Atrás quedaron los días en los que era frecuente recibir cartas del banco con ofertas de préstamos para los clientes. ¿Por qué iba el ciudadano a privarse de un capricho si el banco le ponía en bandeja la posibilidad de pagar cualquier artículo con facilidad y en cómodos plazos? Hoy la situación ha dado un giro de 180 grados.
Una de las cuestiones que el cliente de un banco debe plantearse antes de pedir un crédito es si el bien que desea adquirir es necesario, incluso, imprescindible. Con la crisis, las condiciones de venta han mejorado mucho. Pero si no son imprescindibles y el ciudadano carece del dinero necesario para adquirirlos, es preferible retrasar su compra. Así pospone la solicitud del crédito y espera a que mejore la coyuntura económica y la incertidumbre laboral.
No todas las personas que solicitan un préstamo prevén adquirir un nuevo producto. En ocasiones se piden para pagar una deuda. Sin embargo, esta opción no es aconsejable. Esta cantidad se suma a los intereses de ambos préstamos y empeora la situación de endeudamiento. Con la crisis y la amenaza del paro, las cuentas que se hicieron para pagar los créditos pueden quedar obsoletas y comprometer otros bienes.
El rechazo de las solicitudes de financiación por parte de los bancos y cajas tradicionales es muy elevado y se ha convertido en uno de los motivos que empuja a pedir un crédito rápido. Sin embargo, aunque es más fácil conseguirlo y los trámites para su obtención son escasos, devolverlo puede ser complicado debido a sus elevados intereses.
Si el consumidor no puede contratar un crédito con un banco o caja de ahorros porque sus solicitudes son denegadas, es preferible recurrir a otras opciones. Entre ellas, destacan los préstamos familiares y, cuando la cantidad necesaria no sea muy elevada, cabe la posibilidad de solicitar un anticipo en el trabajo, hacer los pagos con tarjeta de crédito o solicitar al banco que adelante el pago de la nómina. Así se evita pagar intereses.
Si se quiere comprar un producto, se puede recurrir al pago aplazado sin intereses que ofrecen algunos establecimientos. Otras posibilidades son: obtener unos ingresos extras mediante pequeños trabajos, aunque hoy en día es una solución complicada, y empeñar o vender joyas u otros objetos de valor para conseguir liquidez de forma inmediata.
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¿Necesito realmente la financiación?
Una de las cuestiones que el cliente de un banco debe plantearse antes de pedir un crédito es si el bien que desea adquirir es necesario, incluso, imprescindible. Con la crisis, las condiciones de venta han mejorado mucho. Pero si no son imprescindibles y el ciudadano carece del dinero necesario para adquirirlos, es preferible retrasar su compra. Así pospone la solicitud del crédito y espera a que mejore la coyuntura económica y la incertidumbre laboral.
No todas las personas que solicitan un préstamo prevén adquirir un nuevo producto. En ocasiones se piden para pagar una deuda. Sin embargo, esta opción no es aconsejable. Esta cantidad se suma a los intereses de ambos préstamos y empeora la situación de endeudamiento. Con la crisis y la amenaza del paro, las cuentas que se hicieron para pagar los créditos pueden quedar obsoletas y comprometer otros bienes.
Busco alternativas a la financiación tradicional...
El rechazo de las solicitudes de financiación por parte de los bancos y cajas tradicionales es muy elevado y se ha convertido en uno de los motivos que empuja a pedir un crédito rápido. Sin embargo, aunque es más fácil conseguirlo y los trámites para su obtención son escasos, devolverlo puede ser complicado debido a sus elevados intereses.
Si el consumidor no puede contratar un crédito con un banco o caja de ahorros porque sus solicitudes son denegadas, es preferible recurrir a otras opciones. Entre ellas, destacan los préstamos familiares y, cuando la cantidad necesaria no sea muy elevada, cabe la posibilidad de solicitar un anticipo en el trabajo, hacer los pagos con tarjeta de crédito o solicitar al banco que adelante el pago de la nómina. Así se evita pagar intereses.
Si se quiere comprar un producto, se puede recurrir al pago aplazado sin intereses que ofrecen algunos establecimientos. Otras posibilidades son: obtener unos ingresos extras mediante pequeños trabajos, aunque hoy en día es una solución complicada, y empeñar o vender joyas u otros objetos de valor para conseguir liquidez de forma inmediata.
- Préstamos familiares: Cuando una persona tiene varias deudas y carece de un futuro laboral sólido, es frecuente que pida ayuda a familiares o a amigos. No obstante, esta manera de obtener un dinero que sería imposible de otra forma, también es cada vez más complicada. El capital prestado sin demasiadas cautelas en otras ocasiones, se cede hoy con precaución. Cuando puedan prestar dinero, sobre todo si la cantidad es elevada, es conveniente que la operación se realice por escrito e, incluso, se registre ante la Agencia Tributaria para evitar malentendidos.
- Adelanto de la nómina: Algunas empresas no son partidarias de pagar por adelantado el salario a los trabajadores que lo soliciten, ni siquiera cuando la confianza es uno de los vínculos que une al empresario con el empleado. Sin embargo, el trabajador puede pedir que le abonen el dinero correspondiente a los días del mes que haya trabajado hasta entonces. Así podrá salir de un apuro puntual.
- Crédito nómina: Cada vez más bancos y cajas de ahorro cuentan con esta opción. Quienes tienen domiciliada su pensión o su nómina en la entidad disfrutan de mayores ventajas al contratar este producto. La principal es que carece de intereses. En función del banco, es posible solicitar el adelanto de varias mensualidades. El problema está en que los plazos para devolver el dinero son reducidos y, si no se puede hacer frente a la deuda en el periodo establecido, los intereses que se deben pagar son elevados.
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