España tiene el dudoso honor de ser el país de Europa que peor lo ha hecho en la primera oleada, y en la segunda oleada. Es doloroso ver que el "Spain is different" se refiere también a nuestra bajísima capacidad de respuesta frente a las crisis. ¿Cual es la causa de ello?
1. Crónica de un fracaso
Está claro que el virus es el mismo. Ni afecta más a los españoles, ni es más contagioso aquí. Tampoco puede ser la población por mucho que nuestros gobernantes pretendan compartir con nosotros la culpa. Los españoles no somos muy distintos del resto de los europeos del sur. Hay un porcentaje importante de la población que incumple sistemáticamente toda norma con la que no esté de acuerdo, y desde pequeños se nos entrena a ello. Ha tenido que venir una pandemia para que se haga algo con el problema de los botellones, que están prohibidos desde hace décadas pero se toleraban con una persecución simbólica. Sin embargo en eso tampoco nos diferenciamos de portugueses, italianos o griegos, por poner ejemplos, que tampoco muestran gran respeto por las normas. De hecho la pandemia está demostrando que en buena parte de occidente mucha gente incumple la normativa del uso de la mascarilla (véase EEUU). No es el incumplimiento de las normas lo que nos diferencia.
Descartados el virus y la gente, que son más o menos los mismos, la única explicación posible de lo mal que se enfrenta España a la crisis del coronavirus está en nuestros gobiernos. No cabe otra interpretación. Tenemos el peor gobierno de Europa y el peor sistema de gobierno. No somos absolutamente nada exigentes con quien gobierna, nos basta con que sea de nuestra misma cuerda, y nos hemos dotado de un sistema descentralizado que es carísimo y extraordinariamente ineficaz, que en vez de aportar soluciones cada vez nos da más problemas.
El gobierno, ante el fracaso clamoroso de su gestión frente a la crisis más grave que ha vivido el país en los últimos 80 años se dedica a repartir culpas entre gobiernos autonómicos (preferiblemente gobernados por la oposición) y los ciudadanos. ¿Se han relajado los españoles más que los ciudadanos de otros países que han sufrido mucho menos la pandemia, señor presidente?
El gobierno de España parece olvidar que las situaciones de pandemia son responsabilidad del Ministerio de Sanidad porque es quien tiene las atribuciones y la capacidad de coordinar una respuesta ante un problema que trasciende las fronteras autonómicas. El 20 de mayo el presidente pronunciaba en el congreso las siguientes palabras:
Lo que sí haremos, señorías, es planificar; lo que sí haremos, señorías, es empezar a analizar y a debatir con todos ustedes y negociar la modificación de distintas leyes para garantizar la correcta gobernanza, una vez hayamos levantado el estado de alarma.
Obviamente no lo hicieron. No es que sea una novedad que Sánchez mienta, lo que sería una novedad es que dijera la verdad. Lo que sí hicieron tras el confinamiento y conseguida la ayuda europea fue traspasar la gestión a las comunidades e irse de vacaciones. El resultado estaba cantado de antemano y cabe preguntarse si ha sido el que se buscaba. Sin una fuerte coordinación a nivel estatal algunas comunidades lo han hecho mal, otras fatal y muy pocas bien. El resultado ha sido que España ha recibido un segundo rejonazo en el peor momento posible.
La pandemia del coronavirus, aún siendo muy seria, tiene un efecto limitado sobre la salud de los ciudadanos. Tiene una severidad intermedia (índice de severidad de pandemia PSI 3) entre las pandemias de gripe de 1958 ó 1968 (PSI 2) y la de la gripe española de 1919 (PSI 5). El objetivo primordial que deberíamos tener frente a esta pandemia ha ido cambiando con el tiempo:
15 de Enero a 15 de Febrero de 2020
El objetivo era mantener el país libre de la pandemia. En esta época había información suficiente sobre la gravedad de la pandemia para adoptar medidas tendentes a mantener el país esencialmente libre del virus. La mayoría de los gobiernos ignoraron la amenaza hasta que fue demasiado tarde, pero los que no lo hicieron tuvieron como recompensa países muy poco afectados. Como ejemplo de éxito está Taiwan donde, a pesar de su fuerte conexión con China, la adopción de medidas desde el 31 de Diciembre consiguió evitar la transmisión comunitaria. El gobierno de España fracasó absolutamente en este objetivo. El virus entró en España múltiples veces sin que se hubiera adoptado ni una sola medida.
