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La recesión se va, pero la crisis se queda

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La recesión se va, pero la crisis se queda
La recesión se va, pero la crisis se queda
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La recesión se va, pero la crisis se queda

El ciudadano francés que compró algo más de lo habitual. La pequeña empresa polaca que reanudó en mayo las obras paralizadas por el largo invierno. O el Gobierno alemán, que en vísperas de elecciones se ha decidido a abrir un poco la mano en su política de ahorro. Estas son algunas —solo algunas— de las decisiones que explican que la economía europea acabe de salir de la recesión. Los datos de crecimiento del segundo trimestre han sorprendido a organismos internacionales, expertos y Gobiernos por ser bastante mejores de lo esperado. Un motivo de alegría en una Europa muy necesitada de buenas noticias. Pero, alerta, nada garantiza que esta tendencia vaya a continuar en los próximos meses. E incluso en el mejor de los casos, todos los pronósticos apuntan que el paro va a continuar siendo muy elevado durante los próximos años.

Los dos gigantes económicos del euro —Alemania y Francia— han tirado del carro para que Europa creciera entre abril y junio un respetable 0,3%. Pero no solo existen serias dudas sobre su capacidad para seguir creciendo a este ritmo, sino que la tercera, cuarta y quinta economía de la moneda única —Italia, España y Holanda— siguen hundidas en la recesión.

¿Qué factores explican los buenos datos publicados por Eurostat esta semana? La demanda interna, tanto pública como privada, ha sido la responsable de que el PIB francés subiera un 0,5% y el alemán un 0,7%. En los dos países la relajación de la austeridad ha desempeñado un papel importante. “Me sorprende que el comisario europeo Olli Rehn presente los datos como un éxito de su política de disciplina fiscal, cuando justamente es todo lo contrario”, sostiene Paul de Grauwe, profesor de la London School of Economics. Además del gasto público, la demanda privada y la fortaleza del sector exterior alemán también influyeron. En el mismo periodo, la inversión se estancó.

Pero la pregunta relevante es si estos buenos datos van a mantenerse en los próximos meses; y hay indicios de que algunos factores que han impulsado el crecimiento se habrán derretido con el verano o se congelarán en invierno. “Lo que hemos visto en el segundo trimestre es fruto de una situación coyuntural. Pese a que la zona euro haya cogido impulso, no esperamos una aceleración significativa sobre las predicciones que hicimos hace tres meses”, subrayaban los analistas de Bank of America en un informe hecho público esta semana.

Para empezar, las elecciones que se celebrarán dentro de un mes han animado al Gobierno alemán a sacar la chequera, una decisión que la defensora a ultranza de la austeridad que es Angela Merkel puede volverse a pensar una vez que haya sido elegida canciller por tercera vez. También hay que tener en cuenta que el impulso primaveral del sector de la construcción obedece en parte a las obras que se retomaron tras paralizarse durante el largo invierno.

El Gobierno portugués —que en principio parecería interesado en vender la bondad de un dato que situó a su país a la cabeza del crecimiento en Europa— llamó a la calma asegurando que el incremento de exportaciones podría haberse visto afectado por efectos de calendario; y avisó de que los próximos meses serán duros, con nuevos recortes. Tijeretazo que muy probablemente robará algunas décimas al crecimiento. La Comisión Europea también quiso dejar claro que, pese a las buenas noticias, este no era el momento para la autocomplacencia.

En el horizonte de la economía europea aparecen algunos motivos de esperanza; y muchos nubarrones. Entre los primeros destaca el respiro que está dando el mercado de deuda a países como España, que hace un año parecía al borde del abismo. La prima de riesgo —la diferencia del precio para financiarse entre España y Alemania— ha caído a los 250 puntos básicos, el nivel más bajo de los dos últimos años. La buena evolución de países como Alemania, Francia y Reino Unido (cuyo PIB creció entre abril y junio un 0,6%) pueden además dar alguna alegría al sector exportador y al turismo español, que este verano va camino de batir un récord de visitantes extranjeros.

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Re: La recesión se va, pero la crisis se queda

Preocupa, en cambio, la situación de las entidades financieras del continente. “El Banco Central Europeo exigirá una revisión de la calidad de los balances bancarios. Ahí puede haber sorpresas. En España ese trabajo ya se ha hecho por imposición del rescate financiero. Pero en otros países es posible que se detecten insuficiencias de capital”, señala Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia. Además, los problemas que tienen para financiarse las pequeñas y medianas empresas en países como España están muy lejos de solucionarse, como acaba de demostrar la estadística de efectos de comercio, en el nivel más bajo de la última década.http://economia.elpais.com/economia/2013/08/17/actualidad/1376765854_472991.html

Los datos publicados esta semana, además de ser una inyección de optimismo, tienen también una lectura política a lo largo y ancho del continente. Y las consecuencias pueden no ser muy favorables para España. Por ejemplo, como señala Desmond Lachman, del think-tank estadounidense American Enterprise Institute, la fortaleza de la economía alemana relajará la presión sobre Berlín para avanzar hacia la unión bancaria y para aflojar la estricta política de austeridad y de reformas que se imponen a la periferia europea. El BCE, además, tiene menos argumentos ahora para rebajar aún más los tipos de interés, que están en el mínimo histórico del 0,5%. “Es poco probable que la debilidad de países como España o Italia vaya a reducir la presión que sufren sus Gobiernos para continuar con las reformas”, continúa Lachman.

Pero al margen de que los riesgos que flotan sobre Europa se materialicen o no, lo que parece claro es que el crecimiento no será suficiente para crear empleo. Sobre todo en España, donde el Fondo Monetario Internacional pronostica que la tasa de paro seguirá por encima del 25% en 2018. “La crisis en Europa está muy lejos de haberse acabado. Países como España o Grecia tienen unos niveles de paro propios de la depresión. Podremos ver una recuperación, pero hará falta mucho tiempo para que el desempleo caiga a niveles aceptables”, resume Jonathan Portes, director del británico Instituto Nacional de Investigación Económica y Social.

Los pronósticos negativos no llegan solo de economistas independientes más o menos críticos. La propia Comisión Europea vaticinaba el pasado mes de mayo que el PIB de la eurozona caería este año un 0,4% y subiría el próximo solo un 1,2%. Como recuerda Petr Zemcik, director de Economía Europea en Moody’s Analytics, hará falta esperar a 2015 para que Europa recupere el PIB que tenía en 2008, cuando empezó la crisis. “Los riesgos siguen siendo severos en Grecia, Chipre, Portugal y España”, avisa el analista.