Feliz Navidad rankianos. Hoy nos inunda el agridulce sabor de un espíritu navideño con el amargo saber de la existencia de millones de pobres que la crisis financiera ha causado. Es tiempo de pensar en cómo ayudamos a los pobres de nuestros propios países.
Este post trata acerca de formas ad hoc de tener espíritu navideño, y la manera en que lo que tu hagas puede hacer una gran diferencia, si te deshaces del concepto anglosajón de la navidad.
El concepto anglosajón
Hollywood nos vende un sueño de navidad con Santa Claus y regalos, que es una versión bastante desvirtuada de la navidad. Para los anglosajones combatir la pobreza y el hambre es darle donaciones o limosna al pobre, darle un pescado al pobre para comprar una conciencia tranquila.
La sociedad anglosajona se ha vuelto laica, y ha reemplazado Christmas por Xmas, de modo que se borra a Cristo del nombre de la navidad. En otras sociedades se celebra la natividad, el nacimiento de Jesús o dicho de otra manera el cumpleaños del niño Dios, y se le dice a los niños que el niño Dios le trajo los regalos, de modo que al crecer se entiende que en efecto Dios fue quien trajo los regalos por medio de papá y mamá, de modo que no hubo engaño, pues el niño Dios existe en forma simbólica y arquetípica en el cosmos. Pero en la sociedad anglosajona han recurrido a la mentira orweliana incluso en una cosa tan sencilla como el cuento de Santa Claus, y algún día se darán cuenta los niños de que sus padres les mintieron y aceptarán la mentira innecesaria como algo legítimo.
Santa Claus como lo conocemos hoy es un personaje reinventado gráficamente por Coca Cola en 1931 (Coke Lore). La navidad en el mundo anglosajón es acerca de ir y gastar dinero para demostrar amor con cosas, y no dar regalos es falta de amor, lo cual obliga a gastar por compromiso social. Santa reemplaza al niño Dios.
La gente pasa mucho tiempo pensando cosas como la manera de hacer que Santa entregue regalos a todos los niños del mundo, en lugar de reencontrarse a si mismos, establecer propósitos para el año nuevo y recordar un poco al personaje bíblico. La navidad al final se convierte en un asunto de dinero en forma de cosas, que no es necesariamente lo que se ocupa. Es un paliativo, pero no una solución. Claro, nos enseñan que no podemos cambiar nada en el mundo y nos conformamos con eso.
Otra forma de dar regalos
Hay otras formas de dar, que no son tan materialistas, como combatir la corrupción (La solución al hambre no es dar más, sino robar menos). Cuando el dinero llega adonde debe llegar, hay un beneficio para la sociedad.
Otra manera de combatir la pobreza es dar empleo, no regalos. Con un empleo el pobre tendrá para comer todo el año y podrá comprarse los regalos sin que le regalen absolutamente nada. Y encima se torna a un pobre en un cliente, lo cual es un regalo de navidad para los emprendedores que van a recibir mejores perspectivas en su negocio, y para el país porque relanza la economía productiva. ¿Podríamos sugerir a los millonarios filántropos que en lugar de enviar cosas a los pobres, mejor les dieran un empleo? Tal sugerencia sería vista como una herejía frente a la ideología convencional de dar unas monedas al limosnero.
Asimismo, si no eres un millonario filántropo, puedes tratar de empujar en tu país un aumento del empleo y una disminución de la corrupción, como auditor ciudadano, y le estarás regalando a los pobres algo más duradero con tus actos. ¿Se acabará la pobreza y el hambre en el mundo? No. Pero si mantienes tu metro cuadrado de planeta libre de pobreza, no porque escondas o espantes a los pobres, sino porque empujas en favor de su prosperidad, estarás siendo un Papá Noel anónimo que actúa tras bastidores. No saldrás en la foto de los famosos, pero sí te digo que brinda gran satisfacción.
También, si eres una persona ilustrada, puedes dar capacitación gratuita a gente de escasos recursos, para desarrollar en ellos destrezas útiles en el mercado laboral.
Cuando te tomas la navidad de forma personal
Otra forma más directa de regalar en navidad es adoptar a un pobre. No, no me refiero a adopción de niños, sino a tomar a un pobre que quiera salir de la pobreza y apoyarle. En el año 2002 la vida me llevó a hacer esto. Esta anécdota me sucedió, es tan alucinante que quise compartirla.
Por aquel año 2002 andaba de activista de la cultura, mientras trabajaba para un banco y conocí a una chica de zona rural en una tienda de una gasolinera de una multinacional. Yo fui el que le dio la bienvenida cuando era empleada nueva, pues nadie en su trabajo lo hizo. Solía ir a almorzar y una vez le insté a dibujar y sacar su potencial creativo y además expresarse por medio del arte.
Poco después la despidieron porque encontró a su jefe teniendo sexo en una oficina con una compañera, una gran injusticia había ocurrido. Ella se acercó a la recepción del banco para que me buscaran y entregarme el dibujo que había hecho. Para entonces ella era algo así como una extraña que ves todos los días.
