Siemens ha hecho público estos días un informe que ha titulado “Un año después de Fukushima. El camino de Alemania hacia una nueva política energética”. Y lo primero que recoge el informe es una frase de Michael Süß, director general del Sector Energía y miembro del Consejo de Administración de Siemens AG: "La transición hacia una nueva política energética es el proyecto del siglo para los alemanes. Es justo lo que hay que hacer, y es factible. Pero, en términos de implementación, la mayor parte del trabajo está por hacer. Lo apretado del calendario y la expansión de la red son los mayores desafíos. Y otros países están observado de cerca cómo se enfrenta Alemania a estos retos”.
Siemens puede ser la mayor ingeniería del mundo. Fundada en 1847, se trata de una de las empresas multinacionales de origen alemán más importantes y de mayor capitalización de la bolsa de Frankfurt. Produce un número ingente de patentes al año (unos 40 inventos al día) y emplea nada menos que a más de 400.000 personas. En comparación, su directo competidor francés Alstom emplea a 69.000, y el gigante automovilístico de Múnich BMW a menos de 100.000. Siemens es quizás la multinacional europea con más influencia. Por todo esto me ha llamado la atención este anuncio tan categórico.
Y es que una parte importante del negocio de Siemens se basa en generación de potencia eléctrica y reactores nucleares. No debe ser fácil renunciar a una parte de tu negocio cuando tantas personas dependen de ello. ¿Realmente es tan poderosa Angela Merkel como para tumbar una parte de las cuentas de Siemens? Lógicamente, no parece que Siemens renuncie así como así a no ser que se cumpla la premisa de que exista una ventaja competitiva en ello. La secuencia de los hecho parece ser la siguiente:
1. Merkel anuncia poco después de la catástrofe de Fukushima que Alemania renuncia a la energía nuclear. El Bundestag lo ratifica en Junio de 2011 por amplísima mayoría (513 votos de los 600 emitidos). La medida va a acompañada de un paquete de decisiones de desarrollo aún más veloz en materia de ahorro energético y energías renovables.
2. Siemens anuncia en Septiembre que se suma a la decisión del Parlamento y renuncia a la energía nuclear. Y ojo, no sólo abandonan la tecnología nuclear, digamos los reactores nucleares que son el núcleo de la cuestión. Además de ello, y he aquí el hecho rompedor, no quieren involucrarse en la construcción de centrales ni en la financiación de las mismas, ni en Alemania ni en ningún otro sitio. Confieso que este anuncio me llamó mucho la atención. ¿Cómo reaccionaria una empresa diez veces más pequeña que Siemens en España si el Parlamento aprobara "cargarse" una parte de su negocio? ¡No quiero ni imaginarlo! En lugar de hacer presión o lobby sobre Merkel, la empresa asume las tesis votadas mayoritariamente por el Parlamento aleman y se molesta en cambiar de negocio. ¿por qué?
3. Siemens opina que el cambio de política energética es el "proyecto del siglo para los alemanes". Es decir, parece ser que la empresa ve más nicho de mercado en cambiar hacia un nuevo modelo energético que permanecer anclado en una tecnología dela que los alemanes desconfían. Por decirlo de forma muy clara, ven más oportunidades en desarrollar las renovables que la nuclear.
Y tampoco trabajarán en nucleares en el extranjero, para lo cual no creo que cuente con inconveniente alguno de los políticos alemanes. Siemens, simplemente, no cree que la opción nuclear sea sostenible y ve más ventajas en abrazar un modelo de negocio energético distinto.
El tiempo dirá si Siemens, y toda Alemania en realidad, ha acertado. Por lo pronto emplea su amplio conocimiento en turbinas para desarrollar potentes modelos de aerogeneradores marinos de hasta 6 MW en competencia directa con Alstom, una compañía francesa muy buena que, por otra parte, cuenta con una administración nacional claramente pronuclear, la antíteis de la opción alemana.