La interminable tragedia griega
Interesante punto de vista el de este artículo de opinión en La Voz de Galicia, 23 de julio de 2011
http://www.lavozdegalicia.es/opinion/2011/07/23/0003_201107G23P12994.htm
La cumbre de la UE no ha explicado el fracaso del primer plan de intervención de la economía griega y por qué hace falta un segundo plan. Y es que, a lo peor, el plan está cumpliendo con su objetivo real: rescatar a los bancos alemanes y franceses.
El fracaso del plan, en sus objetivos declarados, era evidente. Grecia tiene más dificultades para financiarse que antes de ser intervenida y para hacerlo tiene que pagar intereses superiores al 17 %. Si el objetivo real del plan hubiera sido ayudar a Grecia, evidentemente estaba mal diseñado. El problema griego era tener una elevada deuda pública, y el primer plan no hizo más que agravarlo, porque se basó en incrementar todavía más ese nivel de endeudamiento. Si en el 2008 la deuda soberana griega era de 262.000 millones de euros, en el 2010, después del primer plan, se incrementó hasta los 330.000 millones.
Grecia no podía pagar su deuda en los plazos comprometidos y la única salida era proceder a una reestructuración de la misma. ¿Por qué, si esto era tan evidente, la UE tardó tanto en aceptarlo? La razón es simple y escandalosa al mismo tiempo.
Cuando estalló la crisis, la mayor parte de la deuda estaba en manos de instituciones financieras alemanas y francesas. En los quince meses que ya dura la tragedia griega, estas instituciones privadas están reduciendo a marchas forzadas su nivel de riesgo. La fórmula es sencilla. Los fondos aportados por las autoridades europeas en el mal llamado plan de rescate sirven para que Grecia les pague a los bancos privados. Grecia debe lo mismo, en realidad más, pero ahora su acreedor es el sector público europeo. Y de eso se trata, de ir ganando tiempo para evitar que, cuando por fin se reestructure la deuda, los que paguen la factura no sean los bancos, sino los ciudadanos europeos a través del Fondo de Estabilidad Financiera. Desde el inicio de la crisis, la banca alemana ha reducido su riesgo en deuda de los países periféricos en 90.000 millones de euros.
Las razones de esta operación son evidentes. Si son los bancos privados los que asumen el coste de la reestructuración, necesitarán, otra vez, del dinero público para sanearse, provocando con ello la indignación de los ciudadanos alemanes y franceses. Pero si las pérdidas las asumen directamente las instituciones públicas y se esconde la irresponsabilidad de la banca, la culpa se traslada a los ciudadanos griegos. Y en eso está Merkel, aunque se lleve por delante el futuro de un país como Grecia.