Mi experiencia con ABANCA ha sido una de las más frustrantes que he tenido con una entidad financiera. Tras descubrir comisiones abusivas en mi tarjeta y ganarles en los tribunales, esperaba un mínimo de profesionalidad y respeto. Pero no: meses de llamadas, correos ignorados y respuestas vacías.
El problema no es solo económico, es humano. Uno deposita su confianza durante años, paga religiosamente y mantiene una relación con su banco pensando que hay reciprocidad. Pero cuando las cosas se tuercen, desaparecen.
Es una lástima ver cómo una entidad que presume de cercanía actúa con tanta frialdad y falta de empatía.