La semana pasada Rubalcaba comunicó un sueldo en el PSOE mucho más bajo que el de Rajoy, mientras que la chica esta de la campaña de marketing de los socialistas anunciaba que su sueldo ascendía a 1.500 euros, (dijo el neto), y acabó con la aprobación del anteproyecto de la reforma local en la que básicamente se reducían los sueldos de los alcaldes, y se eliminan los sueldos para algunos de los concejales, mientras se dejan algunas competencias en manos de las diputaciones.
Es fácil concluir que estamos en plena batalla en la que el ganador es el que tiene el mejor sueldo, lo cual nos lleva, de alguna forma curiosa a que esto es lo que se entiende por profesionalismo. Sin embargo, todo esto va en contra de lo que debería ser la salida de la crisis. El problema de España no son los sueldos demasiado altos; En las declaraciones de la renta de Rajoy en la época en la que era líder de la oposición, tengo que decir que no me parecen unos rendimientos para nada exagerados. De hecho no es normal que tenga unos ingresos superiores por un anticipo de un libro que por un año de oposición.
Desde luego el sueldo del presidente del gobierno, o de la oposición han de ser más altos y en general me cuesta encontrar sueldos disparados en relación a los precios. Otra cosa es que los sueldos sean bajos, pero que luego se completen con un sistema de dietas más o menos estructural y sobre todo con sobresueldos de cualquier tipo, y otra cosa es que los sueldos se comparen con la utilidad que se perciben. Es decir, el problema no es que cobren mucho; el problema es que cobran de forma oscura y que desde luego no responden ante los ciudadanos.
La profesionalidad no tiene en absoluto nada que ver con cobrar poco; tampoco con cobrar mucho. La profesionalidad en política ha de tener que ver con el hecho de responder a los ciudadanos y desde luego no entrar en juegos de intereses, oscurantismos y en definitiva de corrupción; tiene que ver con cumplir las promesas a los ciudadanos, (no a otros, que siempre se cumplen), y desde luego tiene que ver con responder ante los ciudadanos. En este sentido parece increíble que respecto a los ayuntamientos, lo único que se hace es que dejen de prestar unos servicios que no le corresponden pero que el resto de administraciones no cumplen, (a pesar de que sí les corresponderían). Los problemas en los ayuntamientos son muy evidentes, pero sobre todo en áreas de urbanismo y concesiones de obras y otros servicios públicos, pero no tanto en el campo de los servicios sociales, donde la cercanía con los administrados son un punto importante. Lo curioso es que todo pasa a las diputaciones que estarán mucho más lejanas al ciudadano, menos controladas y desde luego sin menor corrupción.
Lejos de introducir nuevos sistemas de control y sobre todo prohibir de forma taxativa todo un sistema de dietas por el que determinadas personas ni cotizan, ni son controladas, ni tributan y sobre todo por limitar todo tipo de actividades complementarias, lo que se hace es precisamente sacar una normativa de tal forma que lo único que tiene sentido, (sueldo a cambio de servicios) es lo que se cargan directamente.
Nos cuentan que ahora, sin cobrar, sólo se van a meter a política las personas que tengan una verdadera vocación; pero en realidad lo que nos vamos a encontrar, (y no es difícil anticiparlo) es con personas que no tengan escrúpulos ninguno en tratar de conseguir dinero de otra forma.
Y aún por encima, este esquema de pensamiento, nos lleva a un problema adicional. El problema en España no es precisamente de sueldos bajos, sino que estamos ante una situación en la que los sueldos y los precios están muy descompensados después de toda una suerte de medidas que han destrozado a los ciudadanos. No se trata de bajar sueldos, se trata de subirlos.
