La asignación de activos es un proceso o estrategia que implica distribuir los recursos de inversión en diferentes tipos de activos, como acciones, bonos, efectivo, bienes raíces y otros instrumentos financieros, con el objetivo de lograr un equilibrio entre el riesgo y el rendimiento de una cartera de inversiones. La idea central de la asignación de activos es diversificar la cartera de inversión para reducir el riesgo general.
Imagina que, tras años de esfuerzo, has acumulado un ahorro significativo, el cual decides
invertir en la
bolsa de valores. Sin embargo, a la hora de invertir tu dinero, en lugar de apostar todo a una sola opción, optas por
diversificar, es decir, por repartir tu inversión entre diferentes alternativas. ¿Por qué hacemos esto? Pues porque las diferentes opciones de inversión no se comportan de la misma manera. Mientras que algunos te ofrecen la posibilidad de grandes beneficios en poco tiempo, otros te ofrecen estabilidad, aunque con ganancias más modestas. Al hacer esta diversificación, lo que buscas es un equilibrio entre el
riesgo que estás dispuesto a correr y el
rendimiento que esperas obtener.
A este proceso que acabamos de describir se le conoce como asignación de activos.
En el proceso de asignación de activos podríamos, por ejemplo, invertir en
acciones de compañías tecnológicas que, pudiendo ser muy
volátiles, prometen grandes rendimientos. Pero de la misma manera, y para compensar lo anterior, en este mismo proceso podríamos poner otra parte de nuestros recursos en
bonos del Estado, los cuales ofrecen un rendimiento menor, pero sí una mayor estabilidad.
Con todo, es importante mencionar que la asignación de activos, es decir, las decisiones que adoptamos en lo que respecta a la distribución de nuestro dinero no se toman a la ligera, ni dejándonos llevar por nuestras emociones. Todas estas decisiones, o al menos así lo hacen los expertos, se toman teniendo en cuenta, entre otras cuestiones, nuestros
objetivos de inversión, nuestro
horizonte de inversión y el riesgo que estamos dispuestos a asumir, o lo que es lo mismo, nuestra
tolerancia al riesgo. En esencia, estas cuestiones determinan las
decisiones de inversión que, posteriormente, adoptaremos en el proceso de asignación de activos.
Lo interesante es que, aunque puede parecer una técnica muy sofisticada y novedosa, la idea de estudiar el reparto y la asignación de los recursos entre los distintos
activos, así como de diversificar nuestra
cartera, no es nueva. Desde tiempos remotos, nuestros ancestros ya aplicaron la premisa de no "poner todos los huevos en una sola cesta", diversificando sus fuentes de alimento y agua para garantizar su supervivencia en caso de escasez.
Con el tiempo, el sector financiero ha ido adoptando esta sabiduría ancestral, adaptándola y perfeccionándola a los tiempos presentes. Además, numerosos estudios que se han ido realizando a lo largo de los últimos años sugieren que la asignación de activos es crucial a la hora de tener éxito en el mundo de la inversión. De hecho, estos mismos estudios han llevado a numerosos expertos a afirmar que la asignación de activos, es decir, la distribución de los recursos entre las distintas opciones es incluso más trascendental que la propia elección de los activos.
Sin embargo, hay que recordar que en el proceso de asignación de los activos no tenemos una única fórmula mágica para seleccionar los activos y asignar los recursos. Cada persona es un mundo, con capacidades, objetivos y visiones distintas. Por ello, es vital revisar y ajustar nuestra
estrategia de inversión de acuerdo a las circunstancias personales y las dinámicas del
mercado.
Tipos de activos en los que podemos invertir
Dado que ya sabemos qué es la asignación de activos, lo siguiente que vamos a explorar son los diferentes tipos de activos en los que alguien podría invertir durante el proceso de asignación de activos.
Entre los activos más habituales podemos destacar los que se muestran a contonuación:
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Acciones: Estas representan una participación en una empresa. Cuando compras acciones de una compañía, básicamente estás adquiriendo una pequeña parte de esa entidad. Las acciones pueden ofrecer altos rendimientos, pero también son volátiles y presentan un nivel de riesgo mayor que otros activos.
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Bonos: Son instrumentos de deuda que las empresas o los gobiernos emiten para financiarse. Al comprar un bono, estás prestando tu dinero a la entidad emisora durante un período de tiempo determinado a cambio de un interés. Suelen ser menos volátiles que las acciones y ofrecen rentabilidades más estables, aunque generalmente más bajas.
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Bienes raíces: Invertir en propiedades, ya sean viviendas, locales comerciales o terrenos, es otra opción. Los bienes raíces pueden proporcionar ingresos regulares a través de alquileres y también una posible apreciación del valor del inmueble a lo largo del tiempo.
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Fondos mutuos o de inversión: Son instrumentos que agrupan el dinero de muchos inversores para invertir en una variedad de activos, como acciones, bonos, etc. Permiten diversificar el riesgo y son gestionados por profesionales.
