Con la mitad del año ya transcurrida, podemos extraer algunas conclusiones sobre los principales patrones de movimiento de los mercados en 2014.
En estos seis primeros meses, han surgido algunos factores imponderables, con un claro sesgo negativo, que, sin embargo, apenas han matizado las subidas bursátiles : el derrumbe de las divisas emergentes a finales de enero, el conflicto desatado ente Rusia y Ucrania (que comenzó en marzo y que aún no ha terminado), o los últimos acontecimientos vividos en Irak. Otros dos hechos que, no siendo tan poco previsibles, tampoco estaban del todo previstos, han sido el excepcionalmente frío invierno que lastró a la economía americana en el primer trimestre, y el miedo a la deflación en Europa.
Ninguno de estos factores ha desestabilizado demasiado a las bolsas occidentales, que en general, han proseguido la tendencia alcista iniciada en el verano de 2012.
Dicha tendencia alcista de largo plazo obtiene de la política monetaria de los Bancos Centrales su principal razón de ser. En lo que llevamos de 2014, los Bancos Centrales también están siendo protagonistas.
La continuada reducción de las inyecciones monetarias en EE.UU. no ha perturbado de manera apreciable a los mercados, lo que no resultaba previsible. Tampoco lo era el fuerte paquete de medidas anunciadas por el BCE en su reunión de junio. Y tampoco lo era la inacción del Banco de Japón, cuando los mercados esperaban nuevas medidas hacia la mitad del año.
Los activos de los países de la Europa Periférica han sido unas de las inversiones de moda durante esta primera mitad del ejercicio, frente a otras inversiones que estuvieron de moda en el pasado, como las economías emergentes o Japón, que ahora parecen haber caído en desgracia.
De esta forma, las bolsas y los bonos de Italia, España y Portugal han estado entre los activos más demandados. El apetito por el riesgo, con una fuerte reducción en la percepción del mismo, la infraponderación previa, el ocaso de otras zonas geográficas (como las economías emergentes), la fuerte mejora de los datos macro en estos países (especialmente en España), o las medidas del BCE, están entre las razones que explican este éxito.
En el caso de la bolsa española, el mal comportamiento de alguno de los valores con más ponderación, como Telefónica, Inditex, Repsol o BBVA, ha evitado que la revalorización del Ibex 35 haya sido claramente superior. En el otro extremo se sitúa la banca mediana y las empresas constructoras, principales artífices de las subidas a doble dígito.
De cara a la segunda mitad del año, el escenario por defecto resulta similar al que hemos tenido en la primera mitad de 2014. Bajo esa hipótesis, las principales tendencias que han conducido los movimientos de los activos financieros en el período enero-junio de 2014, se mantendrían probablemente, siempre con matices, en el período julio-diciembre, algo que llevaría al Ibex 35 a terminar el año en el entorno de los 12.000 puntos.