15 de Febrero a 15 de Marzo de 2020
El objetivo era cortar cuanto antes la transmisión exponencial de la pandemia para evitar el colapso de la sanidad y la necesidad del confinamiento. En una epidemia que se duplicaba cada tres días, cada día era crucial. Cortar la transmisión un día antes supone reducir el número de gente infectada en un 20 %, una semana antes en un 80 %. Aquí es donde el gobierno de España demostró ser el peor de Europa. Dejó pasar día tras día y semana tras semana sin buscar la presencia del virus en España y sin tomar ninguna medida que pudiera reducir su velocidad de propagación. El fracaso fue absoluto.
15 de Marzo a 15 de Junio de 2020
El objetivo era recuperar el sistema sanitario y reducir la incidencia de la epidemia a cifras manejables mediante el confinamiento. Los fracasos anteriores hicieron el confinamiento inevitable. Se intercambia recuperación del sistema sanitario y reducción de la incidencia por daño económico. Las medidas que tomó nuestro gobierno no fueron muy distintas a las de otros gobiernos de nuestro ámbito (índice de rigurosidad de Oxford), pero según indica el informe de movilidad de Google, nuestro confinamiento fue de los más estrictos del mundo, lo que significa que sufrimos económicamente más que la mayoría de los países, más que cualquier país de nuestro entorno (sur de Europa, fig. 1). Nuestro descenso del PIB es también el mayor de Europa en términos porcentuales. El resultado no puede calificarse de fracaso puesto que se consiguió el objetivo, pero el alto coste pagado hace que no pueda considerarse un éxito. Nos salió muy caro.
Fig. 1. Movilidad de los ciudadanos. Datos diarios del descenso porcentual de la movilidad promedio de comercio minorista, recreación, comestibles, farmacia, estaciones de tránsito y lugares de trabajo, con una media móvil de 7 días, entre el 15 de febrero y el 28 de agosto. España es el único país de su entorno que bajó del 75 % de reducción de la movilidad y que permanece por debajo del 20 %. Fuente: Google COVID-19 Community Mobility Report.
15 de Junio a 31 de Agosto de 2020
El objetivo era salvar la temporada turística que es extraordinariamente importante en España. Todo lo que había que hacer era poner los medios y el conocimiento para evitar el crecimiento exponencial de la epidemia durante dos meses y medio y evitar una segunda ola durante el verano. No solo hay países que lo consiguieron durante la primera ola, sino que todos los países europeos han sido capaces de hacerlo sin muchos problemas durante el verano. El fracaso ha sido una vez más absoluto. España rápidamente se ha convertido en el país con más incidencia de Europa y los españoles en apestados mundiales, a los que fuera de 8 países europeos solo se admite sin restricciones en Méjico, Lesotho, Chad, Costa de Marfil, Afganistán, Siria, Yemen, Mongolia y Corea del Norte.
Fig. 2. Nuevos casos de COVID-19 confirmados a 4 de Septiembre en casos por millón de habitantes (media móvil de 7 días). España ha sido el peor país de Europa y de los peores del mundo en ambas olas. Fuente: Financial Times.
Las consecuencias de este triple fracaso dan como resultado no solo la peor crisis sanitaria en un siglo, sino también la peor crisis económica desde los años de la posguerra civil.
2. Las causas del fracaso
¿Por qué hemos sufrido tres fracasos rotundos consecutivos al enfrentarnos a la pandemia? ¿Cual es la anomalía que hace que "Spain is different"?
