Un profesor de filosofía entra en clase para hacer el examen final a sus alumnos.
Poniendo la silla encima de la mesa dice a la clase: “usando cualquier cosa aplicable que hayan aprendido durante este curso, demuéstrenme que esta silla no existe”
Todos los alumnos se ponen a la tarea, utilizando sus lápices y gomas de borrar, aventurándose en argumentos para probar que la silla no existe.
Pero un alumno, después de escribir rápidamente su respuesta entrega su examen ante el asombro de sus compañeros.
Cuando pasan unos días y entregan las notas finales, ante la estupefacción de todos, el alumno que entregó su examen en 30 segundos obtiene la mejor calificación.
Su respuesta fue: “¿Qué silla?”
No por mucho preguntar dónde está el caviar, éste deja de existir. Elucubraciones mentales de un domingo por la tarde.
Un abrazo
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.