Me comentó su situación y sólo pude apoyarle moralmente, realmente no había problema en hacer eso. Le dejé mi número de teléfono móvil por si necesitaba hablar más del asunto, podría llamarme por cobrar. Siempre fui bueno para levantar el ánimo de la gente, y una persona más no iba a ser gran problema.
Ella empezó a buscar empleo y conversábamos de vez en cuando y le daba ánimos. Cuando fue tiempo de que ella hiciera un Curriculum Vitae, ofrecí ayudarle con la elaboración e impresion. Allí fue cuando conocí por fuera el sitio donde vivía. Ella alquilaba una habitación de una casa, y la casera apenas le permitía acceso al baño y no tenía frigorífico. Ella se había venido desde una zona rural, porque su madre la envió para que saliera de la pobreza. Adicionalmente ella tenía un tumor en la matriz que le causaba dolores intensos de vez en cuando, y cuando tuvo trabajo nunca faltó para ir al hospital para que no la despidieran.
Ella era muy renuente a recibir ayuda, le gustaba hacer las cosas por ella misma, y la única ayuda que aceptaba era que yo le escuchara y le apoyara moralmente. Quería salir de la pobreza y estudiaba docencia en una universidad a distancia que era la única que podía pagar con su anteriormente reducido salario. Con ella entendí las penurias de las personas pobres en paro que quieren superarse. El estrés de no encontrar empleo mientras se le acababa el dinero, la llevó a sufrir una severa infección respiratoria que ameritó llevarla dos veces al hospital.
Encontró un empleo temporal de 2 semanas en diciembre de 2002 que le pagaría medio salario mínimo a cambio de una jornada de 12/7. Ella trabajó duro dando todo lo que podía dar en la tienda. El 23 de diciembre de 2002 ella me llamó por cobrar a las 9 PM, pidiendo que le ayudara, porque se le había acabado el dinero el día anterior, y ese día no había comido nada. Ella no tenía frigorífico, así que le llevé galletas para energía instantánea, y comida que no ocupara refrigeración. Me sentía indignado de que dos días antes de navidad hubiese una persona pobre tan luchadora que pasara hambre. Tuvo que echar abajo su orgullo (lo cual debió haber sido humillante para ella) y finalmente aceptar ayuda. Quizá pensaba que a cambio de ayudar pediría algo a cambio. Pues no, no pedí nada.
Cuando se acabó el escaso dinero que ganó, le seguí pagando el alquiler y la comida con mi dinero. Y ella trataba de empujar cuanto podía para conseguir un trabajo y restablecer su autoestima y orgullo. Le vi caer varias veces en depresión y había que animarle. Me daba cuenta de que sin la ayuda que le daba probablemente ella hubiera tenido que caer en la prostitución para simplemente comer y sobrevivir. Afortunadamente no fue necesario.
Y llegó un momento donde ella se rindió y decidió volver a la zona rural. Así mis gastos de ayuda se redujeron. Sin embargo quedaba el problema del tumor en la matriz, y decidí apoyarle en eso. Para setiembre de 2003 finalmente le operaron y le extrajeron el tumor y su problema de salud estuvo resuelto. Tras recuperarse obtuvo un empleo temporal como conserje en el gobierno y no ocupó más de mi ayuda, y más o menos un año después conoció al que sería su esposo. Ella hoy es madre de un hermoso bebé y su lucha dio frutos, pues aunque no es millonaria, al menos ya no es pobre.
Con ella aprendí acerca de la desesperación que experimenta la gente pobre que quiere salir de la pobreza, aprendí sobre los problemas y las limitaciones que pasan los pobres, y si me preguntan si valió la pena regalar todo ese dinero de esa manera. Y diré que lo valió, porque permitió que hubiese un pobre menos en el planeta, le dio una oprtunidad a una persona tenaz y luchadora, y podría decirse que lo vivido fue como un curso universitario de economía, acerca de la pobreza, para ver a la pobreza de primera mano. Complementé con estas lecciones lo que había aprendido de macroeconomía. Fue un curso caro que no da ningún certificado, pero mi proyecto en este curso de la vida fue un éxito y creo que pasé el curso.
Ya nunca más volvería a ver la pobreza como una estadística, y en cada navidad recordaría aquella llamada de una persona orgullosa y luchadora, sufriendo hambre y penurias económicas, y el gozo de finalmente verle comer y recibir la tranquilidad del recuerdo de saber que esta persona podría al final salir de pobre. Cuando entendí la naturaleza parasitaria del negocio bancario, al menos sentí el alivio de que mi salario tuvo el propósito de ayudar a una persona a salir de la pobreza.
Hay formas ad hoc de dar regalos, que no son exactamente regalar una cosa y desentenderse del problema de la pobreza. Y me gustaría que en el lugar donde vives, puedas ayudar a combatir la pobreza.