A mi entender la principal peculiaridad de España está en su desunión. Pocos países muestran unas divisiones internas políticas y territoriales tan profundas como el nuestro. A la división territorial, configurada históricamente a partir de la invasión parcial del territorio por los musulmanes y la fragmentación posterior en pequeños reinos y taifas, se añadió la división ideológica resultante de las dificultades para pasar del antiguo régimen, anterior a la Revolución Francesa, al nuevo régimen y del retraso en transicionar de un modelo agrícola a uno industrial. Estas profundas y latentes divisiones internas dan como resultado dos factores que hacen extraordinariamente difícil que afrontemos las crisis con la unidad necesaria:
– La calidad de nuestros líderes es en líneas generales ínfima. Apenas hay trasvase de votos entre las grandes líneas divisorias, lo que hace que el principal requerimiento a nuestros líderes no sea la calidad o el mérito, sino su fidelidad al ideario. Recordemos el "No es no" de rechazo a un apoyo de estado que aupó a Sánchez, o que el principal mérito de Torra es haber sido puesto a dedo por Puigdemont y no salirse del guión. El bajo nivel de liderazgo se paga cuando vienen mal dadas.
– Nos hemos dotado de un sistema de gobierno extraordinariamente caro e ineficaz. El sistema de autonomías tiene un coste muy alto debido a las multiplicidades, desvertebra el país creando divisiones que no existían (educación, sanidad, justicia), provoca una creciente desigualdad entre ciudadanos, y sitúa al gobierno central en una situación de chantaje permanente abocando al país en una dirección que inevitablemente conduce al conflicto y la ruptura cuando lo único que queda por pedir es la independencia.
La ineficiencia del sistema de autonomías y la ínfima calidad de nuestros líderes son características distintivas que explican mucho mejor que otros factores que España sea el país de Europa que peor ha respondido a la pandemia en la primera ola y en la segunda ola, y el que peor revés económico está sufriendo como consecuencia de ello. Llama la atención que la pésima respuesta a la crisis que tan gravísimas consecuencias nos va a traer no provoque un fuerte rechazo en la ciudadanía. Está claro que tenemos los gobernantes que nos merecemos.
3. El papel de los medios
A los medios se les llena la boca con su responsabilidad como cuarto poder de garantizar la información y la libertad de expresión, pero su actuación a lo largo de la crisis ha sido y continúa siendo absolutamente vergonzosa. Su responsabilidad en febrero y marzo era dar la alerta a los ciudadanos ante lo que se nos venía encima, sin alarmismo pero con rigurosidad (como hice yo), y no actuar de tapa-vergüenzas del gobierno y de la OMS con falsas noticias de que esto era como una gripe con baja mortalidad. A sus lectores, oyentes y televidentes no les sirvieron de nada entonces. No hubo recomendaciones que debieron ser obvias de usar mascarillas aunque fueran caseras, cuando la OMS y el gobierno decían que solo eran necesarias para los que tuvieran síntomas, antes de que hicieran su giro de 180° para decir tardíamente lo que yo llevaba diciendo desde el principio. Las mascarillas y la higiene son las dos únicas medidas junto con el distanciamiento social que tiene la población para protegerse del contagio, y le fueron negadas por los medios, que fallaron en su debida diligencia de informarse e informar.
Desde el fin del confinamiento a los medios se les ha desatado un alarmismo tardío e injustificado por cada nuevo contagio contribuyendo a que la situación parezca mucho peor de lo que realmente es. Nadie debería acercarse a un micrófono o una cámara sin un cursillo básico de estadística que les enseñara que no tiene sentido hablar de récords en una tendencia creciente. ¿Acaso es apropiado decir que un niño bate su récord de estatura cada vez que se le mide? Y también deberían saber que las desviaciones estadísticas sobre datos diarios que dependen del número de tests realizados no pueden interpretarse como que la tendencia empeora o mejora. Resulta patético oírles decir que la tendencia se ha estabilizado en las últimas 24 horas. ¡Qué nivel, Maribel!
Aunque el resto de países no necesita que los medios españoles les digan cual es la situación para imponer restricciones, puesto que se guían por las cifras oficiales, está claro que los medios extranjeros sí se hacen eco de la situación a través de ellos. Por ello el alarmismo de nuestros medios ha contribuido sin duda a que vengan menos turistas este año a España, y a que menos españoles viajaran. Todo ello a pesar de que el riesgo de contagio era bastante más bajo que a principios de Marzo, y la gente ahora sabe como protegerse si quiere hacerlo.
