estable paradigma económico que se va a mantener bastantes años. Este paradigma es triste, casposo y cabreante. Pero poco podemos hacer por no entrar en él.
Se puede definir de forma bastante clara un periodo económico en la historia de España que ha podido durar unos 25 años, más o menos desde la salida de la crisis de los años ochenta o la entrada en el Mercado Cómun (1983 -1986) hasta llegar a una fase de transición, conocida ya como Gran Recesión que dura unos 5 años, desde 2008 hasta 2013. Hasta principios de los años ochenta España era un país razonablemente industrializado, de alta natalidad, bastante ahorrador, con capacidad de competir internacionalmente vía devaluaciones para hacer frente a las crisis, que investigaba en corregir los flancos débiles (como la dependencia energética o la formación universitaria) y que intentaba y conseguía modernizarse para aspirar a colocarse a la altura de sus compañeros europeos. En los años ochenta la situación se acelera y empezamos a creer que somos ya europeos, la celebración de los fastos de 1992 nos catapultan al optimismo y tras una "leve" crisis en 1993 empezamos a sentirnos parte del club y a creer que podemos competir con el mundo en calidad, innovación y buen hacer. Y lo creíamos porque era posible, no porque fuéramos tontos. Los españoles fuimos capaces de ello.
Pero la jodimos.
A finales de los noventa con la unión monetaria comienzan a entrar grandes cantidades de dinero que alimentan la burbuja inmobiliaria, como magistralmente narra Claudio Vargas en un más que entretenido relato. El resto de la historia ya la conocen. A partir de 2008 se estropea prácticamente todo, la deuda pública se desboca, el desempleo se dispara y el país se hace cada vez más pobre. A partir de aquí se maneja de forma generalizada un pronóstico para esta década (y puede que más allá) que consiste en una lenta pero efectiva recuperación macroeconómica que poco a poco nos lleva a mejorar como país.
Pero, ¿Qué significa la frase recuperación macroeconómica para los ciudadanos de a pie?
Creo que podemos ilustrar lo que nos espera con un condensado de lo que llevo observando los últimos meses. Sólo algunos datos:
1) Salarios cada vez más bajos.
Creo que este análisis de idealista ayuda a ilustrar lo que está pasando en España.
El salario más frecuente (en estadística: moda) en 2010 fue de poco menos de 16.500 €, y la media estuvo en 22.790€. Pero es que el salario medio apenas aumentó en los años de bonanza. En 2002 eran 19.802,45 €, en 2004 bajó a 18.182,44 y justo antes de la crisis, en 2006, estaba en 20.234,1. A todo esto ya sabemos como subió la inflación (y los precios de las viviendas que no entraban en el cálculo del IPC) durante estos años. El trabajador medio español perdió mucho poder adquisitivo durante los años de bonanza aunque pensaba que era cada vez más rico debido al precio de su vivienda.
Pues bien, según las últimas notas de prensa publicadas por el INE, el salario más frecuente bajó de 2010 a 2011 nada menos que a 15.500 €, 1.000 € menos de un año a otro. Es decir, el pico de la gráfica se está desplazando hacia la izquierda de forma acelerada. El salario medio queda prácticamente igual (22.900 €) y sospecho que es por la tendencia de que la población situada en los tramos salariales altos cada vez ganan más (Directivos y mandos medios entre otros). Es decir, a mi juicio se está produciendo un aplanamiento de los tramos salariales medios. O si lo queremos ver de otra forma, la población considerada otrora como clase media cada vez tiene menos renta disponible.
La clase media está desapareciendo de forma acelerada.
2) Las grandes empresas ya arrojan beneficios de forma generalizada.
No incluiré ningún enlace que lo demuestre porque esto lo ven a diario. El Ibex está despendolado, ha superado los 9.000 y hasta analistas de la talla de Llinares consideran que estamos ya en tendencia primaria alcista. No se trata de un hecho aislado en España, ocurre algo muy parecido en otros índices europeos. Hasta hace bien poco me resistía a creer que esta subida fuera sostenible, salvo por la posibilidad, y lo dejé por escrito, de que el divorcio entre rentas de capital y rentas de trabajo fuera a más.
A la vuelta a los beneficios de las grandes empresas ayuda mucho que la prima de riesgo haya bajado a niveles soportables (en torno a los 250) y por tanto se perciba un riesgo país menor. El hecho de que el temible carry trade acumulado, fenómeno auspiciado por el BCE para que los bancos españoles compren deuda soberana como si no hubiera un mañana, sea lo que mayormente sostiene las compras de deuda pública (vuelvo a recomendarles el artículo de Caludio Vargas) me pone los pelos como escarpias, pues indica que la situación no es sostenible a largo plazo y la palabra quita planea amenazante como un buitre al mediodía. No obstante,esto ayuda a las empresas a financiarse a intereses asequibles y parece ser que hasta el Estado se animará a considerar emitir deuda a larguísimo plazo (hasta 50 años). A veces miro a España y veo a Japón...
