Trump ha perdido credibilidad. ¿Por qué digo esto? En un entorno de credibilidad el anuncio de un arancel del 30% provocaría un desplome de los mercados de valores, básicamente porque como ha dicho el Comisario de Comercio de la UE, un arancel de esa cuantía supone en la práctica prohibir el comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos. ¿Imaginan que harían los inversores si realmente creyeran que esa es una posibilidad real? ¿Entonces?Trump ha perdido toda su credibilidad. Este tipo de anuncios son parte de la presión negociadora a la que nos tiene acostumbrados, y el resultado que espera el mercado es un acuerdo de última hora con unos aranceles más manejables. Pero Trump es imprevisible. No actúa en parámetros normales. Si no obtiene las concesiones que él quiere puede llevar a una situación dramática en el comercio mundial No solo en la UE. En todo el mundo. Y ahí radica el problema para los inversores, que el mercado no está preparado para ello. Personalmente, creo que los mercados están reaccionando de una manera excesivamente positiva en este contexto. Yo estoy reduciendo exposición a bolsa de forma sensible".Veremos ahora las palabras de Juan Carlos Ureta, presidente ejecutivo de Renta 4 Banco, que van por el mismo camino:"Si en las últimas semanas hemos mostrado nuestra sorpresa al comprobar la indiferencia de las bolsas ante la espiral creciente del gasto y de la deuda pública en Estados Unidos, que ha quedado consagrada en la Big Beautiful Bill (BBB), esta semana tendríamos que añadir también nuestro asombro al comprobar el total desinterés de los inversores ante la inquietante vuelta de los aranceles “recíprocos” y la guerra comercial global.La puesta en marcha de esos aranceles “recíprocos” provocó a principios de abril una fortísima caída de las bolsas, y la marcha atrás de Trump a partir del 9 de abril fue recibida con un “rally” alcista de las bolsas que ha durado prácticamente hasta hoy. Por dar solo una cifra, ese “rally” ha llevado al S&P desde los 4.835 puntos que tocó hace tan solo tres meses, el 7 de abril, hasta los 6.290 puntos que alcanzó el jueves pasado, sesión en la que marcó un nuevo récord histórico. Estamos hablando de una subida casi lineal del 30% en tres meses del S&P 500, el índice bursátil de referencia a nivel global, una subida cuyo mayor argumento era, precisamente, la relajación de la guerra comercial y la perspectiva de unos aranceles en el entorno del 10% a nivel general y del 35% en el caso particular de China.Pues bien, ha llegado el 9 de julio, fecha que Trump había establecido como límite (deadline) de las negociaciones comerciales con el resto del mundo, y la realidad es que se han cerrado muy pocos acuerdos, con la consecuencia de que Trump ha vuelto a las amenazas de poner aranceles muy elevados. Pero las bolsas, lejos de mostrar inquietud, han mostrado calma. Es verdad que los nuevos aranceles anunciados entrarán en vigor el 1 de agosto, lo que permite pensar que en estas tres semanas habrá acuerdos, y es verdad también que la fama de Trump es que al final siempre cede (Trump Always Chickens Out: TACO). Pero la cadena de decisiones anunciadas estos días, y las nuevas tensiones entre la Unión Europea y China, que ha vetado a las compañías europeas en las licitaciones de dispositivos médicos, habrían justificado turbulencias de cierta intensidad en las bolsas.Esa cadena de decisiones y anuncios sobre aranceles en los últimos días ha sido impresionante. De entrada, el arancel universal del 10%, que había decretado la Administración estadounidense, se convierte ahora en un 15% o incluso un 20%, aún por determinar. Se imponen aranceles del 20% para Vietnam, del 50% para Brasil y del 30% para la Unión Europea. Canadá y México, si bien en el caso de Canadá se excepcionan los productos que están bajo el amparo del USMCA (Acuerdo entre México, Canadá y EE.UU.) y los productos energéticos cuya tasa es del 10%.Además, en el caso de Brasil y también en el de Canadá han entrado en juego factores no económicos sino geopolíticos. Es lo que ahora se llama “geoeconomía” en referencia a la utilización de medidas económicas con fines políticos. A Brasil, que ni siquiera estaba en la lista del 2 de abril (Día de la Liberación), se le imponen ahora aranceles para responder al trato injusto que, en opinión de Trump, está recibiendo el anterior presidente, Bolsonaro, imputado el pasado mes de marzo por rebelión e intento de golpe de estado. A México se le castiga con mayor presión de aranceles por no detener a los cárteles de la droga. A Canadá por la crisis del fentanilo, prometiendo revisar a la baja los aranceles si Canadá coopera en la disminución del flujo de fentanilo a Estados Unidos.Ha sido también muy llamativo el anuncio del jueves de poner aranceles de hasta el 50% a la importación de cobre, lo que provocó una subida cercana al 17% en el precio del metal, por no hablar de los mensajes sobre un arancel del 20% a los productos farmacéuticos, eso sí dando un plazo de gracia de 18 meses para poder adaptar la producción interna, o de aranceles a los semiconductores o de otro arancel adicional del 10% a los países denominados BRICS, que según Trump están conspirando