En la historia de la humanidad en los últimos milenios ha habido cientos, probablemente miles de pandemias, algunas de las cuales han cambiado la historia. Todas, incluso las más letales se han superado.
1. Las pandemias se pasan y ésta no será la excepción
Esta pandemia no es particularmente mala. La peste negra mató en Eurasia y el Norte de África al menos a un tercio de la población a mediados del siglo XIV, y en muchas ciudades a más de la mitad. Fue recurrente en Europa hasta el siglo XVII. En 1649 un brote epidémico de peste afectó al Levante y Andalucía, matando al 46 % de los ciudadanos de Sevilla. Desde el siglo XVIII se ha hecho infrecuente en Europa. La plaga de Justiniano del 541 dC. tuvo una mortalidad similar y fue recurrente cada generación hasta el 750. La gripe de 1918 tenía una mortalidad del 5 % en una época en que los médicos no podían hacer nada por quienes la contraían, y a pesar de ello el efecto económico que tuvo fue muy breve y prontamente superado, y a lo largo de los años la memoria de la pandemia de gripe se borró de la sociedad hasta que el interés por ella renació en los años 90, por lo que los historiadores a veces se refieren a la gripe de 1918 como "la pandemia olvidada".
Fig. 1. La epidemia de peste de Sevilla de 1649 en un cuadro anónimo del siglo XVII (detalle).
En 2007 el economista de la Reserva Federal de St Louis, Thomas Garrett, publicó un artículo sobre "los efectos económicos de la pandemia de gripe de 1918", en el que concluye:
"La mayor parte de la evidencia indica que los efectos económicos de la pandemia de influenza de 1918 fueron a corto plazo. Muchas empresas, especialmente las de las industrias de servicios y entretenimiento, sufrieron pérdidas de dos dígitos en los ingresos. Otras empresas que se especializaron en productos para el cuidado de la salud experimentaron un aumento en los ingresos." … "La gripe de 1918 fue de corta duración y tuvo una influencia permanente no en las colectividades sino en los átomos de la sociedad humana: los individuos. La sociedad en su conjunto se recuperó de la gripe de 1918 rápidamente, pero las personas afectadas por la gripe vieron sus vidas cambiadas para siempre."
La pandemia por lo tanto se pasará y no debe preocuparnos indebidamente como sociedad. Si la humanidad como especie ha aguantado tantísimos asaltos de contrincantes mucho más peligrosos sin ayuda de la medicina moderna, el SARS-CoV-2 no debería suponerle ningún problema existencial. De hecho una pandemia de estas características no habría dejado registro histórico antes del siglo XIX, cuando el número de ancianos era muy bajo. A nivel individual la cosa es muy diferente y hay un 10-20 % de la población que deberá cambiar sus hábitos y protegerse en tanto en cuanto no haya vacuna y/o tratamientos eficaces.
Sin embargo a nivel económico la pandemia marca un antes y un después que cambiará nuestra civilización en formas que a día de hoy no es fácil vislumbrar, pero que muchos intuimos cuando pensamos que se avecina una larga y profunda depresión.
2. El confinamiento paraliza la economía
El tipo de confinamiento decretado en la mayoría de los países desarrollados tiene un efecto tremendo sobre la economía al eliminar el turismo, cerrar comercios y hostelería, así como la gran mayoría de negocios e industrias. En España el tráfico se ha reducido en un 67 %, por lo que cabe extrapolar que la actividad económica se ha reducido en un porcentaje superior al 30 %.
Los primeros datos nos vienen de China, donde el confinamiento se estableció antes. China confinó a 60 millones de sus habitantes, y puesto que tiene 1.400 millones eso constituye tan solo el 4,3 % de su población. Sin embargo el PIB de China pasó de crecer un 6 % en el último trimestre de 2019 con respecto a un año anterior a decrecer un 6,8 % en el primero de 2020 (figura 2), ¡una caída de casi 13 puntos! Recordemos que el último valor del PIB chino de 2019 era el más bajo en tres décadas, y que no había experimentado una contracción desde que en 1992 empezó a haber datos oficiales.
Fig. 2. Porcentaje de cambio anual del producto interno bruto de China. En el primer trimestre de 2020 El PIB de China se ha contraído un 6,8 % con respecto al mismo trimestre del año anterior. Es la primera contracción desde que hay datos.
