Hay muchos errores que podemos cometer a la hora de invertir, pero de todos ellos, los que son más comunes son los de tipo conductual. Las finanzas conductuales estudian las posibilidades de obtención de rentabilidades a partir del uso de la psicología humana. En principio los sesgos que tenemos las personas se trasladarían en el mercado a la hora de comprar y vender activos, lo que daría lugar a imperfecciones de mercado, que permitirían que a partir de astucia consiguiéramos más plusvalías. El problema no reside en si las finanzas conductuales tienen aplicación o como la pueden tener (cosa en la que creo firmemente) sino que en la mayoría de ocasiones somos nosotros los que terminamos “haciendo el primo” y ser peores que la masa que dirige el mercado.
Todos estos sesgos y experiencias se definen en el Efecto Certeza: la mayoría de las personas preferimos ganar algo sin riesgo, a poder ganar mucho asumiendo un riesgo. Y es por este motivo por el que solemos tardar mucho en vender bajo pérdidas dejando pasar el tiempo y algo nos impulsa a vender a la que conseguimos un 1€ de revalorización. Y es que ya se dice, que lo mejor que se puede hacer en bolsa muchas veces, es no hacer nada.
Mi caso personal
Mi mayor error está siendo este último. Durante el último año he usado métodos de cálculo en Excel a partir de análisis DCF con los que he atribuido un valor intrínseco a activos que he comprado, los cuales se encontraban normalmente con un descuento aparente muy grande. El problema ha estado que en muchas ocasiones y en un mercado alcista como el de los últimos meses, viendo revalorizaciones del 10,15 o 20% se hacía difícil psicológicamente mantener la posición.
- Iberdrola: la compré a 6,30 y aunque la proyección era a la alza (pienso que es la mejor blue chip española) a 7,65 me quemó en las manos y decidí desprenderme de ella para colocar el dinero en “otras opciones más atractivas”.
- Disney: la compré en enero por 106$, sabiendo que podía valer mucho más. Me desprendí de ella en 137$. Algo de lo que ya me arrepiento.
Ambos son valores que no debería haber vendido, porque así lo reflejan sus crecientes cotizaciones y porque las evaluaciones que hacía de ellas eran mucho superiores. En otra ocasión me forzaré a:
- Valorar que alternativas de inversión tengo: realmente son tan buenas?
- Actualizar el análisis DCF para ver si ha habido variaciones en el valor intrínseco.
- Aguantar estoico como una roca y tal vez dejar de consultar las cotizaciones 1.000 veces por día.
Por otro lado, y aunque en general, no tengo problemas por cortar pérdidas. Ha sido con Telefónica con la que estoy perdiendo dinero y oportunidades. No tenglo claredad en que el valor vaya a recuperarse a partir de mejoras por parte de la empresa, y aún así no me he atrevido a vender las acciones en detrimento de valores MEJORES; un sinsentido por el sesgo humano. Compradas a 8,40 y esperando a que fuera pionera en el 5G y la nube, fue una mala decisión de la que aún no cojo fuerza para salir. Y es que el dicho popular dice, que hasta que no vendes no pierdes... Ilusos todos.
Si eres de los que comete este error:
- Comprueba que tu tesis y DCF es correcto.
- Si buscas rentabilidades a meses vista, coloca un stoploss.
- Ármate de valor.
En el caso de Telefónica, no veo posibilidades de revalorización por fundamentales, por lo que esperaré a que vaya a la parte superior del canal en el que lleva meses encallada, para vender.
Estoy seguro de que tenéis muchos ejemplos en que os ha fallado la psicología a la hora de comprar-vender en bolsa y que esto os ha supuesto algún problema. En mi caso, fue de aplicación conductual, mi operativa en Natra en enero. Sigo aguantando allí y veremos como queda la situación.
Tenéis algún caso semejante?
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