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Materias primas: Como el oro, el petróleo o productos agrícolas. Su valor puede fluctuar según factores globales como la oferta, la demanda, la geopolítica o las condiciones climáticas.
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Productos derivados: Son instrumentos financieros cuyo valor se "deriva" de otro activo, llamado activo subyacente (que puede ser una acción, un índice bursátil, una materia prima, etc.). Los derivados pueden ser complejos y no son recomendables para inversores novatos.
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Inversiones alternativas: Aquí se incluyen opciones como el arte, los vinos finos, las monedas antiguas, entre otros. Son menos tradicionales y no pueden ser líquidos, pero algunas personas las consideran como una forma de diversificar su cartera.
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Liquidez o efectivo: Aunque mantener dinero en efectivo o en cuentas de ahorro no es propiamente "invertir", es esencial tener una parte de liquidez disponible para cubrir imprevistos o aprovechar oportunidades de inversión.
Estos son solo algunos ejemplos de los múltiples activos disponibles. La clave de la asignación de activos, como hemos señalado anteriormente, es equilibrar la cartera según los objetivos, el horizonte temporal y el apetito de riesgo del inversor. Además, por esta misma razón, no todas las personas tendrán la misma distribución en sus inversiones; ya que ello, en última instancia, depende de su situación y sus metas particulares.
El proceso de asignación de activos
La asignación de activos es un proceso que, en esencia, busca equilibrar riesgos y beneficios al distribuir las inversiones entre diferentes tipos de activos. Los expertos siguen un proceso concreto para determinar la mejor forma de asignar los recursos.
A continuación, te detallo ese proceso:
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Definición de objetivos: Antes de nada, es fundamental conocer cuál es el objetivo de la inversión. ¿Se busca un beneficio a corto plazo? ¿O se prefiere una inversión a largo plazo? Las respuestas a estas preguntas influirán en las decisiones posteriores.
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Evaluación del perfil del inversor: No todos los inversores tienen la misma tolerancia al riesgo. Algunas prefieren inversiones más seguras, aunque con menos rentabilidad, mientras que otras están dispuestas a asumir más riesgo en busca de mayores beneficios. Conocer este perfil es esencial para determinar la determinación de activos.
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Análisis del mercado: Aquí se examinan las condiciones actuales del mercado y las tendencias futuras. ¿Qué sectores están en auge? ¿Cuáles presentan más riesgos? Esta fase es vital para identificar oportunidades y amenazas.
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Selección de activos: Una vez analizado el mercado, se eligen los activos que mejor se adecuen a los objetivos y al perfil del inversor. Estos activos pueden ser variados: acciones, bonos, bienes raíces, materias primas, entre otros.
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Determinación de porcentajes: Aquí es donde realmente se "asignan" los activos. Según el análisis anterior, se decide qué porcentaje del total de la inversión se destinará a cada tipo de activo. Por ejemplo, un 50% en acciones, un 30% en bonos y un 20% en bienes raíces.
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Revisión constante: El mercado es cambiante, y lo que hoy es una buena inversión, mañana no puede serlo. Por ello, es importante revisar y ajustar periódicamente la reducción de activos, adaptándola a las nuevas circunstancias del mercado y posibles cambios en los objetivos o en el perfil del inversor.
En resumen, la eliminación de activos no es algo que se haga al azar. Es un proceso cuidadoo, respaldado por un análisis exhaustivo, que busca maximizar los beneficios y minimizar los riesgos de una inversión.
Estrategias de asignación de activos
en el ámbito de la protección de activos, los expertos aplican diversas estrategias para determinar cómo distribuir el capital entre diferentes tipos de inversiones. Vamos a entender algunas de estas tácticas:
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Asignación estratégica de activos: Se trata de una estrategia a largo plazo basada en previsiones de rendimientos, volatilidades y correlaciones esperadas para cada clase de activo. En esta táctica, se establecerán porcentajes fijos para cada tipo de activo según los objetivos y perfil de riesgo del inversor, y se revisará y ajustará periódicamente, como temporalmente, para mantener esos porcentajes.
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Asignación táctica de activos: A diferencia de la estratégica, la táctica permite variaciones temporales y puntuales de los porcentajes establecidos para aprovechar situaciones de mercado concreto. Se centra en oportunidades a corto o medio plazo para obtener rendimientos superiores.
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Asignación dinámica de activos: En esta estrategia, los expertos ajustan continuamente la mezcla de activos en respuesta a movimientos en los mercados o en la economía. Buscan recordar tendencias o impulso en los precios de los activos.
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Asignación constante (o de reequilibrio): Aquí, se invierte una suma fija de dinero en cada clase de activo sin importar el comportamiento del mercado. Si una clase de activo disminuye su valor, se compra más, y si aumenta, se vende una parte. Este proceso se realiza con regularidad, por ejemplo, trimestral o anualmente.