Lo sorprendente es que la fuerte caída se concentra en los dos primeros meses, cuando la producción industrial se vio muy afectada, experimentando una recuperación notable en marzo, presumiblemente por el cumplimiento de los pedidos atrasados. No incluye por lo tanto la caída de la demanda internacional que comenzó a mediados de marzo cuando empezaron a confinarse los países europeos.
Fig. 3. Porcentaje de cambio anual en la actividad económica de China. En amarillo la producción industrial. En azul las ventas al detalle. Fuente: CNBC.
Además el fin del confinamiento en China y la recuperación de los datos de marzo están siendo un "falso amanecer", la actividad comercial sigue fuertemente deprimida porque a pesar de que los centros comerciales han reabierto los clientes apenas compran (figura 3).
La recuperación por tanto no va a ser en V. Muchos anticipamos que los efectos de esta crisis van a ser mucho más profundos y duraderos que los de la Gran Crisis Financiera de 2008. Si alguien tiene dudas de esto no hay mas que echar un vistazo a los indicadores económicos adelantados que publica semanalmente el Instituto de Investigación de los Ciclos Económicos (ECRI) y que recoge de forma gráfica la compañía de inversiones Advisors Perspectives (figura 4). El crecimiento del índice adelantado semanal (WLI) se ha desplomado hasta un inédito -42,5. Esto vaticina la brutal recesión que se nos ha echado encima y que los datos irán confirmando.
Fig. 4. Cambio en el Índice Adelantado Semanal (WLI) del Instituto de Investigación de los Ciclos Económicos, que incorpora los datos económicos cuya variación se anticipa a los cambios que va a experimentar la economía. Fuente: Advisory Perspectives.
3. El efecto más espectacular es sobre el petróleo
El petróleo es la sangre de nuestra economía, el combustible líquido responsable de mover la gran mayoría de las mercancías y personas en un mundo globalizado. Sin embargo hace ya quince años que esa sangre está desarrollando leucemia y las carísimas transfusiones de petróleo de formaciones compactas (por fracking) no han conseguido curarla, aunque sí prolongar la vida del paciente.
El efecto de las medidas de contención de la pandemia sobre el petróleo es en primer lugar reducir el consumo de gasolina en un 60 %, el de combustible de aviación en un 55 % y el de diesel en un 30 %. Los barcos, camiones y aviones de carga siguen funcionando aunque con una reducción en la actividad que va a más conforme aumenta el daño económico. El petróleo y sus derivados que no se venden tienen que ser almacenados. El problema es que el mundo estaba produciendo 83 millones de barriles de petróleo crudo cada día, más de 100 millones si se tienen en cuenta todos los líquidos, como biodiésel. Para semejante producción tan monstruosa (16 millones de metros cúbicos cada día), el espacio de almacenamiento en el mundo es relativamente pequeño, el equivalente a unos 50 días de consumo. Las refinerías que ven como su espacio de almacenamiento se llena reducen el precio de los combustibles, que entran en contango, es decir el precio presente es menor que el futuro. La diferencia de precio entre los productos de refino es lo que se llama el "crack spread" y finales de marzo en las refinerías el diesel se vendía a un margen de beneficio de 17,50 $ el barril, mientras que se veían obligadas a vender la gasolina y el combustible de aviación con pérdidas para liberar espacio. Sin embargo en abril está cayendo también la demanda de diesel y con ello no solo el beneficio, sino también el espacio de almacenamiento. Las refinerías están funcionando muy por debajo de su capacidad, y cuando eso no es suficiente se ven forzadas a cerrar temporalmente, como la refinería Marathon del área de San Francisco.
Fig. 5. Número de vuelos diarios en el mundo seguidos por Flightradar24 entre marzo de 2016 y marzo de 2020. Se observa la brutal caída desde unos 170.000 vuelos diarios a unos 70.000 en el mes de marzo. Fuente: Flightradar24.