De la calle me llega la información de que las grandes empresas ya mueven números verdes aunque entre las medianas y las pequeñas la cosa va más retrasada o directamente no va. Parece ser que los crecientes salarios chinos y la decisión de su gobierno de orientar su producción preferentemente a satisfacer el mercado interno ha limitado la presión de las exportaciones asiáticas y eso permite a las empresas tradicionales españolas consideradas antes como muertas (textil, calzado, juguetes...) volver a florecer. Eso sí, los empleados cobran bastante menos. Es decir, siendo muy osado en el análisis, parece que España vuelve a industrializarse, pero compitiendo en precios y no en calidad o innovación, que era lo que esperábamos conseguir hace veinte años.
3) Las nuevas generaciones de titulados emigran de forma masiva.
Por ejemplo, en las facultades de la rama sanitaria se puede decir sin ánimo de exagerar que se está produciendo un auténtico éxodo. De las facultades de Odontología y Enfermería saen egresados que, en sus cuatro quintas partes, emigran al poco tiempo, sobre todo a Reino Unido, pero también más lejos. Ingenieros, médicos, arquitectos, abogados... Generaciones enteras de nuevos graduados emigran y se supone que esto ayudará a rebajar el paro, que parece endémico, y aumentar las remeses en un futuro. Personalmente recomiendo a estos jóvenes que no piensen en volver antes de diez o quince años.
4) Los fondos buitre compran lotes enteros de casas.
Si existe una compra generalizada de inmuebles de forma masiva a precios de saldo entre fondos americanos especializados como Blackstone, es síntoma de que las cosas volverán pronto a un cauce. Y nótese que digo UN cauce, no a SU cauce. Que grandes inversores se animen a comprar en España puede ser considerado como una buena noticia. Pero preferiría que se animaran a invertir los millones en modernizar fábricas y procesos, en empresas innovadoras o en dar uso a infraestructuras infrautilizadas. En lugar de ello, compran ladrillo a precio de saldo.
Que quieren que les diga. No es el tipo de inversión que me gusta recibir. Esto es especulación, no inversión. Supone que España ha pasado de convertirse , para los inversores internacionales, de un país que es bueno para hacer negocios a un un país que es bueno para pegar pelotazos. Mientras, los compatriotas que pegaban pelotazos hoy están hundidos por el peso de las deudas y rezan para que estos fondos les compren sus embargadas propiedades a precio de saldo.
5) Imponderables y futuribles varios
Lo que nadie sabe que va a pasar pero planea sobre nosotros, como una quita de deuda pública que por supuesto asumirá el contribuyente o una nueva subida de impuestos generalizada para hacer frente al déficit desbocado (¿IVA al 23% y luego al 25%? ¿por qué no?). A pesar de querer pensar en positivo, no veo demasiadas señales de mejora en un futuro para el ciudadano medio (otra cosa son las rentas de capital, ojo)
Conclusión
No me hacen falta más señales para dibujar un panorama sombrío para la clase media, de lo que será España en un futuro. Otras variables, como déficit público desbocado, deuda pública asfixiante, clase política despreciable, justicia paralizada, dependencia energética brutal, educación y sanidad progresivamente peores, no hace sino reforzar mi punto de vista.
Creo que la España de dentro de cinco o diez años será una economía basada en servicios oprimida por el peso de la deuda pública y el déficit, impuestos más allá de lo nórdico (el trabajador medio paga más impuestos en España que en Suecia hoy día), balanza de pagos positiva basada en el turismo clásico y la exportación de productos básicos con poca tecnología o tecnología extranjera (como los coches), salarios deprimidos (el mileurismo será un lujo), derechos laborales deprimidos, paro endémico superior al 20%, menor renta per cápita, pensionistas cada vez más pobres y servicios sociales cada vez más deficientes. Se ha producido lo que se llamaba una argentinización de la economía. Creo que el escenario que describía Niño Becerra, tan criticado él y tachado de optimista, se está cumpliendo a rajatabla.
Pero sin embargo, y frente a esta depresión o estancamiento generalizado de las rentas del trabajo, vemos que las rentas del capital viven una resurrección que las lleva a florecer más que nunca. Las grandes empresas españolas y las exportadoras de productos básicos tirarán del carro basadas en salarios modestos mientras seguimos dentro del eero sin posibilidad de devaluar todo el país en lugar de sólo a su clase media.
La clase media tenderá a desaparecer, ya lo está haciendo. Y en el plano que me ocupa, el energético, no me resulta descabellado que en pocos años importemos energía por el doble del importe actual (casi 50.000 millones €/año en 2012) a pesar de que consumamos menos debido a que las industrias intensivas en energía tardarán mucho en recuperarse.
Nunca debieron gastarse el dinero en educarme con valores nórdicos para a continuación ofrecerme una estructura económica más parecida a la marroquí, porque era evidente que algún día me percataría de que existe un divorcio entre rentas del trabajo y rentas del capital y no habrá reconcilación posible para esta pareja en muchos años. Ignoro si esta situación la ha provocado el neoliberalismo rampante, la Merkel o los amos del mundo, pero veo muy pocas señales de que se dé la vuelta.
Con este panorama en mente no veo otra posibilidad que poner a mi optimismo a trabajar y luchar por tener una vida digna para mí y mi familia. Dado que no poseo fincas, empresas ni pertenezco a la casta, sólo me queda emigrar a un país decente donde traten al trabajador formado cualificado de forma digna, les importe realmente cuanta energía importan y si ensucia al utilizarla, y mis hijos puedan adquirir una educación de calidad y formarse como verdaderos ciudadanos modernos, y no súbditos.