para destruir el dólar.Es sorprendente que con todas esas medidas las bolsas hayan resistido tan bien. El Eurostoxx ha subido un 1,8% en la semana, el Dax un 2%, el Cac un 1,7% y el Ibex tan solo un 0,3%. Las bolsas americanas han caído, pero casi testimonialmente. El S&P ha caído 0,3% en la semana, el Nasdaq queda casi plano (cae 0,08%) y el Dow Jones cae un 1%. Sin duda, es una nueva prueba de la resistencia de las bolsas ante cualquier noticia o situación adversa.En ese ambiente de complacencia, algunos analistas ya apuntan al S&P por encima de 7.000 puntos a finales de 2025. El pronóstico es de Mary Ann Bartels, que fue estratega jefe de Bank of America y ahora es estratega jefe de Sanctuary, y lo basa en la revolución de la IA, la robótica, blockchain y la web 3.0, es decir, la tecnología descentralizada de blockchain.Bartels cree que la inteligencia artificial va a tener un profundo impacto en la productividad y en los márgenes, y esto será muy alcista para las acciones en la segunda mitad de 2025. El objetivo de 7.000 puntos es un poco extremo, pero lo que sí han hecho casi todos los estrategas de las grandes firmas es situar su objetivo del S&P a fin de año por encima de los 6.000 puntos. Un ejemplo es la actual estratega jefe de Bank of America, Savita Subramanian, que ha elevado esta semana su objetivo del S&P a fin de año a 6.300 puntos. Un nivel alto, pero que es en el que está ya ahora el S&P.Es también significativo que el valor estrella por antonomasia de la bolsa, Nvidia, está en récord histórico y ha sido la primera empresa en superar los cuatro trillones (millones de millones) de dólares de capitalización, llevando al Nasdaq y al S&P a nuevos máximos históricos. El bitcoin también refleja ese optimismo extremo al situarse en máximos históricos y ya cerca de los 120 mil dólares, en un rally que parece no tener fin.Todo esto sucede mientras la incertidumbre se ha instalado ya como un elemento permanente del paisaje en ese nuevo mundo de Trump en el que solo hay una certeza, que se resume en tres palabras: “nadie sabe nada”. Ni siquiera, tal vez, el propio Trump, que maneja la política global con el mismo tacticismo con el que manejaba sus negocios inmobiliarios en Manhattan. Por tanto, no esperemos ver “soluciones” claras a nuestras preguntas. Mas bien acostumbrémonos a vivir en la incertidumbre permanente, con episodios ocasionales de desorden e incluso de caos.Tratando de buscar una explicación a ese exceso de confianza y a la espectacular subida de las bolsas desde el pasado 9 de abril, tal vez hay que mirar donde siempre, a la liquidez del sistema. Una liquidez que no para de aumentar porque ahora al aumento de dólares, de euros, de yenes o de yuanes se unen las ofertas de bitcoins, stablecoins y demás criptomonedas. Una oferta que ya supera los tres trillones (millones de millones) de dólares de capitalización.El execonomista jefe del FMI Kenneth Rogoff dice que estamos ante la mayor inflexión del sistema monetario global que hemos visto desde que Nixon rompió la conversión del dólar en oro en agosto de 1971. Caminamos, dice Rogoff, hacia un mundo tripolar, en el que el dólar seguirá siendo el principal protagonista, pero tendrá que compartir cierto espacio con el euro y con el yuan, que le robarán algunas parcelas de poder, pero no muy significativas.Un mundo en el que, además, están emergiendo el bitcoin y las “stablecoins” como curiosos aliados del dólar, apoyados por la nueva Administración norteamericana, con el presidente Trump a la cabeza. En ese contexto, la liquidez disponible va creciendo y eso puede explicar en parte la bonanza bursátil. También contribuye a esa bonanza que el dólar se mantenga dentro de una banda de fluctuación porque, como decíamos la semana pasada, tan malo es que el dólar se desplome como que por cualquier circunstancia se dé la vuelta e inicie una rápida subida provocada por cualquier evento inesperado. De momento esta semana ha subido ligeramente y está ya en 1,166 dólares por euro, lejos de los 1,20 dólares por euro que muchos vaticinaban.Esta semana se inicia la temporada de resultados del segundo trimestre. Esos resultados, que son ya los del primer semestre completo, serán la verdadera prueba de fuego de este espectacular rally bursátil. El martes publican sus cifras varios bancos y entidades financieras estadounidenses (JP Morgan, Citigroup, Wells Fargo, Bank of NY y Blackrock). El miércoles lo harán J&J, Bank of America, ASML, Morgan Stanley, Goldman Sachs y Alcoa y el jueves TSCM, Netflix, PepsiCo, American Airlines, American Express y 3M. Son todas ellas empresas muy relevantes.Hay también algunos datos macro interesantes como el IPC americano de junio, que se publica el martes, las ventas minoristas americanas también de junio, que se publican el jueves, y el índice de sentimiento del consumidor de la Universidad de Michigan, cuyo dato preliminar se publica el viernes.Los analistas técnicos dicen que julio es el mes más alcista del año y que el recorte, de venir, vendrá en agosto. Los resultados empresariales nos irán diciendo si los analistas técnicos tienen o no razón, pero de momento nada parece parar al S&P en su camino hacia los 7.000 puntos."