Conforme las refinerías reducen sus compras de crudo los intermediarios no tienen otro remedio que rebajar el precio del petróleo, almacenar el que no venden y reducir sus compras. El problema se propaga a los productores que ven caer el precio por debajo de los 20 $ por barril cuando a menudo requieren 40-60 $ por barril para no tener pérdidas. Conforme el almacenamiento se va llenando el precio de almacenar aumenta, y se calcula que al ritmo actual para agosto no habrá espacio disponible para almacenar petróleo. Esperemos que para entonces la demanda haya aumentado, porque una vez que no hay espacio de almacenaje la producción se ajusta a la demanda por el expeditivo medio de cerrar los pozos. La producción ya está cayendo y la única duda es cuanto caerá. En su último informe del 7 de abril, la Energy Information Administration (EIA) muestra que el consumo ya ha caído en 10 millones de barriles diarios y espera que llegue a los 15 millones en los próximos meses, pero esperan una recuperación completa en la segunda mitad del año que deje la media anual del consumo tan solo 5,2 millones por debajo de la de 2019, y con un impacto de tan solo 1 millón de barriles diarios en la producción. Un impacto tan bajo en la producción no se lo creen ni ellos, así que no me voy a molestar ni en poner las gráficas.
De entrada estuvo el error de Arabia Saudi de anunciar el 8 de marzo pasado que aumentaba la producción en 2,6 millones de barriles, contribuyendo al descalabro del precio del petróleo hasta los 20 $/barril. Dos días después de que la EIA anunciara su previsión de un descenso de 1 millón de barriles diarios en la producción, la OPEP + Rusia anunciaban un recorte de 10 millones de barriles diarios para mayo y junio. Tras el anuncio, el petróleo que había estado subiendo de precio unos días en anticipación, volvió a caer con fuerza. Claramente el mercado espera una caída del consumo bastante superior a los 10 millones de barriles diarios. El grupo holandés Vitol, especializado en energía y materias primas, cree que el consumo global ha caído en 20 millones de barriles diarios (un 20 %). No es de extrañar si consideramos que el consumo de petróleo ha caído en los Estados Unidos en un 30 % (figura 6), en lo que se ha definido como un paro cardíaco.
Fig. 6. El consumo semanal de productos petrolíferos se ha desplomado un 31 % entre el 1 de enero y el 13 de marzo. Fuente: OilPrice.com.
Puesto que el petróleo es absolutamente esencial para nuestra economía no resulta sorprendente que haya una relación directa entre el consumo de petróleo y el PIB de las naciones (figura 7) y también el PIB global. De esta relación hemos hablado múltiples veces en el blog. Ver por ejemplo la primera figura del artículo de noviembre de 2014 "La demanda de petróleo, ¿una fuerza imparable?"
Fig. 7. El PIB de las naciones es proporcional a su consumo de petróleo. Fuente: Art Berman.
Por lo tanto es posible estimar la reducción del PIB esperable en función de la reducción del consumo de petróleo, y es lo que ha hecho Art Berman. De acuerdo a las previsiones de caída del consumo de petróleo global el cálculo le da una caída del PIB global en 2020 del 16 % (figura 8). Yo espero que sea menor.
Fig. 8. Cambio en la demanda trimestral de líquidos derivados del petróleo (barras verdes y naranjas) en millones de barriles por día y cambio porcentual anual en el PIB global (línea roja), junto con las predicciones para 2020. Fuente: Art Berman.
A la espera de que se concrete el impacto económico, las previsiones son de lo más negro. Tiene pinta de que la Gran Crisis Financiera de 2008 fue un picnic comparado con lo que se está gestando.
4. El petróleo con precio negativo
Una de las cosas que más ha llamado la atención de los medios estos últimos días es que el petróleo West Texas Intermediate (WTI) alcanzara el día 20 de abril un precio negativo de -37,63 $. Es decir que a quien compró ese día barriles de petróleo WTI mediante un contrato de futuros para su entrega en mayo, los que se los vendieron les pagaron por hacerlo más de lo que vale un barril de petróleo. ¿Quiere esto decir que hay que pagar por regalar el petróleo porque nadie lo quiere ni regalado? Ni mucho menos. La mayor parte de los medios no parece haber entendido como funciona el mercado de futuros del petróleo WTI. A diferencia del petróleo Brent los futuros del WTI se zanjan obligatoriamente con entrega física del petróleo en la central de Cushing (Oklahoma), por eso el Brent nunca va a caer a precio negativo, porque sus contratos se pueden zanjar en dinero sin aceptar el petróleo. Hay mucha gente que participa en el mercado de futuros de materias primas para ganar dinero sin tener ninguna intención de comprar petróleo WTI de verdad. Esta gente debe vender el contrato antes de que expire o hacer preparativos y entrar en gastos para que se lo almacenen en Cushing. El problema es que en el mundo sobra mucho petróleo ahora mismo, lo que se traduce en menor demanda y mayores problemas de almacenaje. Según dicen, el almacén de Cushing está ya lleno en un 70 % (figura 9). Para mayor problema el WTI es un petróleo de interior que no se puede transportar por mar sin transportarlo antes a la costa (otra razón por la que al Brent no le pasará), lo que le genera un problema extra de almacenaje. Un grupo de pringados dejó que llegara el día antes de que expiraran los contratos sin haberlos vendido y se encontró sin compradores. Como no querían petróleo no tuvieron más remedio que pagar para vender el contrato. Cada día se venden 80 millones de barriles de crudo en el mundo, y el 20 de abril solo unos pocos miles de barriles se vendieron a precio negativo (menos del 0,001 %), pero como el precio se determina por el barril marginal, esos contratos dejaron el precio del WTI para ese día en negativo. Al resto de tipos de petróleo por supuesto no les pasó nada parecido.
