Sergi López: "Quiero ser independiente para quemar la bandera catalana y cagarme en La Moreneta"
Jueves, 9 enero 2020 - 09:01
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FOTOGRAFÍA: ÁNGEL NAVARRETE
Sergi López. Vilanova i la Geltrú, 1965. Uno de los actores españoles más internacionales estrena La inocencia, la ópera prima de Lucía Alemany que fue ovacionada en San Sebastián. Se recomienda leer sus respuestas en tono vehemente y socarrón.
Hablemos de 'La inocencia'...
La inocencia, eh. Buen nombre para un país que la ha perdido totalmente. No sé qué le pasa a este país que cada paso que damos arrastramos un lastre fascista que siempre aparece y... Hostia, ya la estoy liando (risas).
Has sido tú, yo ni siquiera había preguntado todavía.
Sí, sí, es verdad. Es que vengo de ver la investidura y me caliento. Me centro. La inocencia es una película maravillosa, con una directora joven (Lucía Alemany) que es una salvaje, con una energía descomunal, que cuenta una historia que es su historia. La de una adolescente de 15 años que está descubriendo qué quiere decir ser mujer y ser adulta. Es una película que plasma el poder brutal de las mujeres.
Te han dirigido muchas mujeres, cosa que no es muy habitual en el cine.
Es cierto, aunque más en Francia que en España. Aquí durante mucho tiempo ha habido las tres o cuatro directoras que todos pensamos y punto, pero ahora están llegando muchas más. Cuando vas a las Escuelas de Cine, hay muchas más chicas que chicos. Es verdad que tradicionalmente se han dedicado luego más a la producción y organización, pero eso también está cambiando. Así que he tenido mucha suerte y llevo dos pelis seguidas con directoras jóvenes (La inocencia y El viaje de Marta, de Neus Ballús), que me han elegido para hacer de padre que hace lo que puede, que es un poco lo que he hecho yo como padre, la verdad. La experiencia se sobrevalora como padre, te ayuda un poco, pero nada más. El otro día leí un texto de Sócrates que se venía a quejar de que en su Atenas los jóvenes no se interesaban por nada, sólo querían comer y follar... Vamos, que nos sorprendemos eternamente con lo mismo.
¿Recuerdas cuándo perdiste tú la inocencia?PUBLICIDAD
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No de una forma traumática. Simplemente me di cuenta de que si no curras, no comes. Tengo un padre muy vehemente que me ponía firme sin contemplaciones, así que pocas tonterías. Por eso desde muy joven me fui buscando la vida y descubrí que no necesito mucho para estar feliz. Comida y un poco de tabaco.
La protagonista de la peli es una quinceañera de un pueblo que sueña con irse a estudiar circo a Barcelona. ¿Te pasó lo mismo? ¿Soñabas con dejar Vilanova e irte a estudiar interpretación a la ciudad?
No, yo soy un patata. A mí las cosas más cruciales de la vida me han pasado de una manera tan cutre que alucinarías. Hacía teatro amateur en mi pueblo para pasar el rato y mi padre se levantaba a las cuatro de la mañana para ir a trabajar a la fábrica de Pirelli. Un día se me hizo tarde ensayando, llegué cuando ya estaba despierto y al abrir la puerta vi que me estaba esperando de muy mala leche. Como en esa época había repetido tres veces 3º de BUP y no tenía ni idea de qué iba a hacer con mi vida, si mecánico o qué, mi padre estaba desesperado e improvisé: "Un momento, es que hoy he decidido que voy a dedicarme al teatro". Y se calmó un poco, creyendo que al fin tenía algún plan de futuro. Lo hice para salvar el pellejo, pero al día siguiente ya decidí probar, pensando que duraría un año y vuelta al pueblo.
La mentira tuvo premio esta vez.
Ya ves. Me he pasado años sintiéndome un farsante al que iban a pillar, pero ahora ya me creo que voy a vivir siempre de esto y alucino pepinos. Yo hasta los 25 sabía hablar catalán y un castellano con mucho acento, no había salido casi de mi pueblo, y ahora me veo rodando en francés, italiano, inglés... Es la polla en vinagre. Nunca se me ocurrió soñar con ser un actor internacional, yo sólo quería ahorrarme una hostia.
Ruedas por todo el mundo, pero sigues viviendo en Vilanova. Es bonito...
Bueno, bonito... Es un pueblo de mala muerte (risas).
Me refiero a que es bonito lo de la estrella que no olvida de dónde viene.
Bueno, tampoco fue un plan. Estaba estudiando en París y me decían que me quedara, pero era muy caro y yo no tenía pasta. Además, ¿qué se me había perdido en París? En mi pueblo tengo a la gente que conozco, puedo tomar una cerveza con ellos, ensayar en un garaje... Así que me volví. Ya te digo que la vida me lleva y yo me dejo.
Pese a tu prestigio, no te prodigas en películas españolas. ¿Es decisión tuya o te llaman poco?
Pasa, pero no sé por qué. Igual porque hasta ahora he tenido siempre una mánager que no era mánager de verdad, era una colega mía a la que lie para que me organizara un poco las cosas que me llegaban, pero no me buscaba papeles. Además, no estoy en Madrid ni en Barcelona, todos me ven como alguien externo: "Es medio francés", "será muy caro"... No estoy muy metido en el mundillo del cine español y me va bien así, porque he tenido una potra que alucinas y he acabado trabajando en muchos países diferentes, lo que es un lujo en esta profesión.
¿Te sientes un privilegiado?
