En espera de la confirmación de que el pico de petróleo ha tenido lugar en 2015, comienza ahora un futuro con menos petróleo. Se ciernen sobre nosotros los negros nubarrones de la crisis energética, la crisis de deuda y la crisis poblacional, para las que nuestra economía planetaria no tiene defensa. Podemos ignorar que las bases de nuestra sociedad industrial se están erosionando con rapidez, como hace la inmensa mayoría de la gente, para tratar de vivir felices un poco más, o podemos jugar al incierto juego de intentar predecir tendencias futuras, como hemos hecho con la producción de petróleo.
A lo largo de las páginas de este blog hemos analizado la situación por la que el petróleo ha llegado al límite de su crecimiento. Hemos visto nuestra dependencia total y absoluta del petróleo. Hemos analizado una transición energética que no se está llevando a cabo. A finales de noviembre de 2014 proyectamos que el debilitamiento global de la demanda produciría un fuerte excedente de petróleo, que se ha visto confirmado. En diciembre de 2014 analizábamos la oferta, anticipando antes de que se produjera la caída en las estructuras de perforación y la caída de la producción unos seis meses más tarde, que también se ha visto confirmada. Después analizamos en qué consistía el pico de petróleo y por qué el pico iba a resultar asimétrico, dando lugar a un colapso en la producción de petróleo. Fue nuestra primera excursión al futuro, desde un punto de vista técnico de la producción de petróleo. Ya en febrero de 2015 analizábamos las tendencias económicas que desde los años 70 nos han llevado a la presente situación, así como la relación entre deuda y petróleo, y proyectábamos que la próxima crisis mundial se iniciaría en los países en desarrollo en 2015-16. En Diciembre de 2015 hemos confirmado provisionalmente el pico de petróleo.
En realidad el blog se ha centrado en el límite del crecimiento del petróleo por su importancia y su repercusión, pero podría haberse centrado en cualquier otro límite al crecimiento, porque el mundo se dirige a chocar ineludiblemente con multitud de picos y límites en las próximas décadas. Podríamos lamentarnos, y decir ¿por qué a nosotros? ¿por qué ahora?, y la respuesta ofrece algo de consuelo: Por la misma razón por la que nosotros estamos aquí. Porque somos 7.400 millones de personas. Porque el 7% de todas las personas que han hollado el planeta en 50.000 años se encuentran actualmente paseando por él. Para alimentar, vestir, dar trabajo a todos ellos y tener unas condiciones de vida que nuestros antepasados no podían ni soñar, lo estamos agotando todo, contaminando todo, exterminando todo.
Seguiremos analizando en el blog la situación del petróleo según se vaya desarrollando, pero puesto que ya tenemos las respuestas con respecto a lo que está pasando, es hora de darle un giro al blog y enfrentarnos a la realidad de lo que nos espera tras el pico de petróleo. No se trata de escribir una novela futurísta o de pintar escenarios de Mad Max, sino de analizar probabilísticamente y con conocimientos de economía lo que nos pueda deparar el futuro, a sabiendas de que no solo no nos es posible conocer el futuro, sino que su naturaleza caótica hace que cualquier acontecimiento puede hacerlo evolucionar en direcciones divergentes. No obstante las limitaciones que imponen la física, la economía, la biología y la naturaleza humana hacen que se pueda distinguir entre lo altamente probable y lo altamente improbable. Por ejemplo la física nos dice lo que es altamente probable que le pase a una persona que salta desde un piso muy alto hacia la calle, aunque no conozcamos su futuro.
Para facilitar el análisis, y puesto que carezco de una bola de cristal, he dividido el futuro cercano en tres periodos: 2016-2020, 2021-2025 y 2026-2030. A la hora de evaluar las probabilidades de acontecimientos futuros trataré en la medida de lo posible de estimarlas si se trata de acontecimientos que se repiten o se han dado antes en la historia bajo ciertas condiciones, o si son determinados por leyes físicas o económicas dadas determinadas circunstancias. En caso contrario daré mi estimación personal, que casi con seguridad será errónea, pero probablemente mucho más acertada que la de los organismos oficiales que constantemente nos alimentan con desinformación. Que cada cual ajuste las previsiones a su criterio.