Fig. 9. El almacenamiento de petróleo en Cushing (Oklahoma) se ha disparado a partir de marzo por la caída de las ventas, y a estas alturas ya ha superado con creces el de años anteriores. De seguir creciendo a este ritmo llegaría a su máxima capacidad en pocos meses. Fuente: Wolfstreet.
Pero otra consecuencia del precio negativo es que el precio oficial del WTI para ese día dependiendo del tipo de petróleo quedó entre -41 y -55 $ por barril (figura 10). Esto es un serio problema para los productores del petróleo de fracking, a los que en su mayoría se les paga el precio medio del mes y de ese dinero ellos tienen que dar un porcentaje al propietario de la tierra. Un día con un precio tan negativo les reduce fuertemente el precio medio ya de por sí bajo que les pagan por el petróleo. Muchos productores están tan preocupados por la posibilidad de que el precio del petróleo sea negativo y tengan que pagar por el petróleo que por contrato deben suministrar, para luego intentar cobrar al dueño de la tierra en vez de pagarle, que prefieren cerrar los pozos y no producir petróleo, que de todas maneras ahora no vale lo que les cuesta producirlo.
Fig. 10. Precios del petróleo que se pagan a los productores del medio oeste americano por barril de petróleo el 20 de abril de 2020. La mayoría no están sujetos a un precio diario sino a una media mensual. Aún así un precio de entre –41 y –55 dólares es difícil de digerir, y muchos van a cerrar la producción. Fuente: Plains All American Pipeline PLC.
Ya dijimos con los intereses negativos que veríamos cosas que no creeríamos posibles. Las seguiremos viendo. Más allá de la anécdota del precio negativo, a mí me llama la atención que los medios se fijaran tanto en la parte frontal del precio de los contratos que era negativa y que ignoraran lo que es realmente importante, que es la parte trasera de la curva. La curva de precios es el intento del mercado de determinar todo lo que a futuro puede afectar al mercado del petróleo. En enero (curva azul, figura 11), antes de que apareciera el coronavirus, el mercado marcaba un ligero descenso en los precios de futuros del petróleo durante 2020 y 2021 entre 60 y 55 $, lo que indica un precio estable (el ligero descenso compensa el incremento del riesgo al comprar algo a tan largo plazo). La curva de abril (rojo, figura 11) muestra una imagen completamente distinta. En la parte frontal están las preocupaciones a corto plazo para los próximos meses, la caída del consumo debida a los confinamientos, las limitaciones de almacenamiento, los cortes de producción por parte de la OPEP y Rusia, las quiebras de empresas de fracking. Todo ello hace que el precio del petróleo entre en super-contango y sea muchísimo más barato cuanto más cerca del presente. Pero la parte trasera muestra que cuando todo eso haya pasado el mercado espera que hasta 2022 el precio se mantenga por debajo de los 40 $. Esto es más de 15 $ por debajo de lo que pensaba al inicio del año e indica que el mercado espera que tras la pandemia el sistema alcanzará su balance a un nivel tremendamente más bajo que antes de la pandemia. A treinta y pico dólares por barril la cantidad de petróleo que se puede producir de forma rentable es preocupantemente más baja.