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Diversificación global: Consiste en invertir en diferentes mercados alrededor del mundo. Al diversificar geográficamente, se busca captar las oportunidades de crecimiento en diferentes regiones y reducir el riesgo de estar concentrado en un solo mercado.
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Enfoque basado en factores: Algunos expertos seleccionan activos protegidos en factores específicos que históricamente han demostrado ofrecer rendimientos superiores, como la volatilidad, el impulso, la calidad, entre otros.
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Asignación basada en objetivos: En lugar de utilizar únicamente en las clases de activos, esta estrategia se enfoca en los objetivos específicos del inversor, como la jubilación, comprar una casa, financiar estudios, etc., y asigna activos que se alinean con cada objetivo y su plazo.
Estas estrategias no son excluyentes entre sí. A menudo, un experto combinará varias tácticas para construir una cartera que se ajuste a las necesidades y perfil de riesgo de su cliente.
Recomendaciones para la asignación de activos
Entender la asignación de activos puede parecer complejo, pero con ciertas recomendaciones, este proceso se simplifica bastante.
Veamos algunas de estas recomendaciones para llevar a cabo una correcta asignación de activos:
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Define tus objetivos: Antes de cualquier decisión, es fundamental que tengas claro para qué estás invirtiendo. ¿Es para la jubilación, comprar una vivienda, un viaje simplemente o aumentar tu patrimonio? Según la meta y el tiempo que tengas para alcanzarla, deberás seleccionar activos distintos.
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Conoce tu perfil de riesgo: No todos los inversores son iguales. Algunos duermen tranquilos aunque su inversión tenga altibajos, mientras que otros prefieren una inversión más estable, aunque ofrezcan menores rendimientos. Analiza cuánto riesgo estás dispuesto a asumir y ajusta tu cartera en consecuencia.
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Diversifica: Como dice el dicho popular, "no pongas todos los huevos en la misma cesta". Al distribuir sus inversiones entre diferentes activos y mercados, reduce el riesgo de pérdidas considerables si uno de ellos no funciona como se esperaba.
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Revisa y ajusta: El mercado cambia y tus circunstancias personales también. Es importante que, de vez en cuando, revise cómo están distribuidos sus activos y realice los ajustes si es necesario.
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Infórmate y educa: Mantente al día sobre las tendencias del mercado y las novedades en el mundo financiero. No es necesario que te conviertas en un experto, pero un poco de educación financiera te ayudará a tomar decisiones más acertadas.
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Busca consejo experto: Si no te sientes seguro o no tienes el tiempo necesario para gestionar tu cartera, puedes considerar la ayuda de un asesor financiero. Este profesional te guiará en el proceso y te ayudará a tomar decisiones basadas en tus objetivos y perfil de riesgo.
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Paciencia y constancia: Los beneficios de una buena protección de activos no se ven de la noche a la mañana. Es un proceso a largo plazo. Mantén la calma en momentos de volatilidad en el mercado y recuerda siempre tus objetivos iniciales.
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Evita decisiones impulsivas: El mundo de las inversiones puede ser emocionante, ya veces, puede tentarte tomar decisiones impulsivas basadas en noticias o rumores. Es esencial que mantengas la objetividad y no te dejes llevar por el momento.
Siguiendo estas recomendaciones, podrás tener una cartera equilibrada que se ajuste a sus necesidades, a tu perfil de riesgo y te permita alcanzar tus objetivos
Ejemplo de asignación de activos
Para terminar, y con el fin de comprender bien este importante concepto, veamos un ejemplo que ilustre lo que queremos decir con este importante concepto.
Imagina a Marta, una mujer de 35 años que ha ahorrado 10.000 euros. Decide invertirlos pensando en su futuro, con el objetivo principal de tener un fondo para su jubilación, pero también desea obtener algún beneficio en el corto y mediano plazo.
Dada su edad y el tiempo que le queda hasta la jubilación, Marta puede permitirse asumir un riesgo moderado. Tras informarse y recibir asesoramiento, decidir dividir su inversión de la siguiente manera:
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Acciones de empresas: Marta decide invertir un 50% de su dinero aquí, especialmente en empresas de tecnología y energías renovables, que han mostrado un crecimiento constante en los últimos años. Sabe que este tipo de inversión es más volátil, pero a largo plazo puede obtener buenos rendimientos.
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Bonos: Otro 30% lo destina a bonos gubernamentales. Son menos rentables que las acciones, pero ofrecen una mayor seguridad y estabilidad.
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Fondos inmobiliarios: Marta cree en el potencial del mercado inmobiliario a medio plazo, así que invierte un 15% en un fondo que se dedica a comprar propiedades para alquilarlas.
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Metales preciosos: Finalmente, decide invertir un 5% en oro, ya que es un refugio tradicional en tiempos de incertidumbre económica.
Con el paso de los años, Marta revisa y ajusta su cartera según los cambios en el mercado y en su vida personal. Al acercarse a la jubilación, por ejemplo, decide trasladar una parte mayor de su inversión a activos más conservadores, como bonos o depósitos a plazo.