Totalmente. En España, donde con la cultura enseguida surge el prejuicio de que somos unos saltimbanquis y unos titiriteros, el 99% de mis amigos actores y actrices lo han dejado o han pensado en dejarlo mil veces. Es un trabajo complicado emocionalmente. En cuanto no te llaman piensas que eres malo, que no das para más, que todo se va a la mierda, que a ver si te lo montas de taxista. Yo en este sentido soy un ejemplo que da un poco de rabia, porque entre pitos y flautas me llegan más cosas de las que puedo hacer.
Te ha llegado incluso la próxima película de Woody Allen.
Me quedé muy sorprendido con él. Es un genio, un icono y todo lo que digamos, pero también tiene sus cosas. Yo estoy acostumbrado a que me manden el guión entero de la película, pero él sólo me envió las tres páginas en las que yo salía. Así que dije que sí sin saber de qué iba la peli. Luego llegué al rodaje y el señor Woody Allen va con gorro de Woody Allen, zapatos de Woody Allen, gafas de Woody Allen. Va disfrazado de Woody Allen y mirando al suelo todo el rato. Cuando llega, no dice ni buenos días, no porque sea imbécil, sino porque está a lo suyo. No habla. Pero cuando se pone a grabar la escena, cuando hay que hacer comedia, cambia. Fue una pasada. Empezó a hablar conmigo, me felicitó, nos entendimos muy bien. Nos conectó la droga que es la creación teatral, ver cómo crece una escena ante tus ojos. Yo, como él, pienso seguir haciendo películas hasta los 90 años.
Últimamente, algunos actores no han querido trabajar con él o han devuelto los sueldos de sus películas debido a las acusaciones de Mia Farrow de que abusó de su hija. ¿Fue algo que tuviste en cuenta?
Para mí, no hay motivo para ello. Estamos en un mundo complicado de corrientes de opinión y tertulianos en el que lo mediático tiene una difusión tremenda más allá de su veracidad. Lo de Woody Allen es un ejemplo. Ha tenido dos juicios y ha sido absuelto en ambos, pero el tema no deja de salir. Es un asunto que tendrá que arrastrar toda su vida, aunque no sea justo.
Venga, que te vi con ganas de hablar de política al principio. Eres independentista y votante de la CUP, ¿compartes su decisión de votar con el bloque de derechas en la investidura?
Por supuesto, porque uno ha de votar en función de sus principios y la CUP jamás puede respaldar a este PSOE en este momento. Esta explosión de la extrema derecha, con un discurso muy peligroso al que entre todos se ha dado legitimidad, es muy tóxica y todo lo embarra, pero coincidir con VOX en el voto no quiere decir nada, porque se llega desde puntos opuestos. Había muchas razones para votar "no" a un PSOE que ha respaldado que se meta en prisión a gente por intentar defender sus ideas. Este es un país donde se puede hablar de todo, se puede presentar un programa electoral que defienda cualquier idea, pero no puedes intentar aplicarlo o vas a la cárcel. Eso es un poco rarillo y no es cosa sólo de Vox, también de la izquierda española.
¿Crees que servirá de algo la mesa de negociación pactada por PSOE y ERC?
No. No me fío ni de Sánchez ni del sistema. Y me preocupa la gente, porque se ha legitimado un marco intelectual en el que hay patriotas y traidores, buenos y malos, cuando no es cierto. Cada vez es más difícil discernir entre información e intoxicación. Creo que los ciudadanos hemos sido abandonados por los políticos. Como en las épocas tranquilas no se ha invertido demasiado en educación y cultura, cuando llegan épocas de crisis como la actual es más difícil defenderse de las mentiras, la manipulaciones y los discursos fascistas.
Cualquier nacionalismo tiene un punto supremacista: yo soy mejor que tú. ¿Entiendes que un señor de, por ejemplo, Murcia pueda sentirse así respecto al independentismo catalán?
No. En la CUP, o grupos similares con los que yo simpatizo, nos mueve un pensamiento más colectivo que individual, más de ayudar a la gente que tiene necesidades que a las élites que van sobradas. Lo que pasa es que llevamos toda la vida viendo cómo nuestra identidad se pone en duda, teniendo que explicar que somos catalanes. Ni mejores ni peores, pero catalanes. Un murciano o tú, seáis o no patriotas, no necesitáis reivindicar vuestra nacionalidad, que es lo que yo quiero. No tener que ir por el mundo diciendo soy catalán como si fuera un marciano. No soy mejor que nadie por serlo, pero es lo que soy y lo que quiero ser.
¿Piensas que la independencia es factible?
Sé que deconstruir el país, que no romperlo, es complicado, pero es lo único que se podría hacer ya. La idea de la unidad ha acabado por atropellarlo todo. Si eso es innegociable, no hay arreglo. Lo que pasa en Cataluña, es que van pasando los años y España la trata como si fuera menor de edad. Tienes la impresión de que te tienen que dar permiso para todo y la gente se está hartando. ¿Qué pasa si decidimos irnos de casa y nuestro padre no nos deja porque dice que somos menores? Pues que la gente tiene aún más ganas de marcharse. Hablemos, busquemos soluciones. Yo, como soy cómico, sigo pensando que nos podemos reír, no hacernos daño... Que en la calle no cunda el pánico, porque podemos seguir siendo amigos aunque no queramos ser compatriotas.
¿Por qué quieres la independencia?
Porque sí. ¿Por qué tenemos que justificarnos? A mí no me gustan especialmente las banderas, pero quiero ser independiente para quemar la bandera catalana, para cagarme en La Moreneta y en los símbolos patrios. Y para eso tengo que tener una patria que sienta como mía.