Tras el fracaso de su misión a principios de la pandemia, los medios se han dedicado a tirar piedras contra la economía desde el fin del confinamiento, exagerando indebidamente la situación epidemiológica. Ya tendrán ocasión de pagarlo, porque durante una grave crisis la gente está menos dispuesta a gastar dinero en mantenerse informada de lo que pasa en otras partes.
4. Nuestra situación actual
La segunda ola es muy distinta de la primera. Ya no se detecta solo a los que aparecen por un hospital con síntomas, sino que se hacen tests a gran cantidad de personas asintomáticas. La edad media de los detectados ha caído drásticamente. El índice de mortalidad por casos es muchísimo menor. El índice de asintomáticos es muchísimo mayor. Aunque es imperdonable que el virus siga causando brotes en residencias de mayores, es obvio que la población mayor se está protegiendo mucho mejor durante la segunda ola. El ritmo de crecimiento también es más lento. La enfermedad se duplica cada 1-2 semanas en vez de cada 3 días, como resultado del esfuerzo. No estamos lejos de su estabilización, pero la tarea se vuelve más complicada cuanto más dejamos crecer el número de casos activos.
Fig 3. Nuevos casos y nuevas muertes diarias de coronavirus en España. La segunda ola no tiene nada que ver con la primera. índice de propagación mucho más bajo, población más joven, número de muertes muy inferior. Fuente: Worldometers.
A estas alturas hay que asumir que estamos abandonado el segundo escenario de la pandemia del que yo hablaba allá por Enero de 2020: "Escenarios y consecuencias de la pandemia del coronavirus de Wuhan". Afortunadamente la mortalidad ha resultado menor de la que nos temíamos en las primeras semanas. En España el exceso de muertes en la primera ola fue de 55.000, y de acuerdo al estudio de seroprevalencia el 5,2 % de los participantes mostraba anticuerpos en Abril. Eso nos da un indice de mortalidad por infección máximo del 2,25 %. Es altísimo, pero probablemente sobrestimado. La alta incidencia en España en centros de mayores, y el hecho de que parte de los que han pasado la infección no presenten anticuerpos o los pierdan pronto (además de los falsos negativos), hacen que probablemente la mortalidad de la COVID-19 esté entre el 0,5 y el 1 %.
Fig 4. Exceso de mortalidad en España. El número de muertess en exceso en España entre el 2 de marzo y el 19 de julio es de 57.344. Este exceso de muertes es debido en su práctica totalidad a la pandemia de coronavirus. Fuente: The Human Mortality Database.
La infección no va a ser controlada. Ni siquiera reduciendo el nivel de infección mediante tres meses de un confinamiento que ha constituido un auténtico harakiri económico hemos sido capaces de mantenerla bajo control. Un segundo confinamiento generalizado durante meses es impensable. El SARS-CoV-2 se ha hecho residente permanente en la población humana. Solo unos pocos países van a ser capaces de mantenerse libres de virus, y España claramente no está entre ellos.
Y aquí está el quid de la cuestión. Mantener a la gran mayoría de la población libre de infección mientras está presente un virus altamente infeccioso y con un alto porcentaje de asintomáticos, constituye lo que en dinámica de sistemas se denomina una situación altamente inestable. Tiene un alto coste en medidas con impacto económico, requiere de una gobernanza eficaz y de un alto grado de cooperación por parte de la ciudadanía y a la larga está abocado al fracaso. Los gobernantes deben asumirlo y adoptar políticas racionales a nivel internacional.
Esperar a que una hipotética vacuna nos resuelva el problema se mostrará tan eficaz como cuando se esperaba que nos lo resolviera el calor del verano. Como escribía en mayo en el artículo "Segunda ola de COVID-19", no se podía contar con el factor estacional y una segunda ola en verano era perfectamente posible. Como odio tener razón cuando lo que veo es tan negativo. Ahora escribo que no habrá vacuna que resuelva el problema. Las expectativas ya eran malas debido a todo lo que sabíamos de los coronavirus de los catarros humanos o de enfermedades animales, contra los que no hay vacunas y no se produce inmunidad duradera tras pasar la infección. Ahora tenemos confirmación con la aparición de los primeros reinfectados tras pasar tan solo 5 meses. En el caso del ciudadano de Hong-Kong que se reinfectó en España se han secuenciado los virus de ambas infecciones y se ha visto que son cepas distintas, por lo que la seguridad de que se trata de una nueva infección y no un caso de latencia muy prolongada con recidiva es muy alta.
