Durante el jueves y el viernes de la pasada semana, las Bolsas europeas, y en especial, los bancos griegos, subieron con fuerza descontando que se produciría un avance definitivo en las negociaciones en la cumbre del Eurogrupo que se celebró ayer. Sin embargo, y no sin cierta sorpresa, la reunión que tuvo lugar ayer sólo sirvió para enconar más aun las posturas previas. No se avanzó ni un milímetro en desbloquear las posiciones que mantiene cada bloque.
Básicamente, desde Europa se hace una única oferta: una prolongación del rescate por un plazo de seis meses, sujeto a condicionalidad, con la posibilidad de seguir negociando las condiciones del mismo una vez que la idea base de la extensión haya sido aceptada por Grecia. Desde Grecia se rechaza esa opción, aludiendo a que no están en condiciones de aceptar algo que no pueden cumplir y garantizar su devolución.
De esta forma, los índices europeos abrieron con caídas cercanas al 1%. Pero al cierre de la sesión, se han registrado descensos mucho menores, y en algunas plazas, como la italiana o la portuguesa, se han producido incluso cierres en verde. Este hecho es indicativo de que el mercado sigue descontando con cierta claridad que finalmente se llegará a un acuerdo, y las posibilidades cotizadas en estos momentos sobre el Grexit son bastante más limitadas de lo que llegaron a ser hace unos días.
Desde Europa se ha vuelto a dar un plazo a Grecia de cuatro días, hasta el viernes, para que acepte la prolongación del rescate. El viernes, por tanto, habrá una nueva reunión para comprobar si la postura de Grecia ha cambiado.
Las declaraciones que se vienen produciendo en las últimas horas reflejan cierta acritud, y no son demasiado conciliadoras, más allá que desde Grecia se sigue mostrando un optimismo algo artificial sobre las posibilidades de llegar a un acuerdo. Debe ser Grecia quien desbloquee las negociaciones, pues el único acuerdo posible queda muchísimo más cerca de las posturas que defienden los acreedores que de la que defiende el Gobierno griego.