Koichi Hamada, profesor de economía de Yale University es el cerebro detrás de las medidas económicas propuestas para el primer ministro Shinzo Abe. Dicha política, llamada Abenomics, consistiría en imprimir dinero y gastarlo (debe ser algo muy difícil ¿no?). Antes de Abe, el dólar se cotizaba en el nivel de los 80 yenes. Ahora ronda los 90 yenes. Si llegara a niveles de 110 yenes, habría razón para preocuparse, según Hamada. La idea de bajar el yen es para promover exportaciones.
El Abenomics parece basarse en el supuesto de que la población se encoge así que no se ocupa un crecimiento agregado como en otros países. El objetivo parece ser un 2% de inflación (Abe: 2% Inflation Target Is Very Good for Japan). Para algunos, esta campaña contra la deflación es empujada por grandes empresas para hacer que los consumidores paguen más dinero por la comida y bienes dentro de Japón para enriquecer a las empresas.
Ahora bien, el Abenomics no es más que puro discurso hasta el día de hoy. Nada se ha hecho hasta ahora, absolutamente nada, además de hablar. Dependiendo de lo que se haga, los hijos o nietos de los japoneses tendrían que pagar la cuenta. El gobierno japonés recortó impuestos corporativos, de modo que tendrá menos ingreso fiscal. Las ganancias corporativas probablemente se irán a China, Vietnam y Taiwan, luego de repartir dividendos (Abe’s Japanese Stimulus Seen Boosting Southeast Asia). Aunque Abe indicó en Bloomberg que le gustaría ver subir los salarios, empresas japonesas advirtieron que opondrían resistencia a la medida. Lo esperable es un estancamiento de salarios en Japón, con precios más altos.
En las últimas semanas la gasolina ha empezado a subir en Japón (You Wanted Inflation, You Got It: Japanese Gasoline Price Rises To Eight Month High). ¿Subirán otras cosas para los consumidores? Para una sociedad acostumbrada a no tener inflación, de seguro va a ser un choque.
El Abenomics parece una política de rescatar empresas (¿Suena familiar?). Actualmente las ventas en Japón han ido en rojo para muchas empresas, y los empresarios ven la política con buenos ojos. Sin embargo, no parece haber trickle down (efecto cascada) visible para beneficiar a los ciudadanos japoneses con el aumento de beneficios de las empresas. Los sindicatos parecen débiles y es probable que los costos los termine pagando el consumidor, como es usual.
El Abenomics se parece mucho al Obamanomics, imprimir dinero para hundir la moneda.
Prime Minister Shinzo Abe on Tuesday hailed the Bank of Japan’s decision to set a 2% inflation target and adopt an open-ended easing scheme as an “epoch making” policy shift. “In terms of a bold review of monetary policy, this writing is epoch-making,” said Abe, who pressured the central bank for more aggressive action on the economy, referring to a rare joint BOJ-government statement. On Monday, German central bank chief Jens Weidmann lashed out at the what he called government meddling in the affairs of central banks in industrialized nations such as Japan and Hungary. “We are witnessing disturbing abuses… where the new government is interfering massively in the affairs of the central bank, calling forcefully for a more aggressive monetary policy,” he said. - Abe calls BOJ policy measures 'epoch-making'
Actualmente se dice que la economía japonesa es deflacionaria, pero al invertirse las condiciones, podría volverse inflacionaria o mucho peor, dependiendo de cómo se maneje la situación. La empresa asesora de inversiones Fujimaki Japan advierte que en 5 años Japón podría entrar en default. (Abe’s Stimulus May Trigger Japan Default, Fujimaki Says). Para los estudiosos, la curva de Phillips establece una correlación inversa entre inflación y desempleo. Los críticos establecen que hay situaciones donde no se cumple la curva, y los que la defienden indican que el efecto puede ser acumulativo, de modo que no se verá la correlación de inmediato, sino con un cierto retraso. El problema de ese retraso es que si se calcula mal, el viraje de una economía deflacionaria a una hiperinflacionaria podría encontrarse en un punto de equilibrio muy delivado y precario.