En 2023 vivimos el mayor acontecimiento climático registrado en 40 años. Su origen fue natural, pero nos mienten diciendo que es culpa de nuestras emisiones.
Los acontecimientos meteorológicos de 2023 son verdaderamente excepcionales, pero el catastrofismo imperante en relación al cambio climático está dificultando su correcto análisis científico. A continuación voy a presentar argumentos que apoyan que nos encontramos ante un acontecimiento natural extraordinario y extremadamente infrecuente en la historia del clima.
Los acontecimientos meteorológicos de 2023 son verdaderamente excepcionales, pero el catastrofismo imperante en relación al cambio climático está dificultando su correcto análisis científico. A continuación voy a presentar argumentos que apoyan que nos encontramos ante un acontecimiento natural extraordinario y extremadamente infrecuente en la historia del clima.
1. Un calentamiento fuera de escala
Puesto que el planeta se está calentando desde hace 200 años, y nuestros registros globales son incluso más recientes, cada pocos años se registra un nuevo año más caliente de la historia. Pese a la mucha publicidad que se le da a esto cada vez que pasa, en realidad la noticia sería que no ocurriera, como pasó entre 1998 y 2014, periodo familiarmente conocido como la pausa.
Desde 1980, 13 años han batido el record de temperature. Es decir que cabe esperar que cada 3-4 años se produzca un año más caliente. ¿Qué hay de especial en el récord de 2023 y previsible récord de 2024?
Para empezar 2023 batió el record por el margen más amplio en los registros, 0,17°C. Esto puede no parecer mucho, pero si todos los récords fueran por este margen pasaríamos de +1,5°C a +2°C en tan solo 10 años, y alcanzaríamos +3°C 20 años más tarde.
Además, para producir tanto calentamiento, casi todo el globo mostró un calentamiento por encima de la media. 2023 fue un año de verdadero calentamiento global, aunque la mayor parte del calentamiento se produjo en el hemisferio norte.
El resultado es que por primera vez se ha superado el límite de +1,5°C en el cómputo de todo un año en una de las bases de datos principales, Berkeley Earth, y 2024 promete otro récord de temperatura.
La superación tan pronto del límite de calentamiento establecido como peligroso ha producido cierta confusión, aumentada por el hecho de que no parece notarse gran diferencia. Hasta el hielo en el Ártico continúa por encima de la media de la pasada década. Y si ya hemos superado el límite y el clima no tiene arreglo, ¿qué sentido tiene esforzarse?
Pero las autoridades se han apresurado a indicar que aunque 2023 o 2024 estén por encima de +1,5°C no hemos superado todavía el límite. La cosa tiene truco. La temperatura global no es la temperatura de un mes o un año, es la temperatura de la tendencia lineal de los últimos 30 años que, según el sistema europeo Copernicus, es de +1,28°C y se espera que supere +1,5°C en 10 años. [1]
2. Territorio desconocido
En junio de 2023 comenzó una ola de calor sin precedentes en 40 años en el Atlántico Norte, con temperaturas 5°C más calientes de lo habitual. Carlo Buontempo, el director de Copernicus, dijo que el mundo estaba adentrándose en un territorio desconocido y que nunca habíamos visto nada igual en nuestra vida. [2] Para darse cuenta de lo que tenía tan confundidos a los científicos es necesario ver la evolución de la temperatura de los océanos de la Tierra a lo largo del año desde 1979.
Los océanos de la Tierra, de media, están más calientes en febrero-marzo y más fríos en octubre-noviembre, con un máximo intermedio en agosto. Es un ciclo anual que se debe a la inclinación del eje de la Tierra, la disposición de los continentes, y a cambios estacionales en la circulación atmosférica y el albedo. Un ciclo que, desde que hay mediciones, nunca se había roto hasta 2023. Este año muestra un calentamiento acentuado desde enero, lo que le lleva a establecer records diarios de temperatura desde comienzos de abril. Pero lo absolutamente asombroso es que el océano se siga calentando en junio y julio hasta establecer un máximo anual en agosto, algo que no había sucedido nunca. Y el calentamiento hasta agosto es asombroso, unos 0,33°C por encima del récord de 2016, lo que para el océano es una barbaridad. A partir de ese punto el ciclo anual comienza a comportarse con normalidad, pero a una temperatura muy superior que va descendiendo lentamente. En junio de 2024, tras 415 días de récord de temperatura, el océano continúa unos 0,2°C más caliente de lo que debiera.
La expresión de Buontempo (buen tiempo en español) de haber entrado en "territorio desconocido" se volvió muy popular. Sin embargo, asume que hemos llegado a esta situación para quedarnos en ella, cuando los datos indican que se trata de una anomalía puntual con efectos decrecientes. De momento nos enseña que nada dramático sucede cuando nos asomamos al límite de calentamiento políticamente establecido.
