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Rendimiento vs. Responsabilidad: Desentrañando el rendimiento entre Fondos Sostenibles y Convencionales

 
¿Eres de las personas que reciclan sus residuos? ¿Tienes en tu vivienda instalados los cubos de reciclaje? ¿Intentas reducir tu huella ecológica? ¿Tienes un coche híbrido o eléctrico? Si has respondido afirmativamente a alguna de las preguntas, posiblemente estés sensibilizado con el cuidado del medioambiente, e incluso con las inversiones en sostenibilidad y los factores ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza). 

Pero si bien a esos factores ASG solemos relacionarlos con aspectos como el cuidado del medioambiente, del ecosistema, o la contaminación del aire, ese sería solo el aspecto Ambiental de los tres factores. Para que el planeta sea sostenible en el tiempo, no solo será necesario cuidar del medioambiente o del ecosistema… ¿de qué nos serviría solucionar el problema de la capa de ozono y del calentamiento global, terminar con el vertido de residuos en los océanos y lograr reforestar el planeta, si una parte significativa de la sociedad se encuentra bajo los umbrales de pobreza, otros sufren discriminación, y otros tantos intentan arreglar sus diferencias a cañonazos? 

Una definición de “desarrollo sostenible” que considero muy representativa, es la que dio la autora del informe denominado “Nuestro futuro común”, Gro Harlem Brundtland. En dicho informe publicado en el año 1987 define el desarrollo sostenible como “aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de satisfacción de las necesidades de las futuras generaciones”. 

Por lo tanto, el planeta será sostenible siempre y cuando la sociedad y el ecosistema que la rodea perduren en el tiempo. Y para ello, es necesario que alguna autoridad tome las riendas e intente revertir el rumbo que está tomando el planeta, dado que sin un liderazgo consciente de la situación y que tenga las metas claras, la sociedad por sí sola está demostrado que no es capaz de modificar ese rumbo. 

Es por eso que muchos gobiernos han tomado cartas en el asunto, e intentan promover ese cambio tan necesario para el planeta; o por lo menos para las sociedades que gobiernan. Pero para lograr ese cambio, es necesario movilizar cantidades ingentes de recursos, y los recursos que disponen los estados no son suficientes; por lo que el cambio no vendrá por los recursos que pueda aportar el sector público. ¡Y ahí es cuando aparece en acción el sector privado! 

Y concretamente quien tiene la capacidad de movilizar la mayor parte de recursos del sector privado hacia ese cometido, será el sector financiero. Esto lo han comprendido a la perfección autoridades como la Unión Europea (entre otras), quien a través de las diferentes regulaciones impuestas al sector financiero, intenta canalizar los fondos que maneja ese sector hacia proyectos y acciones que promuevan ese cambio de rumbo esperado. Ejemplo de esas regulaciones y normativas impuestas al sector financiero podría ser la Directiva 2014/65/EU o más conocida como MIFID II (Markets in Financial Instruments Directive), que entre otras novedades aplica un toque “verde” al test de idoneidad que deben realizar las empresas de servicios de inversión a sus clientes, el cual deberá incluir alguna pregunta que permita valorar las preferencias de sostenibilidad del cliente sobre sus inversiones. Otro ejemplo podría ser el Reglamento (UE) 2019/2088 más conocido como Reglamento de Divulgación sobre Finanzas Sostenibles (SFDR - Sustainable Finance Disclosure Regulation), el cual incluye entre otros aspectos, dos nuevas definiciones específicas del ámbito de las finanzas sostenibles: inversiones sostenibles y factores de sostenibilidad. 

La normativa que se ha ido elaborando a lo largo de estos últimos años, vinculada a las inversiones sostenibles y específicamente a las inversiones financieras, ha ido en aumento. Por lo tanto, ya sea por convicción propia de los inversores, o por imposición de las normas, los flujos de fondos destinados a proyectos vinculados con los factores ASG se han ido incrementando, y eso lo podemos ver en el siguiente gráfico, donde se refleja la evolución del volumen de activos que manejan los fondos ASG a nivel global.



