Esta semana ha estado marcada por el debate electoral entre Alfredo PePunto Rubalcaba y Rajoy, (que por no tener, no tiene ni chascarrillo). Me había prometido no ver el debate por la sencilla razón de que desde hace bastante tiempo, no puedo ver o escuchar a los políticos. Es verlos y ponerme de una mala leche que no me puedo soportar. La única forma que tengo de saber qué es lo que dicen es leer sus declaraciones; también me agarro unos cabreos finos, pero por ahora aún puedo soportar las declaraciones leídas.
Sin embargo, el día del debate puse la tele, aunque realmente no le estuve haciendo mucho caso, gracias a una llamada oportunísima, que me distrajo del debate, (aunque oficialmente era para comentarlo en time real). Agradezco muchísimo la llamada, porque en caso contrario lo hubiese visto a pesar de que no me interesaba lo más mínimo.
No se me entienda mal; es evidente que no soy una persona precisamente desinteresada por las cosas que nos deberían interesar, y unas elecciones deberían ser algo que nos importa a todos. Lamentablemente, dada la deriva de la democracia y en particular la española, las elecciones han pasado a ser una cosa a prescindir. En estos días es fácil cuestionarse para que demonios queremos un parlamento, un gobierno, jueces y todo el aparataje, si al final todo lo deciden otros y el gran éxito de España es que tenemos unos políticos, (tanto en gobierno, como en oposición), cuya mayor virtud es que no presentan la mínima resistencia a los chantajes, (vengan de donde vengan). Claro que luego recuerdo que este es el principal problema, muy relacionado con el hecho de que esta crisis viene derivada precisamente por la inutilidad de nuestras instituciones cuando son más necesarias, en lugar de por su existencia.
Pero si el nombre de nuestro presidente y la composición de nuestro parlamento ha pasado a ser un detalle sin importancia, lo de los debates es ya el colmo del absurdo. Por la sencilla razón de que antes del debate ya sabemos que Rubalcaba iba a echar en cara a Rajoy lo que va a hacer, olvidando que el PSOE hace lo mismo, mientras Rajoy iba a estar lo más callado posible mientras reprocha al PSOE lo que ha hecho, no mencionando en ningún momento que va a hacer lo mismo que el PSOE.
Esto se sabía desde el principio, como el hecho de que Rubalcaba tiene una gran habilidad para manipular, (lo cual según como le vaya en la feria a cada uno es una virtud o un defecto), y Rajoy tiene la gran habilidad de dominar perfectamente la táctica de “siéntate a esperar como pasa el cadáver de tu vecino”; (también virtud o defecto según la feria de cada uno).
Pero el aspecto más importante que desvirtúa tanto los debates como el resto de la actividad de los políticos es la mentira. ¿Para que vamos a leernos los programas o escuchar lo que nos dicen si no hacen otra cosa que mentir?. De hecho entender a los políticos se acaba de convertir en un juego en el que tratamos de adivinar lo que quieren decir, en base a lo que ocultan, y aceptando que lo más normal del mundo son las mentiras.
Esta es la única novedad del debate donde resulta que primero Rubalcaba y luego Rajoy la cagaron pero bien, en un momento de acaloramiento, (para que luego nos preguntemos porque siempre se intenta que los debates sean aburridos).
En medio de la discusión sobre la educación, Rubalcaba está echando en cara que la educación pública en Madrid se está deteriorando, a lo que Mariano Rajoy responde con el informe PISA, (¡informes!, ¡otro gran invento!). En medio de la discusión Rubalcaba dice: “Ahora es usted el que mieeeeennnnnnnteeeeee”, dándose cuenta de lo que está diciendo cuando está acabando la frase. La cámara enfoca a Rajoy, que sonríe divertido y en un alarde de velocidad mental, lo que hace es darle la salida a Rubalcaba, sustituyendo la palabra “miente” por “interrumpe”.
En definitiva, todo el mundo sabe que mienten, pero esto es como mentar la soga en la casa del ahorcado. A pesar de que todo el mundo sepa que está ahí, nadie puede reconocerlo. Y aquí estamos intentando elegir a quién votar sabiendo que el PSOE nos ha hundido, (y no vale lo de la crisis financiera porque nos están hundiendo con decisiones tomadas día sí y día también), pero que a su vez existe el riesgo de que el PP exagere las medidas que nos han hundido, (que hunden lo mismo tanto si las propone el PP como si las propone el PSOE). Y he puesto la palabra “riesgo” cuando me refiero a lo que puede ocurrir, tan sólo por la vana esperanza de que sindicatos, medios y sociedad civil reaccionarán contra unas medidas absurdas que tome el PP, (sinceramente creo que el PP no hubiese podido aprobar todo lo que ha aprobado el PSOE sin sacar los tanques a la calle). Claro que votar al PP porque a este partido sí que se le presiona tiene el problema de la fuerza de los sindicatos y demás, (reducida a la mínima expresión debido a que se han vendido de una forma patética), y por supuesto de la previsible mayoría absoluta del PP, que desde luego no es deseable. En definitiva un cacao maravilloso donde sólo el estado de ánimo puede ayudarnos a decidir entre los dos partidos.
Todo ello aderezado con un juego de mentiras salvajes que necesitan de unos esfuerzos titánicos para creérselas, y un repertorio de partidos que se completan con UPyD que básicamente es lo mismo, (vale que más fresco y con más presencia en las redes sociales que les lleva incluso a esconder ciertas actitudes que asustan y mucho); IU que sencillamente en muchos aspectos está en las nubes; unos partidos nacionalistas que hace tiempo que están de oferta ya que un museo o una gestión de un aeropuerto sirven para que vendan lo que tengan que vender y alguna novedad por ahí, que lógicamente no tendrá votos porque se basa en Internet, (y por mucho que los que por aquí andamos creamos que es el centro del mundo es en realidad una parte reducida de los votantes) y además, por lo menos en mi caso, genera mucha desconfianza.
Este es el panorama al que nos enfrentamos en las elecciones que se van a celebrar la semana que viene. Por cierto, si alguien me pregunta si voy a votar, tengo que decir que sí. Si me preguntan a quien, tendré que decir que no voy a votar ni a PP, ni a PSOE, porque he decidido no volver a votar a ninguno de los partidos que han cometido la traición de la reforma de la constitución, (sigo convencido de los problemas que inminentemente nos va a ocasionar la prioridad absoluta de pago). Como voy a votar a alguien, por las razones que explica anonymous en el video que he colgado, pues ya veré cual es la opción menos mala, que a día de hoy no lo tengo claro.