Fig. 11. Curva de precios del mercado de futuros del petróleo WTI en dos momentos distintos. La curva azul muestra la situación a 2 de enero cuando los futuros del petróleo WTI mostraban una ligera backwardation (descenso) debida a la compensación al riesgo que asume quien compra pagando con mucha anticipación sin saber el precio que tendrá el activo cuando el contrato llegue a su maduración. La curva roja muestra la situación a 20 de abril de 2020 con un super-contango que llega a negativo en los contratos que expiraban, y un contango por debajo de los 40 $/barril que llega hasta los contratos que maduran a principios de 2022, lo que indica que ahora mismo el mercado no ve una normalización de la situación en los próximos dos años. GFC2 es la Gran Crisis Financiera 2. Fuente: Alhambra Investments.
En términos económicos el mercado piensa que el daño económico ya está hecho, independientemente de que nos recuperemos muy bien y pronto de la pandemia, y que en 2022 aún estaremos bajo los efectos de una economía dañada que demandará menos petróleo que en 2019. Otra cosa será que acierte, pero eso es lo que piensa el mercado.
5. El pico de petróleo
En el artículo de noviembre pasado "Prediciendo y errando el pico de petróleo (con nueva fecha)" explicaba que existe una seria posibilidad de que 2018 sea el año del Pico de Petróleo. Lo explicaba de la siguiente manera:
En el caso de una nueva y fuerte crisis económica de la que tardásemos años en recuperarnos, como en la anterior, el agotamiento continuaría durante esos años y aumentaría también el declive por la falta de capacidad económica agudizada por el habitual hundimiento del precio del petróleo durante las crisis. La producción de petróleo compacto sin fuertes inversiones continuas caería rápidamente hasta apenas una fracción en unos pocos años debido a su fuerte declive natural. Una vez terminada la crisis no habría suficiente producción de petróleo para permitir una economía lo suficientemente fuerte para revertir todo el declive, empeorado por la continuación del agotamiento, y no se podría aumentar la producción más allá del pico anterior. Quedaría así establecido el Pico de Petróleo por siempre jamás. Con una menor producción de petróleo la economía crecería menos, entrando así en un círculo vicioso.
Por supuesto siempre hay que contar con que haya factores que no entran en nuestros cálculos, los "known unknowns" (desconocidos que conocemos) y los "unknown unknowns" (desconocidos que desconocemos).
Pues bien, una pandemia es un "known unknown". El COVID-19 no es un cisne negro, puesto que las pandemias son un factor recurrente, y teníamos el precedente del SARS en 2003. Tan solo el momento en que va a llegar la siguiente nos resulta desconocido. Es un factor previsible y deberíamos haber estado preparados para ello.
Por lo tanto todo lo que dije entonces, cuando la economía se encontraba en un estado precario, se ha convertido en triste realidad y de forma magnificada. El Pico de Petróleo fue en 2018. La crisis de demanda se ha vuelto masiva, y los precios se han hundido para largo tiempo. La producción de petróleo debe caer y va a caer profundamente. Con el paso del tiempo la economía se irá recuperando y también lo hará el precio del petróleo. Sin embargo muchos de los pozos que se van a cerrar, particularmente en el Mar del Norte y en el petróleo compacto Norteamericano no será rentable volverlos a abrir. Son pozos en serio declive que se mantienen abiertos porque algo producen, y porque cerrarlos tiene un coste pero que bajo ningún escenario previsible sería rentable invertir en reabrirlos. Los pozos de fractura (fracking) tienen el problema adicional de que tras llevar tiempo cerrados el petróleo deja de fluir y no es rentable refracturarlos e inyectar más químicos para que vuelvan a producir por su fuerte declive (más del 85 % del petróleo se produce en los primeros dos años).
El escenario para el petróleo compacto (tight oil) norteamericano es de todo menos halagüeño. Las quiebras de las compañías petrolíferas son lo de menos, dado que los activos pasan a otras compañías. La cuenca Permian todavía tiene mucho petróleo y seguirá siendo explotada en el futuro, pero en el resto de las cuencas las mejores zonas (tier 1) ya han sido explotadas, y las zonas mediocres (tier 2) o malas (tier 3) nunca han sido rentables, ni siquiera en los tiempos en los que el petróleo estaba por encima de 100 $/barril. Los inversores se han quemado y han perdido y están perdiendo miles de millones de dólares en el petróleo compacto y será complicado que vuelvan a confiar en él. La producción de petróleo compacto esencialmente ha evitado que el pico de petróleo tuviera lugar en 2005 proporcionando el 71 % del crecimiento de crudo mundial desde entonces, que en 2018 fue del 98 %. A futuro vamos a ver una caída en la producción de petróleo compacto bastante grande, y cuando la producción vuelva a crecer tras la crisis no será posible alcanzar los niveles de producción a los que se llegó en 2019 por las razones expuestas. A ello hay que añadir que el resto del petróleo mundial continuará su agotamiento y que continuará la falta de inversiones para reemplazarlo.
