Uno de los problemas que tenemos en España, me parece a mi, es que adolecemos de competitividad. Es un tema manido, pero creo que es cierto.
Si realmente hubiese competitividad, las empresas se pelearían por arreglar nuestros desperfectos (fontaneros por ejemplo). Qué es eso de 'hoy no he podido ir, me ha salido mucho trabajo' o 'mañana voy a las 3'. No, mire usted, me hace falta hoy a las 5, si no viene usted, no se preocupe, que ya llamo a otra persona que me lo va hacer igual.
Eso por desgracia en España eso no existe. Os dejo un ejemplo de cómo funciona la competitividad en España (extraido de http://www.vidadeunconsultor.com/ ):
Proveedores orientales, ¿sí o no?
A la hora de plantear mi tienda online, una de las cuestiones que tuve que plantearme era dónde iba a aprovisionarme. Hay un elemento que tengo que adquirir, y se me planteaban dos grandes opciones: ¿un proveedor nacional, o un proveedor “del lejano oriente”? No tenía ningún prejuicio a priori, así que me puse a explorar posibilidades.
Para la alternativa nacional no me comí mucho la cabeza: búsqueda en Google, preselección en base a la “pinta” general, contacto para contar lo que quería y pedir presupuestos. La alternativa oriental, sin embargo, se presentaba más complicada: ¿cómo encontrar un proveedor? Y más importante… ¿cómo valorar su validez? Después de sondear a algunos contactos para ver si alguien tenía alguna referencia directa, acudí a Alibaba.com, una suerte de marketplace de proveedores orientales… fascinante.
Después de navegar durante un rato buscando proveedores uno a uno, hice uso de una opción que pone a tu disposición el sistema: tú haces una descripción de lo que buscas, y el sistema selecciona para ti una serie de proveedores que cree que se adaptan, y les envía automáticamente su petición. En cuestión de horas recibí decenas de contestaciones de India, China, Filipinas… algunas un poco peregrinas, pero también un puñado de ellas bastante solventes: incluso recibí una llamada de teléfono de un vendedor que, en un más que correcto castellano, se interesaba por mi petición. Después de unos intercambios de correos, tenía cinco o seis potenciales proveedores que me ofrecían una cierta sensación de seguridad. Y el precio… del orden de un 75-85% más barato que el proveedor nacional.
Sin embargo, al final opté por el proveedor nacional. Los motivos, sencillos: por un lado, para iniciar la actividad “con tiento” no puedo asumir unos aprovisionamientos exagerados, sino que necesito tiradas cortas. Y para tiradas cortas, el coste del transporte y de los trámites diluía en gran medida la ventaja en coste unitario del proveedor oriental. Por otro lado, las complejidades burocráticas (transporte, aduanas) derivadas de la importación (que supongo que todo es ponerse, y que la segunda vez que lo haces ya no es tan complejo) me echaban para atrás. También la flexibilidad en cuanto a tiempos de reposición era un tema relevante para mí (no es lo mismo tener producto en quince días que en dos meses). Y por último, aunque suene “paleto”, tener la sensación de que con un proveedor nacional me iba a entender mucho mejor a la hora de especificar el producto.
En definitiva, que opté por un proveedor nacional a sabiendas de que eso tiene un coste, pero (al menos inicialmente) estoy dispuesto a sacrificar parte del margen a cambio de sentirme más seguro. Más adelante, si la cosa sale bien, podré empezar a poner el pie en “tierras lejanas” y tener ahí una fuente de mejora de la eficiencia.
Un apunte adicional: percibí que la ventaja competitiva de los orientales no estaba únicamente en el precio de sus productos. Su actitud hacia el cliente, sus ganas de vender, dan mil vueltas a las de los proveedores nacionales. Mientras que en apenas unas horas disponía de decenas de ofertas, y recibí varios contactos reforzando el interés y poniéndose a mi disposición para lo que hiciera falta… los proveedores españoles tardaron días en responder (los que respondieron), la mayoría con respuestas vagas y poco interesadas (del tipo “te hago el favor de responderte, pero no molestes mucho”). Se nos comerán vivos.