A grandes líneas, hasta aquí hemos visto en qué consisten los factores ASG o las inversiones sostenibles, y cómo afectan al sector financiero. Pero de aquí en adelante, si queremos avanzar en el análisis de esta “nueva” industria de inversiones sostenibles, probablemente nos adentremos en un terreno algo pantanoso… 

A partir de este punto es cuando surgen ciertos interrogantes: ¿cómo comprobar que los fondos de inversión ASG en los que soy partícipe, invierten en proyectos afines a la sostenibilidad? ¿Qué inversiones se consideran sostenibles, teniendo en cuenta la amplitud del término? ¿Qué es lo que prima a la hora de valorar una inversión sostenible: la empresa sobre la que se invierte, o actividad que ésta realiza? Éstas y otras innumerables preguntas son las que se generan a medida que se ha ido avanzando en el desarrollo de esta industria. 


Estrategias y productos de inversión sostenibles 

 
Debo decirte que tanto para las preguntas que he planteado en el párrafo anterior como para el resto de interrogantes, no vayas a creer que se han encontrado respuestas a todas esas cuestiones; por lo que aún existen muchas lagunas que los reguladores están intentando aclarar, y que esperan haber despejado de aquí al año 2028 según el calendario regulatorio de información de sostenibilidad previsto. 

A su vez, los fondos de inversión sostenibles o ASG tienen la libertad de utilizar diferentes estrategias de inversión, como por ejemplo, invertir en empresas cuya gestión cumpla con criterios ASG que podrían materializarse en equidad salarial, conciliación familiar, igualdad de género, y otros aspectos que mejoran el día a día de los trabajadores, sin tener en cuenta la actividad que la empresa realiza (Best-in-Class). Otros fondos centran la inversión en actividades que se consideran alineadas con los factores ASG (taxonomía) como podría ser el reciclaje de residuos, fabricación de paneles solares, generación de energías limpias, entre otras. Y otros fondos directamente aplican una discriminación negativa, excluyendo de sus carteras aquellos emisores cuyas actividades no se consideran sostenibles, como por ejemplo las vinculadas a las armas controvertidas, producción de carbón térmico, productores de combustibles fósiles, tabaco, o entretenimiento para adultos… ¡y mira que hay formas de entretenerse! ¿no? 

Por lo tanto, dada la amplitud de criterios a la hora de definir las inversiones sostenibles, el regulador ha intentado acotar ese espacio tan amplio mediante el Reglamento de Divulgación, categorizando los productos de inversión sostenible puntualmente en dos artículos. Los productos del artículo 8 “promueven iniciativas sociales y ambientales junto con los objetivos de resultados tradicionales”; lo que significa que en las inversiones tratan de realizar la selección de activos con criterios ambientales y sociales pero no es el objetivo de la inversión, no es su objetivo perseguir un fin ambiental o social, sino que simplemente lo incorporan a las inversiones que ya se están llevando a cabo. Y los del artículo 9 son productos “con objetivos explícitos de sostenibilidad”; lo que significa que sí persiguen un objetivo de sostenibilidad, como por ejemplo: un fondo de inversión que tenga como objetivo reducir la huella de carbono de cierta industria. 


¿Fondos de inversión ASG o fondos de inversión convencionales? 


Independientemente del fondo de inversión que vayamos a contratar, lo cierto es que de ahora en adelante, cuando tengamos que responder a las preguntas del Test de Idoneidad, según la normativa MIFID II éste deberá incluir alguna pregunta que haga referencia a nuestro grado de preferencia por las inversiones sostenibles. Por lo tanto, ya no solo se tendrán en cuenta las cuestiones clásicas del asesoramiento financiero tales como los factores de riesgo y rentabilidad, sino también los relacionados a la sostenibilidad. 

Pero más allá del grado de preferencia que puedas tener por la sostenibilidad de tus inversiones, lo que está claro es que seguirás esperando que éstas sean rentables. Y si lo que prima entre tus preferencias es la rentabilidad, probablemente te estés planteando que todo lo que te conté suena interesante, pero en definitiva: ¿qué tipo de fondos son más rentables, los que cumplen con los factores ASG o los fondos de inversión convencionales de toda la vida? 

La respuesta a esta pregunta se torna difícil de responder, teniendo en cuenta los diferentes estudios realizados sobre esta cuestión y sus diferentes conclusiones, debido a la amplitud de criterios a la hora de definir las inversiones sostenibles; por lo que sería muy superfluo por mi parte afirmar que uno u otro tipo de inversión es más rentable. 