El principio del fin de que habla el título de este artículo no tiene lugar ahora, sino que ya ha tenido lugar en el pasado. Las reglas del juego se establecieron en los años 70 del pasado siglo, como veíamos en el artículo sobre los límites al crecimiento, y el final de la partida comenzó sin que nadie lo notara en el año 2002 como comentábamos en el análisis de la crisis diferente a todas las demás que tuvo lugar en 2008. Es ahora cuando nos hacemos conscientes de que la partida se acaba, y de ahí el título del artículo.
Debemos entender que absolutamente todo lo que está pasando en el mundo está relacionado, y que ese mundo diferente que todos percibimos que se está desarrollando proviene de la confluencia de dos factores, el final de la energía de producción barata (el precio y el coste de obtención son cosas muy diferentes) que se está produciendo desde 2002, y el límite de deuda y de financialización que se está alcanzando por falta de colateral (garantía de devolución). El modelo económico de desarrollo y crecimiento ilimitado caducó en los Estados Unidos en los 70, y la solución que se le dio de endeudamiento, financialización y globalización ha alcanzado su límite cuando la última parte significativa del mundo que quedaba por unirse a la fiesta de la deuda, China, lo ha hecho a una velocidad jamás vista en el planeta. Ya no queda suficiente capacidad de endeudamiento en el mundo ni para sostener el creciente handicap de una producción de energía que no para de encarecerse, ni para seguir creciendo como hasta ahora.
Las recientes guerras del petróleo, las dos guerras de Irak, la guerra de Libia y la guerra en Siria, forman parte de la necesidad de Occidente de garantizarse la desproporcionada parte de petróleo y gas que necesita. El auge del yihadismo es la respuesta al incremento del intervencionismo, pero también a la profunda crisis en la que se están sumiendo los países productores de petróleo cuando su producción cae por debajo de su consumo (Siria, Egipto o Yemen). No olvidemos que el 99% de los efectos del yihadismo lo sufren los países árabes. La otra consecuencia ha sido el aumento de la crisis de refugiados que huyendo de la violencia y de las pobres perspectivas económicas arriban a Europa, y que se perfila como un problema creciente en el futuro cercano.
Pero no olvidemos tampoco que la crisis no superada del 2008 cuando el creciente coste del petróleo elevó la inflación y los tipos de interés y redujo las expectativas económicas que hicieron insostenible el alto endeudamiento, es la responsable de las crisis de deuda de 2010 y 2012 que han azotado a diversos países, entre ellos al nuestro, provocando altos niveles de desempleo, recortes en prestaciones, y subidas de tasas e impuestos que han generado un importante descontento social con alta intolerancia a la corrupción, alimentando en España (y en otros países) la búsqueda de respuestas alternativas que han dado lugar al auge del independentismo en Cataluña (y Escocia) y a la irrupción de nuevos partidos a menudo en el extremo del arco político anterior, como Podemos (Syriza en Grecia, LePenismo en Francia).
Mucha gente piensa que estamos protagonizando los cambios cuando en realidad estamos reaccionando, y a menudo de manera negativa, al deterioro generalizado que a intervalos sacude nuestras vidas, sin que aportemos realmente soluciones, porque no las hay. Podemos agravar y mucho nuestra situación colectiva implementando políticas erróneas, pero no podemos mejorarla, porque las mejores políticas solo conseguirán detener momentáneamente el deterioro. Podemos sin embargo tomar conciencia de que aún no habiendo solución, porque no sufrimos un problema, sino una situación terminal, es mucho lo que está en nuestra mano para protegernos a nosotros y a los nuestros de los peores envites de una crisis sin final previsible.
Mi labor fundamental por tanto consiste en tratar de acertar con el diagnóstico y posible evolución de la situación con vuestra ayuda, para que cada cual dentro de la medida de sus capacidades, posibilidades y medios trate de protegerse con lo que considere su mejor estrategia personal, incluso si ésta resulta ser esperar y ver. No hay soluciones generales, únicamente soluciones personales.