Si pasar la enfermedad solo produce inmunidad durante unos pocos meses, es muy improbable que se consiga una vacuna que produzca inmunidad duradera. No podemos contar con la vacuna. Como pasa con la vacuna de la gripe habrá que vacunar contra la COVID a la gente más susceptible y al personal sanitario todos los años. Aún así parte de ellos se infectará, esperemos que de forma más leve. Vacunar a toda la población en el espacio de unos pocos meses para tratar de erradicar la enfermedad es factible, pero tampoco hay garantías de que funcione. Yo tengo serias dudas. El coste sería alto, especialmente en tiempos de grave crisis, pero no inasumible. Un problema adicional es que la vacunación obligatoria será rechazada por parte de la población, y probablemente infringe derechos constitucionales.
5. Qué hacemos ahora: Recomendación poblacional
El principal objetivo vuelve a cambiar tras la pérdida de la temporada turística. Sé que nuevamente voy a expresar una opinión disonante con respecto a la oficial, pero hay que cambiar nuestra forma de pensar frente a la enfermedad. Tenemos que avanzar hacia convivir con el virus sin depender de vacunas hipotéticas. Hay que progresar hacia la inmunidad de grupo que requiere que un alto porcentaje de la población pase la enfermedad. Que la gente joven se contagie y pase la enfermedad sin síntomas o con síntomas leves no es una tragedia, es fantástico. En algún lugar entre el 40 y el 60 % de gente con resistencia el virus pierde la capacidad de generar brotes de crecimiento exponencial y pasa simplemente a estar presente como los catarros o la gripe, excepto que sin estacionalidad de momento. España es ya uno de los países con inmunidad de grupo más alta del mundo. La recuperación de la economía debe tomar absoluta precedencia sobre la lucha contra el virus, con la salvedad de evitar el colapso de la sanidad.
En vez de la tragedia que se nos presenta en los medios porque los jóvenes sigan conductas de riesgo, a mí me parece fenomenal. Los datos muestran que la gran mayoría pasa la enfermedad sin problemas. Lo único que hay que hacer es evitar que se nos vaya de las manos y el virus se cuele en las residencias de mayores y nos llene las UCIs. Los jóvenes que conviven con personas mayores deberán mostrar responsabilidad y evitar contagiarse. A lo mejor esto hace que la gente eche a los hijos de casa a los 18 años como en los países civilizados. Al fin y al cabo el precio del alquiler no puede ser una excusa en un país donde la okupación es una actividad sancionada por la ley (manda cojones).
El inicio del curso escolar que tanta angustia está causando no es ningún problema. Como ya escribí en un comentario a finales de Mayo, los niños deben ir al colegio. Aportaba la publicación:
Munro, A.P. and Faust, S.N., 2020. Children are not COVID-19 super spreaders: time to go back to school. Archives of disease in childhood. Los niños no son super-contagiadores: Es hora de que vuelvan al colegio.
Estudios más recientes lo confirman.
Los niños pasan una forma muy leve de la enfermedad y presentan una respuesta inmunológica distinta frente al virus. Ello hace que aunque sean contagiosos, lo son poco. De media contagian a menos de una persona, por lo que no sostienen brotes. En los inicios de la pandemia hubo brotes asociados a reuniones, iglesias, gimnasios, conciertos, manifestaciones, pero no colegios. De hecho ni siquiera deberían llevar mascarilla en el colegio para favorecer el contagio entre ellos, aunque esta medida sería difícil de aceptar por los padres. Cuanto antes pasen la enfermedad mejor. Su sistema inmunitario en desarrollo presenta una memoria distinta que el de los adultos, y los estudios con gripe muestran que la gente presenta una mayor resistencia contra el tipo de gripe que les infectó por primera vez. Ello explica que la pandemia de gripe de 1919 fuera tan letal para los jóvenes y mucho menos en adultos y niños. Era un tipo de gripe que había estado ausente durante un par de décadas, y los adultos que la habían pasado de niños tenían mayor resistencia. El que los niños se infecten ahora les protegerá de adultos más eficazmente que ser vacunados. El alarmismo respecto a los colegios es contraproducente. Hay que educar a la población al respecto.