Gavin Schmidt, director del Instituto de la NASA a cargo de la vigilancia del clima, también utiliza la expresión "territorio desconocido" cuando explica que la anomalía de 2023 preocupa a los científicos, y dice que los modelos climáticos no son capaces de explicar por qué la temperatura del planeta se disparó de pronto en 2023. La anomalía de temperatura no solo era mucho más grande de lo esperado, sino que se presentó meses antes del inicio de El Niño. En sus propias palabras:
"La anomalía de temperatura de 2023 ha surgido de la nada, revelando una laguna de conocimiento sin precedentes quizá por primera vez desde hace unos 40 años. Podría implicar que el calentamiento del planeta ya está alterando fundamentalmente el funcionamiento del sistema climático, mucho antes de lo que los científicos habían previsto." [3]
Según Gavin podríamos haber roto el clima y los modelos ya no servirían.
En lugar de abandonar la ciencia por la especulación disparatada examinemos los posibles factores responsables del calentamiento abrupto que Gavin Schmidt descarta diciendo que podrían explicar como mucho unas centésimas de grado, para lo cual tiene poca evidencia.
3. El Niño es inocente
Es poco probable que El Niño sea responsable por la sencilla razón de que un calentamiento global abrupto así no tiene precedentes en nuestros registros y El Niño tiene múltiples precedentes. Además El Niño calienta mucho una región específica del Pacífico ecuatorial y afecta fundamentalmente al Pacífico, mientras que "el acontecimiento de 2023" calentó extraordinariamente partes del Atlántico Norte. Ello no impide a científicos como Jan Esper y Ulf Büntgen decir que 2023 es coherente con una tendencia al calentamiento inducido por gases de efecto invernadero que se ve amplificada por un fenómeno de El Niño. [4] Claramente no han examinado los datos antes de escribir eso, ni tampoco los revisores de su artículo en Nature.
La relación de la temperatura del Pacífico ecuatorial con la del océano global cuando tiene lugar un Niño se presenta en la siguiente figura.
La anomalía de temperatura en la región Niño 3.4 del Pacífico muestra los Niños muy fuertes de 1983, 1998 y 2016, así como los Niños fuertes de 1988, 1992, 2009 y 2024. Los años corresponden al mes de enero durante el evento. Al representar la anomalía de temperatura sobre el océano global por satélite sin su tendencia a largo plazo, observamos una correspondencia muy grande. La tendencia a largo plazo responde a otras causas, pero las variaciones de temperatura corresponden a la exportación de calor desde el Pacífico ecuatorial al resto del globo.
También observamos dos cosas. La primera es que la correspondencia falla en dos periodos, en 1992 a consecuencia de la erupción del Pinatubo un año antes, y en 2024. La segunda observación es que para todos los Niños fuertes o muy fuertes, la fuente del calor, es decir el Pacífico ecuatorial, se calienta antes y se calienta más o igual en términos relativos de lo que se calienta el océano global más tarde. En el Niño de 2024 no pasa eso. El calentamiento es simultáneo y mayor de lo que debiera fuera del Pacífico ecuatorial.
La Oscilación Decadal del Pacífico (PDO) suele describirse como un patrón de variabilidad climática de larga duración similar a El Niño en el Pacífico norte. Y esto resulta evidente cuando comparamos ambos tras eliminar una tendencia a largo plazo que la PDO no debería tener. La coincidencia es muy grande, y de nuevo vemos una importante anomalía en 1991 debido a la erupción del Pinatubo. Pero aún más importante es la anomalía de 2023-24 cuando la PDO muestra cambios extraordinariamente pequeños y permanece negativa cuando debería ser positiva.
Para entender esta respuesta hay que considerar que la fase caliente de la PDO requiere que el Pacífico Noroccidental esté frío, pero como hemos mostrado anteriormente, el Pacífico Noroccidental estuvo muy caliente en 2023, lo que hizo que la PDO permaneciese en fase fría. Una fase negativa de la PDO durante el Niño no tiene precedentes y descarta categóricamente que El Niño haya sido la causa del calentamiento abrupto que tan confundidos tiene a los científicos. De hecho, cabe la posibilidad de que el calentamiento de los océanos que comenzó en el mes de marzo de 2023 haya sido la causa de El Niño de 2024, al provocar un debilitamiento de los vientos alisios en el Pacífico ecuatorial.
Quiero agradecer a Charles May el llamar mi atención sobre estos datos con el excelente trabajo de análisis que realiza cada mes.
4. Los aerosoles de sulfato no son responsables
Otra de las posibilidades que se barajan es la reducción de aerosoles de sulfato debida al cambio en las regulaciones de los combustibles de barcos que tuvo lugar en 2020.
