El agujero (cada vez más profundo) del sistema de pensiones

El déficit de la Seguridad Social a finales de 2020 se prevé que, en el mejor de los casos, se sitúe en torno al 2% del PIB, situación ya previamente deficitaria que se ha visto agravada como consecuencia de los graves daños generados en la economía por la pandemia del COVID-19.

Las cuentas de la Seguridad social presentarán a finales de dicho año un saldo negativo no por debajo de los 10.300,76 millones de euros, según estimaciones del propio Gobierno. La caída de la actividad económica, y con ello, el aumento del desempleo, la pérdida de afiliados y la ingente cantidad de dinero destinada al pago de las nóminas de millones de trabajadores, son las principales causas del más que notable incremento en la deuda de esta partida. Además, a todo ello se suman otros problemas ya existentes previamente a la pandemia que inducen en un gasto en pensiones al alza; el número de pensionistas que cada año es mayor, las prestaciones percibidas por los nuevos jubilados que también son cada vez más altas y la revalorización anual de las pensiones en base al IPC real, tal y como se indica en el Pacto de Toledo.

El problema afín al desequilibrio en las cuentas de la Seguridad social ya viene de mucho antes y las expectativas a futuro no son nada favorables. Así es, que la sostenibilidad de las pensiones se encuentra más cuestionada que nunca, y no es para menos.

El desajuste en la cuenta de la Seguridad Social

Fuente; Expansión.

El desajuste observado en la imagen superior es evidente, no lo son tanto las estimaciones a futuro que se plantean, pues la incertidumbre de la pandemia, el desempleo, el aumento de las jubilaciones anticipadas o la propensión creciente de los autónomos a cotizar el mínimo como consecuencia de las dudas sobre la sostenibilidad de las pensiones, pueden agravar todavía más esta situación.

De hecho, el pasado mes de septiembre, el Tribunal de Cuentas certificó la insostenible situación financiera de la Seguridad Social, al mismo tiempo que el Banco de España detectó que la causa de esa insostenibilidad viene dada por unas pensiones demasiado elevadas en relación con lo que los afiliados cotizan durante su vida laboral.

Fuente; Elaboración propia.

Tal y como se indica en el cuadro superior, el gasto medio anual por pensionista en 2019 se situó en 15.930 € y el ingreso medio anual por afiliado fue de 5.538€, es decir, se necesita de 2,8 trabajadores para poder mantener a cada pensionista. O lo que es lo mismo, cada pensionista percibe 2,8 veces más de lo que cotiza un trabajador. Sin embargo, observamos que el número de pensionistas es de 8.869.000 mientras que el de afiliado de 19.410.000. Es decir, por cada pensionista hay tan solo 2,18 afiliados hoy en dia. Además, podemos ver como el gasto medio anual por pensionista con respecto al ingreso medio anual por afiliado, crece a tasas más rápidas de lo que lo hace la ratio número de afiliados/pensionistas. Aquí es donde encontramos el desajuste fundamental que esta causando un agujero creciente, año tras año, en el fondo de pensiones.

Evolución de los ingresos, gastos y balance de la Seguridad Social

Fuente; Seguridad Social y BBVA Research.

Otro de los grandes problemas es el demográfico. Es evidente que, durante las próximas décadas, la demografía no acompañará a mantener las pensiones. De hecho, se estima que para el año 2050 tengamos un afiliado por cada pensionista, lo que hace insostenible el sistema de pensiones.

¿Cómo revertir esta situación? Continuando con los datos reflejados en el cuadro superior, es obvio que hay dos caminos diferentes para evitar que el agujero de las pensiones continúe haciéndose más grande:

• El primero a través de la ratio nº pensionistas/nº afiliados. Aunque se podría fomentar la natalidad con el establecimiento de políticas pronatalístas o atraer la inmigración en busca de más afiliados, son medidas poco eficaces en las que el Gobierno no puede incidir de manera directa.

• El segundo a través de la ratio gasto medio/ingreso medio. Bien sea mediante un incremento del ingreso medio por trabajador o bien mediante la disminución en el gasto medio por pensionista. En el caso de perseguir un incremento del ingreso medio por trabajador, el Estado se encontraría ante la imposibilidad de intervenir el mercado “a su gusto”, lo cual es lógico, por lo que se seguiría viendo abocado a implantar políticas que influyesen de manera indirecta, del mismo modo que pasaba con la ratio nº pensionistas/nº afiliados. Un proceso lento y poco eficaz. Por ello, la manera más rápida y segura de ir “tapando” poco a poco el agujero de las pensiones sería reduciendo el gasto medio por pensionista. Aquí es donde entra en juego la relevancia del ahorro y los planes privados de pensiones.

En definitiva, nos encaminamos hacia el gran reto de garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones para las próximas generaciones. Para ello será esencial una economía fuerte, que apueste por políticas para la atracción de inversión extranjera, inversión en educación y en I+D.