Los únicos que deberían recibir educación a distancia son los niños que conviven con personas mayores o con patologías que los predisponen a complicaciones, y también deben protegerse los maestros que estén en esa situación. Resulta mucho más efectivo poner a los maestros en riesgo a dar clase en peceras, que tener a los niños machacados horas y horas con mascarilla y normas de distanciamiento que les perturban y requieren supervisión constante. Es absolutamente inaceptable que en la presente situación en la que muchísima gente se ha jugado la vida para garantizar la sanidad y los servicios esenciales durante la pandemia y el confinamiento, los maestros que han estado en casa cobrando sin falta cuando tanta gente ha perdido su trabajo nos vengan ahora con huelgas. El que quiera despedirse que lo haga. Hay interinos de sobra y tenemos una población de licenciados en paro altísima que puede sustituirles. Total para el nivel de educación que dan a nuestros estudiantes que obtienen unos resultados penosos en las pruebas de evaluación internacionales (PISA) no creo que se notara mucho.
6. Qué hacemos ahora: Recomendación individual
Este es un caso claro en el que el interés general y el particular son divergentes. La recomendación a cualquiera es que no se contagie, particularmente a los mayores de 45 años y a los que presenten patologías de riesgo. Esta enfermedad dista de ser una gripe. Las últimas investigaciones muestran que incluso después de pasar la enfermedad hay secuelas significativas.
En un estudio con 100 pacientes alemanes recuperados de COVID de todas las edades (edad media 49 años), de media 70 días después de ser diagnosticados, con dos tercios habiendose recuperado en casa y un tercio en el hospital, el 78 % tenía anormalidades cardíacas y el 60 % presentaba inflamación del miocardio.
Puntmann, V O., et al. "Outcomes of cardiovascular magnetic resonance imaging in patients recently recovered from coronavirus disease 2019 (COVID-19)." JAMA cardiology (2020).
Con el tiempo probablemente se recuperen cuando el músculo cardíaco se repare y desaparezca la inflamación, pero mientras están en esa situación el riesgo de infarto es mucho más alto, incluso en gente relativamente joven. Hay casos de gente en la treintena que ha muerto de infarto tras recuperarse de la COVID. Yo desaconsejaría hacer deporte intensivo tras pasar la COVID sin hacerse pruebas en profundidad que incluyan niveles de Troponinas cardíacas.
Es cierto que la gripe también produce daño cardíaco, pero lo hace en mucha menor medida y la inflamación del miocardio es rara.
Greaves, K, et al. "The prevalence of myocarditis and skeletal muscle injury during acute viral infection in adults: measurement of cardiac troponins I and T in 152 patients with acute influenza infection." Archives of internal medicine 163.2 (2003): 165-168.
Y algo similar pasa con el riesgo de ictus, que se incrementa entre gente relativamente joven por haber estado infectados de COVID, incluso con pocos síntomas. Es obvio que la mejor estrategia personal es no infectarse, mientras se infectan los demás. La sociedad tiene que aprender a convivir con el virus, las personas en situación de riesgo no. Al igual que la gripe, el coronavirus tiene pinta de ser una enfermedad que se pasará varias veces en la vida hasta que se lleve su porción como nuevo factor de mortalidad. Al igual que con la gripe las vacunas y los tratamientos deberían hacer la situación más tolerable.
7. Sobre mascarillas
Yo me cansé de decir que las mascarillas debían ser obligatorias al inicio de la pandemia. La postura de nuestras autoridades ha sido la que ha cambiado radicalmente en mudo reconocimiento de lo equivocados que estaban. El último episodio son las denominadas "mascarillas egoístas", termino que no comparto en absoluto. El neolenguaje tiene una intencionalidad política de la que nos advertía George Orwell en 1984. Las mascarillas son objetos por lo que el neolenguaje dirige indisimuladamente el término hacia quienes las usan, que sin embargo pueden estar completamente desinformados del producto que utilizan, porque nadie se molesta en informar sobre las mascarillas.
