John Lennon escribió su canción "Imagine" cuya letra realmente no pierde vigencia. La historia oficial dice que que quien le mató era un loco que quería ganar publicidad y atención. Uno se pregunta si aquellos que no gustaron de su mensaje, querían que dejáramos de imaginar. ¿Podría esa haber sido la motivación de quien le mató? En el mundo de las posibilidades permanece como una opción alterna a la historia oficial de los medios, a los que no siempre les creemos porque deforman las cosas.
Solemos pensar en el mundo como hardware, como cosas tangibles, como algo inmutable que no cambia, y nos enseñan que todo intento nuestro por cambiar el mundo es futil y vano.
La vida que ha demostrado que la realidad es software, es reprogramable en cualquier instancia, y la ventaja es que igual tienes tu el poder de reprogramar el mundo como lo tienen los banqueros y los ricos. La diferencia es que ellos ya se dieron cuenta de que era software, y no han usado ese conocimiento para el bien, sino precisamente para el mal, para fines egoístas, o peor aún, ludópatas en un ciclo enfermizo de enajenación y enfermedad mental.
Si observas el bombardeo que hacen los medios de comunicación, notarás que los medios están controlados, porque con ellos se reprograma la mente de las personas. Eso sirve para reprogramar autómatas, pero no debería reprogramarte a tí.
Miras a tu alrededor y ves un mundo que indigna y que no te gusta. Yo también lo veo. Esa indignación debe servir como motor y motivación para moverte y cambiar el mundo, pero no como reprogramación para desalentarte y sumergirte en la depresión. Mi experiencia me muestra que la depresión es el resultado de pensar que no podemos hacer nada para cambiar las cosas, como si fuésemos títeres y otros tiran de nuestros hilos. Así no funcionan las cosas.
La indignación en vez de paralizarte, tiene que moverte. Y cuando las cosas están peor es el mejor momento para imaginar el mundo que quieres. Cuando está más sucio es cuando es más urgente moverse para limpiar. Tienes el derecho de imaginar, aunque las malas noticias y el pesimismo quieran contagiarte como se contagia el ánimo de la multitud de hooligans enardecida en el estadio de futbol.
Todo gran proyecto, invención o logro histórico comenzó como algo que alguien imaginó, como algo que empezó en la cochera de alguien. Y ese alguien tienes que ser tú. Y para que ese algo que vas a hacer para reprogramar el universo funcione, necesitas hacer uso de tu derecho de imaginar, de crear una visión. En mis posts pasados te he contado acerca de los VIP y de cómo son personas como tú, aunque te resulte difícil verlo.
Te preguntarás entonces ¿por qué esa visión no se materializa con rapidez? Eso sucede porque las cosas se vuelven realidad conforme insistas en esa visión que imaginas. Es como la semilla que está bajo tierra, que fue plantada por ti y que no se ve por nu tiempo, porque está germinando pero aún no se asoma a la superficie. Es un asunto de paciencia.
Además de la paciencia, necesitas tener la certeza de que eso va a suceder. Las explicaciones de por qué esto es así son muy diversas. Una es la mecánica cuántica, que dice que las cosas pueden existir a la vez como múltiples posibilidades pero que ocupan de un observador para concretarlas. Otra explicación llama a esa certeza como fe. Otra dice que al tener esa certeza, tu mente hará lo necesario para que suceda. Lo difícil es tener esa certeza, porque aunque uno entiende que es así, al principio cuesta pasar del entendimiento a la certeza. A partir de mi experiencia, el universo es software y se moldea con nuestros pensamientos.
Visualiza el mundo que quieres, que sea tu rebelión personal cuando no te dejes aplastar por la depresión colectiva. Recuerda que en toda burbuja los contrarian son locos. En esta crisis, los que imaginan el mundo como debe ser, están locos también. Los que te llaman loco serán los que sufren de euforia irracional, porque tienes los pies sobre la Tierra, voluntad e intención, mientras que los demás que te etiquetan, son hojas que lleva el viento.
Usa tu derecho de imaginar. Es un derecho que nadie te puede quitar.