El análisis fundamental es imprescindible para el conocimiento de la empresa, calculamos todos las ratios posibles del balance y un seguimiento de la cuenta de resultados para confirmar las expectativas o calcular las desviaciones y su consiguiente correlación con los beneficios pero lo más normal es olvidarse del capital humano a pesar de que sabemos que es el principal medio de producción de la empresa, su motor es pequeño, gris y pesa unos 1.500 gramos y es conocido como el cerebro. Este olvido es un defecto normal del ser humano. Antoine de Saint-Exupery en sus primeras páginas de El Principito dice “Las personas grandes aman las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre lo esencial. En cambio preguntan ¿Qué edad tiene? ¿Cuánto pesa? Si decís a las personas grandes He visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y en el techo… no acertaran a imaginarse la casa. Es necesario decirles “He visto una casa de 100.000 francos. Entonces exclaman que hermosa es. Por eso añade “solo se ve con el corazón, lo importante es invisible a los ojos”.
A principios de los años 70 se inició una larga crisis económica y se aprovechó como en todas las crisis para hablar de cambio de paradigma; Milton Friedman publicó un artículo en el que manifestaba su postura: la responsabilidad social de la empresa es incrementar sus beneficios. Esta visión de la empresa es muy limitada y parece reconocer solo la existencia del capital económico, en cambio, en la empresa hay otros capitales y de una gran importancia como es el capital humano.
Según José Antonio Marina El capital humano está formado por el conjunto de conocimientos, habilidades y experiencias que poseen los empleados de la empresa.
Un buen equipo de trabajo crea valor a la empresa y es muy necesario tenerlo en cuenta pero en la empresa, lo normal es acordarse solamente del líder como si fuera el único que trabaja. Esto lo refleja bien Bertold Brech en “Preguntas de un obrero que lee” donde dice:
El joven Alejandro conquistó la India ¿el solo?- Cesar venció a los galos ¿no llevaba siquiera a un cocinero? Felipe II lloró al saber la flota hundida ¿no lloró más que él? Federico de Prusia ganó la guerra de los Treinta años ¿Quién la ganó también? Un triunfo en cada página. ¿Quién preparaba los festines? Un gran hombre cada diez años ¿Quién pagaba los gastos? A tantas historias. Tantas preguntas.
El equipo directivo es muy importante y necesario que de forma honesta tenga como misión crear valor para el accionista. Bernard Baruch, uno de los grandes inversores de Wall Street, cuando enumeró sus criterios de inversión, dijo: Lo más importante es el carácter y la mentalidad de la dirección. Prefiero tener una mejor dirección con menos dinero que unos directivos mediocres con mucho dinero. Una gestión pobre puede incluso arruinar una buena posición. La calidad de la dirección es importante, en especial a la hora de evaluar las previsiones de crecimiento futuro.
Baruch no es un caso aislado, también Buffet se interesa mucho por la dirección de la empresa ya que el gran éxito de sus inversiones está en la selección de empresas que su dirección esté capacitada para conseguir una mayor rentabilidad de los beneficios no distribuidos. El gran éxito de sus inversiones a lo largo de los años ha sido retener los beneficios en empresas que no necesiten una gran inversión en reponer los activos y que su equipo de trabajo tenga la capacidad de destinar esos beneficios no distribuidos a nuevas empresas que tengan altas tasas de rentabilidad y si no las encuentran dedicarse a la recompra de acciones propias. Estas decisiones son las que a largo plazo con el interés compuesto son las que marcan la diferencia entre empresas y no nos olvidemos que eso es obra del equipo humano.
Por eso lo importante como decía el Principito es “solo se ve con el corazón, lo importante es invisible a los ojos”.