La reducción de emisiones de azufre que tiene lugar desde finales de los 70 se considera un factor de calentamiento significativo, al reducir las emisiones de radiación de onda corta reflejadas desde la atmósfera. Sin embargo la reducción de emisiones de dióxido de azufre procedentes de combustibles de barcos desde 2020 se estima en un 14% de todas las emisiones.
Un reciente estudio todavía bajo revisión por pares utiliza un modelo climático para calcular que la reducción de emisiones de azufre desde 2020 podría causar un calentamiento global de 0,02°C en la primera década. [5] Puesto que solo en 2023 el calentamiento ha sido 10 veces mayor, es difícil pensar que la reducción de emisiones desde 2020 haya podido ser un factor importante en el calentamiento abrupto de 2023.
En la figura, la curva azul es el calentamiento global previsto con el combustible de barcos usado anteriormente, y la curva roja el previsto con el combustible con un 80% menos de azufre. La diferencia entre ambas curvas para la década de 2020-30 es la barra verde de 0,02°C.
5. El aumento de CO₂ no lo causó
La cantidad de CO₂ en la atmósfera se incrementó ligeramente en 2023 en unas 2,5 partes por millón.
El incremento de 418,5 a 421 ppm representa un aumento del 0,6% y es similar al aumento que ha tenido lugar cada año de las últimas décadas. Nada en nuestro conocimiento del efecto del aumento de CO₂ sobre el clima indica que un aumento tan pequeño haya podido resultar en un calentamiento tan grande y abrupto. No hay ningún estudio que apoye que el aumento progresivo del CO₂ pueda dar lugar a un aumento repentino de la variabilidad climática. Por eso todas las predicciones de los modelos son a largo plazo y afectan a la estadística de los fenómenos meteorológicos. La prueba de ello es que los científicos y modelos no pueden explicar lo ocurrido en 2023.
6. El volcán de Tonga principal sospechoso
Algo más de un año antes del calentamiento abrupto, en enero de 2022, tuvo lugar una erupción volcánica en Tonga extremadamente inusual. ¿Cómo de inusual? Fue una erupción con un índice de explosividad VEI 5, capaz de alcanzar la estratosfera, de las que ocurren cada 10 años de media. Pero fue una explosión submarina a muy poca profundidad, unos 150 metros bajo la superficie del mar. Ello hizo que proyectara 150 millones de toneladas de agua a la estratosfera.
En los últimos 200 años ha habido bastantes erupciones con VEI 5 o mayor aunque no todas afectaron al clima global. Esta figura muestra con puntos la fecha en que tuvieron lugar y la elevación a la que estaba situado el cono del volcán. Las barras amarillas indican la distribución por franjas de 500 m de elevación de las erupciones. La erupción de Tonga fue una explosión submarina a muy poca profundidad, unos 150 metros bajo la superficie del mar.
En nuestros registros de 200 años solo hay otra erupción submarina con VEI 5, la que tuvo lugar en 1924 junto a la isla japonesa de Iriomote a 200 m de profundidad y que no afectó a la atmósfera. Solo se observaron efectos en la superficie del mar. Científicos de la NASA piensan que la explosión de Tonga tuvo lugar a la profundidad adecuada para proyectar mucha agua a la estratosfera. [6] Esta profundidad se indica con una línea roja. Por lo tanto la erupción de Tonga representa un suceso único en 200 años y que probablemente ocurre menos de una vez por milenio. La ciencia ha sido muy afortunada. Nosotros no tanto.
Sabemos que las erupciones volcánicas fuertes, capaces de alcanzar la estratosfera, pueden tener un efecto muy fuerte sobre el clima durante unos pocos años, y que este efecto puede venir retrasado más de un año. La erupción del monte Tambora en abril de 1815 tuvo unos efectos globales sobre el clima, pero estos se desarrollaron 15 meses más tarde, cuando en 1816 tuvo lugar el año sin verano. Estos efectos retrasados fueron simultáneos a la aparición de un velo de aerosoles de sulfato en la atmósfera del hemisferio norte debido a los cambios estacionales en la circulación estratosférica global.
En esta imagen en el eje vertical observamos la anomalía de vapor de agua en la estratosfera entre 15 y 40 km de altura con tonos ocres para valores negativos y verdosos para los positivos. La medición tiene lugar a 45° de latitud en el hemisferio norte. En el eje horizontal está la fecha, y podemos ver que la gran anomalía creada por la erupción de Tonga no aparece en el hemisferio norte hasta un año más tarde, en 2023, cuando se produjo el calentamiento. Por lo tanto hay acontecimientos dinámicos en la estratosfera que presentan el retraso adecuado para coincidir con el calentamiento abrupto de 2023.