Figura 1. Las recesiones son una característica recurrente de nuestro sistema económico. A la izquierda, el tiempo transcurrido desde que la recesión toca fondo hasta el inicio de la siguiente (en meses) se acerca rápidamente a la media de las últimas 5 décadas. A la derecha, según Citi Group, la probabilidad de recesión, basada en datos históricos de EEUU, UK, Alemania y Japón, en este séptimo año de expansión es del 65%.
Y el primer tema del año va a ser la próxima crisis económica global. El mundo se encuentra al borde de la recesión global desde finales de 2014, y en mi opinión lo único que la ha evitado hasta ahora ha sido el desplome de los precios del petróleo y de las materias primas, que han dado un respiro a los mercados desarrollados (como el nuestro), a costa de que los mercados en desarrollo, hasta entonces relativamente a salvo de la crisis del 2008, sufran un infarto.
Figura 2. El Indicador Adelantado Compuesto de la OCDE (CLI) suele avisar con unos 6 meses de antelación de los cambios de tendencia en la economía. Según sus últimos datos, la mayor parte de las economías desarrolladas van a sufrir un empeoramiento durante la primera mitad de 2016, con la notable excepción de la zona Euro que parece estabilizada. Las economías en desarrollo se encuentran muchas de ellas en recesión. Fuente: OCDE
Las probabilidades de que la crisis económica se inicie en 2016 son altas, (un 65% según CitiGroup, algo más en mi opinión) pero existe esperanza todavía de que gracias al bajo precio de la energía la crisis se postergue aún algún tiempo. La probabilidad de que la crisis tenga lugar en el periodo 2016-2020 es altísima. Básicamente solo nos falta un empujón para caer, y ese empujón más temprano que tarde llegará.
Mientras la economía mundial aguante, la economía española, favorecida también en parte por el debilitamiento del euro puede aguantar, a pesar de que empieza a dar signos de agotamiento. La mejoría macroeconómica de España en estos últimos años es un factor importante para que el PP haya sido capaz de retener un porcentaje más alto de sus votos frente a Ciudadanos de lo que cabría esperar.
Figura 3. La evolución del PIB español muestra la evolución positiva durante los últimos 3 años. Sin embargo el crecimiento podría estar dando señales de agotamiento en la segunda mitad de 2015. Fuente: Diario El País. El último dato es provisional.
El análisis de lo que supondrá una nueva crisis económica cuando el mundo no se ha recuperado de la anterior queda para otro artículo, pero a nivel del petróleo el hundimiento de la demanda deprimirá aún más los precios durante al menos un año, causando una gran destrucción de producción con la quiebra y falta de inversión de los productores, imposibilitando una rápida recuperación económica tras la crisis. Es posible que antes de la crisis tenga lugar una recuperación del petróleo si la demanda aumenta por una recuperación económica y la oferta disminuye por los problemas de los productores. De ser así, un precio elevado podría muy bien ser el detonante de la siguiente crisis económica, como lo ha sido de anteriores crisis.
Figura 4. Estimación de la probabilidad de nuevas crisis económicas internacionales de acuerdo al escenario del pico de petróleo en 2015. La probabilidad de una nueva crisis en los próximos años se estima como muy alta. La probabilidad de que las crisis se reproduzcan a intervalos más cortos se estima como alta. Las explicaciones de estas estimaciones en el texto.
De cara a futuro mi previsión es que las crisis económicas van a tener lugar cada vez a intervalos más cortos, cada pocos años, tal y como viene sucediendo en Japón, invirtiendo su tendencia a distanciarse en el tiempo. Ello será debido a que las recuperaciones posteriores tenderán a ser débiles e incompletas, por lo que los países tendrán un mayor riesgo de volver a caer en recesión debido al bajo crecimiento económico estructural, afectado por un menor crecimiento poblacional, la saturación de deuda privada, y la menor disponibilidad de petróleo.