Las mascarillas con válvula no son adecuadas y su utilización debería estar fuertemente desaconsejada, pero tampoco son adecuados los escudos faciales cuando se usan sin mascarilla, y la eficacia de las mascarillas de tela es muy baja. El uso de bufandas y pañuelos tampoco es adecuado. Debemos aumentar la distancia frente a las personas que usan estos métodos alternativos tanto como frente a quienes no usan mascarilla.
En un artículo reciente en Science Advances:
Fischer, EP., et al. "Low-cost measurement of facemask efficacy for filtering expelled droplets during speech." Science Advances (2020): eabd3083.
Se ponen a prueba 14 tipos de mascarillas baratas, y la conclusión es que la mejor es la FFP2 (N95), seguida de la quirúrgica de triple capa que también es adecuada. Bastante por detrás están las de polipropileno con doble capa o con algodón. Todas las demás deben rechazarse, porque un 10 % de transmisión de gotículas con respecto a no llevar nada no es aceptable. Esa mascarilla está dejando pasar una de cada 10 gotículas.
Fig. 5. Efectividad de distintos tipos de mascarillas de bajo coste. Color de fondo y comentarios añadidos por mi. Fuente: Fischer et al. 2020.
Con respecto a las mascarillas con válvula o a los escudos faciales el dictamen es claro, permiten la diseminación de gotículas y aerosoles y por lo tanto no deben ser utilizadas. Las imágenes obtenidas por Verma y colaboradores no dejan lugar a dudas.
Verma, S. et al. (2020). Visualizing droplet dispersal for face shields and masks with exhalation valves. arXiv preprint arXiv:2008.00125.
Fig. 6. Filmación de la simulación de una tos con láseres polarizados para detectar la presencia de aerosoles y microgotas. Como podemos ver las mascarillas con válvula y los escudos faciales sin mascarilla deben rechazarse. Fuente: Verma et al., 2020.
Otro tema que vale la pena comentar es que las mascarillas falsas reinan supremas, particularmente entre las FFP2 (N95, KN95) que tienen un mayor precio, pero algunas quirúrgicas también son falsas. Supongo que las autoridades andan demasiado ocupadas para atender este asunto, pero las mascarillas que se venden en muchas farmacias y grandes superficies son falsas y no proporcionan el nivel de protección que deberían. La mayoría de las falsas tienen origen chino.
La impresión debe estar también en la mascarilla, no solo en el envase. Debemos rechazar las mascarillas sin impresión.
En las europeas FFP2 debe poner la norma EN 149:2001+A1:2009 y debe poner el organismo certificador CE 2163 o CE 2834.
En las estadounidenses N95 debe poner el código NIOSH y el número de certificación: TC-84A-XXXX (las X son dígitos).
En las chinas KN95 debe poner el fabricante y la normativa GB2626-2006 o GB2626-2019 (más estricta).
Eso no nos garantiza que la mascarilla sea auténtica, pero elimina las falsificaciones más obvias. Con respecto a las quirúrgicas lo mejor es ir con marcas reconocidas antes de la pandemia como Aposán, aunque sean más caras.
Debemos ser conscientes que las mascarillas no evitan el contagio, tan solo reducen su probabilidad en un 70 - 90 % cuando se usan correctamente. El resto depende de nuestro comportamiento en evitar en la medida de lo posible las situaciones de riesgo. Hay que evitar los espacios cerrados con mucha gente como la peste, literalmente.
Recordad que aunque no sean reutilizables las mascarillas se pueden reutilizar varias veces con una pérdida aceptable de propiedades por el sencillo método de calentarlas en el horno a 70 °C durante 30 min - 1 hora, lo cual mata el coronavirus, pero no a muchos hongos y bacterias, por lo que conviene descartarlas tras varios usos antes de que se conviertan en un objeto insalubre fuente de otras infecciones. Las fabricadas con fibra de papel (FFP2 y quirúrgicas) no pueden lavarse ni esterilizarse con líquidos porque afecta a las cargas negativas de la celulosa que contribuyen a sus propiedades filtrantes. Entre usos hay que guardarlas en sobres de papel o cajas de cartón para que no acumulen polvo, lo que las perjudica gravemente, y se mantengan secas.