Fig. 12. La caída de la producción de petróleo compacto de EEUU va a ser épica. La gráfica muestra el número de equipos de fracturación hidráulica (frac spread) que operan en los EEUU. Cuando comenzó su actual declive, en junio de 2018 su número era de 500. En la semana del 20 al 27 de abril su número ha sido de 85. Desde finales de febrero su número ha caído en un 75 %. La única duda es si llegará a cero. Sin equipos de fracturación no se pueden completar nuevos pozos y la producción proviene de los pozos en explotación cuya producción cae en torno a un 75 % al año. Fuente: Primary Vision.
Desde 2005 la cantidad de petróleo barato de extraer no ha hecho mas que disminuir por debajo de nuestras necesidades. El intento de compensarlo con petróleo caro de extraer ha funcionado gracias a los bancos centrales hasta ahora, pero la economía global lleva renqueando desde 2012 cuando fue evidente que no iba a haber recuperación de la Gran Crisis Financiera. El petróleo caro de obtener no puede sustituir al barato ni aunque se le ponga un precio bajo, como sucedió en 2014. Ello lleva a la ruina a los productores y a la falta de inversiones en exploración y producción que provocan que a futuro la producción no pueda crecer. Nuestra civilización es excesivamente compleja y ha alcanzado un nivel muy bajo de incremento de rendimiento por aumento de consumo de energía como para funcionar correctamente con una energía más cara de obtener. Su simplificación involuntaria es el único resultado posible.
El efecto de la disminución energética es insidioso porque no se manifiesta en un aumento del precio sino en una disminución de la asequibilidad. Debido a que la energía está detrás de toda transformación económica cuando la disponibilidad energética se reduce, aunque sea por precio, la economía real se contrae (y viceversa), la gente pierde su trabajo o cobra menos en términos reales y su estándar de vida disminuye al volverse todo menos asequible, con lo que la demanda de energía se reduce. Esa es la razón por la que la mayor parte de la gente que ha estudiado el pico de petróleo y se ha centrado en la parte geológica y no en la económica no ha entendido como sería el pico de petróleo. La mayoría pensaban que el pico de petróleo sería un acontecimiento geológico en que debido a la incapacidad de aumentar la producción se dispararía el precio. Sin embargo el pico de petróleo es un acontecimiento económico debido no a la falta de petróleo, dado que todavía hay mucho en la corteza de la Tierra, sino a que la cantidad de petróleo barato de extraer se vuelve insuficiente. Ello hace que se manifieste como un problema de pico de demanda que es lo que llevamos viendo desde 2018 cuando la producción de petróleo empieza a descender. Hay suficiente petróleo para satisfacer la demanda e incluso se podría producir más, sin embargo la economía real se contrae demandando menos petróleo, y ninguna cantidad de inyección monetaria puede solucionarlo. Como vimos en el artículo "El acordeón del petróleo" el precio que la economía puede pagar por el petróleo ha ido cayendo desde la Gran Crisis Financiera, provocando una crisis de demanda que ha ido tirando de los precios del petróleo hacia abajo en una tendencia descendente de largo recorrido cuyo último tramo se inició a finales de 2018.
Fig. 12. Desde la Gran Crisis Financiera el precio del petróleo ha presentado una tendencia descendente, a pesar de que el coste de obtenerlo no ha hecho más que subir y que dicha tendencia arruina a los productores y destruye las inversiones en producción futura. Fuente: Macrotrends.
La respuesta al coronavirus no ha causado esa disminución de demanda aunque la está exacerbando muchísimo. Aunque el coronavirus se llevará el mérito de causar el pico de petróleo la realidad es que lo que el confinamiento ha hecho ha sido poner el turbo en la marcha hacia el decrecimiento energético.
Eso es lo que analizaremos en la continuación de este artículo, "Y el mundo cambió".