Puesto que la erupción de Tonga no tiene precedentes, hay mucho de sus efectos que no entendemos. Pero sí sabemos que el efecto invernadero del planeta es muy sensible a los cambios del vapor de agua en la estratosfera, porque a diferencia de la troposfera, la estratosfera es muy seca y está muy lejos de la saturación de su efecto invernadero.
Como demostraron un grupo de científicos en 2010, el efecto de los cambios en el vapor de agua de la estratosfera es tan importante que el calentamiento entre 2000 y 2009 se redujo en un 25% porque disminuyó en un 10%. [7] Y tras la erupción de Tonga aumentó en un 10% debido a las 150 millones de toneladas de agua que fueron lanzadas a la estratosfera, por lo que podríamos haber sufrido buena parte del calentamiento de toda una década en un solo año.
La estratosfera ya ha comenzado a secarse de nuevo, pero es un proceso lento que llevará bastantes años. En 2023 tan solo 20 millones de toneladas de agua volvieron a la troposfera, un 13%. [8]
7. Descartando el calentamiento natural
Por una parte tenemos un calentamiento abrupto absolutamente sin precedentes que los modelos no pueden explicar y que tiene a los científicos rascándose la cabeza. Dicho calentamiento anómalo por lógica no puede responder a los sospechosos habituales, El Niño, reducción de las emisiones de azufre, o aumento del CO₂, que llevan muchas décadas teniendo lugar.
Por otra parte tenemos una erupción volcánica absolutamente sin precedentes cuyos efectos no podemos saber pero que de acuerdo con lo que sabemos del efecto invernadero debería causar un calentamiento importante y abrupto.
Obviamente no podemos concluir que el calentamiento ha sido causado por el volcán, pero está claro que es con mucha diferencia el principal sospechoso y cualquier otro candidato debería tener que demostrar su capacidad de actuar abruptamente con semejante magnitud antes de ser seriamente considerado.
¿Por qué entonces científicos como Gavin Schmidt defienden sin pruebas ni conocimiento que el volcán de Tonga no ha podido ser responsable? Si el efecto fuera de enfriamiento se echaría la culpa al volcán sin dudarlo un segundo, pero un importante calentamiento natural socava el mensaje de que el calentamiento es culpa de nuestras emisiones. Escuchemos al Secretario General de la ONU en un discurso reciente: [9]
Queridos amigos del planeta, hoy es el Día Mundial del Medio Ambiente. También es el día en que el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Comisión Europea informa oficialmente de que mayo de 2024 será el más caluroso de la historia. Se cumplen así doce meses consecutivos de los meses más calurosos de la historia. Desde hace un año, cada giro del calendario ha hecho subir la temperatura. Nuestro planeta está intentando decirnos algo. Pero parece que no escuchamos... Al igual que el meteorito que acabó con los dinosaurios, estamos teniendo un impacto desmesurado. En el caso del clima, no somos los dinosaurios. Somos el meteorito. No sólo estamos en peligro. Somos el peligro... La verdad es que las emisiones mundiales tienen que disminuir un 9% cada año hasta 2030 para mantener vivo el límite de 1,5 grados.
Ellos evitan hablar de que este calentamiento es natural porque contradice el falso mensaje de que el calentamiento es en su totalidad culpa de nuestras emisiones. Para ellos es más útil hablar de que hemos entrado en territorio desconocido y hace falta redoblar los esfuerzos para reducir las emisiones con urgencia. Es más útil engañar a la gente que decirles que estos 0,2°C extra son totalmente naturales y solo hace falta esperar unos años para que desaparezcan. No es la era de la ebullición global, es la era de la mentira global.
Bibliografía
[2] CNN July 8, 2023. Global heat in ‘uncharted territory’ as scientists warn 2023 could be the hottest year on record.
[4] Esper, J. et al., 2024. 2023 summer warmth unparalleled over the past 2,000 years. Nature, pp.1-2.
[5] Yoshioka, M., et al., 2024. Warming effects of reduced sulfur emissions from shipping. EGUsphere, 2024, pp.1-19.
[6] Lee, J., & Wang, A., 2022. Tonga eruption blasted unprecedented amount of water into stratosphere. NASA Jet Propulsion Lab.
[7] Solomon, S., et al., 2010. Contributions of stratospheric water vapor to decadal changes in the rate of global warming. Science, 327 (5970), pp.1219-1223.
[8] Zhou, X., et al. 2024. Antarctic vortex dehydration in 2023 as a substantial removal pathway for Hunga Tonga‐Hunga Ha'apai water vapor. Geophysical Research Letters, 51 (8), p. e2023GL107630.