No obstante, dependiendo del tipo de clasificación que hagamos podremos obtener resultados que nos ayuden a decantarnos por uno u otro tipo de inversión. 


Máxima valoración ASG Morningstar vs. mínima valoración ASG Morningstar 


La primera comparación que te puedo aportar, es la de los fondos de inversión con la máxima valoración de sostenibilidad que otorga Morningstar (cinco globos), versus los fondos con la mínima valoración de sostenibilidad (un solo globo). Para ello, he tenido en cuenta la rentabilidad anualizada de los últimos diez años; dado que a largo plazo es cuando se puede valorar con mayor precisión si un fondo de inversión a sido o no rentable.



Un fondo de inversión que también ha conseguido la máxima rentabilidad, y que también posee la máxima valoración en sostenibilidad es el Polen Capital Focus US Gr USD Instl (Institutional), que no lo incluí en el cuadro anterior al estar destinado a inversores institucionales. Este fondo lleva un 16,2% de rentabilidad anualizada durante los últimos 10 años, pero puedes acceder a su versión dirigida al público retail: Polen Capital Focus US Gr USD Instl (Retail)



Si comparamos los dos cuadros anteriores, se puede observar que los fondos que tienen la máxima valoración de sostenibilidad son de la categoría RV USA Cap. Grande Growth; por lo que se deduce entonces que los fondos de inversión de esa misma categoría, que tienen la mínima valoración de sostenibilidad (un solo globo), en su mayoría habrán sido menos rentables (dado que solo hay dos fondos de esa categoría en el segundo cuadro, y uno de esos fondos es menos rentable que los del primer cuadro). 


Fondos de Inversión Sostenibles vs. Fondos de Inversión Convencionales 


La segunda comparación que he realizado, es la de los fondos de inversión sostenibles versus fondos de inversión convencionales, que no tienen una finalidad de sostenibilidad; independientemente de la valoración de sostenibilidad que tengan asignada. En otras palabras, en esta ocasión no he tenido en cuenta los “globos Morningstar” para seleccionar los fondos. A su vez, la comparación se realiza entre fondos de inversión de su misma categoría.



Estos han sido los fondos de inversión sostenibles más rentables de los últimos diez años, de una selección de 7.720 fondos. Estos fondos se podría decir que cumplen con las características previstas en el artículo 9 del Reglamento de Divulgación que mencioné anteriormente, dado que tienen un objetivo explícito de sostenibilidad. 

Por lo tanto, las categorías de los fondos de inversión sostenibles más rentables han sido RV Global Cap. Grande Blend, RV USA Cap. Grande Blend, RV Sector Ecología, y RV Global Cap. Grande Growth. 

De todas estas categorías, la única que no podríamos comparar es la de renta variable del sector ecología, dado que cualquier fondo de inversión de esta categoría será un fondo de inversión sostenible. 

En el siguiente cuadro, expongo los fondos de inversión convencionales más rentables durante los últimos diez años, de las mismas categorías que los fondos del cuadro anterior, y sin un objetivo explícito de sostenibilidad. 



A modo de resumen, en la siguiente gráfica se puede observar que los fondos de inversión convencionales seleccionados han sido levemente más rentables durante los últimos diez años. 


 
No obstante, hay que tener en cuenta que la muestra es muy reducida, por lo que el resultado de la comparativa no podría ser concluyente. 

De hecho, algunos estudios confirman que a largo plazo, los fondos de inversión sostenibles han sido más rentables que los convencionales. Un estudio realizado por el mismo proveedor de análisis e información financiera Morningstar, indica que hasta finales de 2022, durante los últimos cinco años más de la mitad de los fondos sostenibles (el 56% exactamente) superaron las rentabilidades de los fondos de inversión convencionales en sus mismas categorías. Y por categorías, las que mejor lo hicieron durante la última década fueron la renta variable global de gran capitalización y la renta fija en euros. 

En cualquier caso, mi conclusión sería que la rentabilidad de los fondos sostenibles no ha sido nada despreciable, y que es posible invertir de manera responsable con la sostenibilidad del planeta, y a su vez obtener elevadas rentabilidades; solo es cuestión de voluntad. 
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