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Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

12 respuestas
Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"
Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"
#1

Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

Bienvenidos a un mundo sin trabajo! En 20 años, la revolución digital y los avances en inteligencia artificial provocarán que miles y miles de trabajos que hoy realizan personas se llevarán a cabo con muchísima menos mano de obra o, directamente, con robots.

El mundo será un lugar en el que el empleo escasee de manera alarmante, en el que grandes masas de población no encontrarán el medio de ganarse la vida, en el que se resquebrajarán los pilares sobre los que se sustenta el concepto de Estado moderno, en el aumentarán de manera abrupta las desigualdades sociales, en el que crecerán de forma exponencial las tensiones sociales... No es ciencia ficción.

El economista Ryan Avent, corresponsal económico y columnista de la revista The Economist desde 2008, ex consultor del departamento de Trabajo de Estados Unidos y autor del blog de referencia Free Exchange, cree que esa funesta profecía se hará realidad. Lo cuenta en La Riqueza de los humanos: El trabajo en el siglo XXI, ensayo que acaba de ver la luz en España de la mano de editorial Ariel y cuya lectura provoca escalofríos. Para compensar quizás sus apocalípticos vaticinios, Avent es un hombre que sonríe sin parar.

¿De verdad la revolución digital en la que estamos inmersos va a transformar el mundo, sobre todo el de las relaciones laborales, como en su día lo hizo la revolución industrial?
Eso creo. Y también que la gente en general no es consciente de ello, cree que la revolución digital no traerá transformaciones tan radicales como las que conllevó la revolución industrial. Lo que ocurre es que estamos solo en los inicios de la revolución digital, pero las nuevas tecnologías en general y la inteligencia artificial en particular van a implicar cambios tan radicales como los que provocó en su momento la revolución industrial, en especial en el mundo del trabajo.

¿Cuándo comenzaremos a sentir con fuerza esa transformación?
En las próximas dos décadas lo notaremos de manera intensa.
¿Y en qué consistirá ese cambio?
Tiene tres aspectos. El primero ya lo hemos visto en los últimos 15 años, y se llama globalización. Las nuevas tecnologías permiten a firmas como por ejemplo Apple producir sus productos al otro lado del océano. Los trabajadores occidentales ya compiten en estos momentos con miles de trabajadores de China, de India... Y esa competencia se va a incrementar. En segundo lugar, las nuevas tecnologías también están permitiendo que trabajadores cualificados sean más productivos. Basta pensar que antes, para hacer un periódico, se necesitaba una redacción con cientos de personas, desde periodistas a diseñadores, pasando por editores y empleados de taller. Ahora todo eso se puede hacer con muchísima menos gente. Y el tercer factor, que es el que creo que mayor impacto tendrá, se llama automatización. Los avances en inteligencia artificial no afectarán sólo a los empleados de las fábricas, sino que tendrán también enorme impacto en trabajadores del sector servicios, incluidos trabajadores de cuello blanco, profesionales asalariados. Y ese creo que será el cambio más radical.

¿Cuántos puestos de trabajo se perderían en las próximas décadas?
Hay varios informes al respecto. Un estudio de la Universidad de Oxford afirma por ejemplo que en las próximas dos décadas el 47% de los puestos de trabajo podría estar automatizado. La OCDE no es tan pesimista, pero incluso así habla de que se perderían de media el 10-11% de los empleos, lo que sigue siendo muchísimo. Lo que está claro es que la capacidad tecnológica va a seguir mejorando, así que cada vez habrá más empleos en los que los trabajadores puedan ser reemplazados por máquinas. Y el único modo en el que las personas pueden competir con las máquinas es aceptando salarios más bajos, de manera que haga menos atractivo a las empresas llevar a cabo inversión en tecnología que pueda reducir empleos. Si los empleados no cuestan mucho, puede que se lo piensen dos veces antes de invertir en el último grito en inteligencia artificial.

¿Qué empleos serán los más afectados?
Los conductores de coche, obviamente, están en peligro. Y muchos trabajadores similares, como por ejemplo los pilotos de aviones. No estoy seguro de si tendremos aviones automáticos de pasajeros, pero sin duda se emplearán para el transporte de mercancías. En China ya hay unos pequeños robots que circulan por las aceras y llevan comida a domicilio, así que el de repartidor es otro trabajo en riesgo.

¿También corren riesgo trabajos en servicios tan fundamentales como la sanidad y la educación?
Eso pienso. Creo que estamos mucho menos preparados para admitir la automatización de esos campos, pero vamos en esa dirección. Los avances en inteligencia artificial y en las habilidades lingüísticas de los ordenadores van a afectar a un montón de empleos. Piense por ejemplo en lo que ocurre cuando va a una clínica u hospital. En la mayoría de los casos, usted se dedica a describir sus síntomas a una persona y ésta, en base a sus estudios y su experiencia, le da un diagnóstico y un tratamiento. Una máquina podrá hacerlo... Y otro tanto respecto a la educación: los programas informáticos son cada vez mejores en anticipar lo que necesita un estudiante. También veremos desaparecer los call-centers, porque los ordenadores podrán hacer un trabajo decente en ese campo en cuanto se mejore su capacidad de expresión y comprensión lingüística. Los administrativos también son vulnerables a la desaparición, así como numerosos empleos profesionales. En los despachos de abogados ya hay mucho trabajo para-legal realizado por ordenadores.

El trabajo será un bien escaso, de acuerdo. Pero, ¿cuál es el problema? Es una de las ilusiones que siempre ha acariciado la humanidad... Si el grueso del trabajo lo hacen las máquinas, las personas quizás podamos trabajar sólo un par de días a la semana y dedicar los otros cinco a disfrutar de la vida, ¿no?
Sí, ese es el sueño. Y en algún momento, a largo plazo, llegaremos a él. El problema es encontrar el equilibrio. Y tal y como están las cosas ahora mismo, si uno trabaja menos horas, también gana menos dinero. Y si gana menos dinero, no puede comprar las cosas que necesita comprar. Para conseguir ese sueño de trabajar menos horas sin que nuestro nivel de vida se vea afectado severamente tendría que haber una mayor redistribución de la riqueza. Pero la gente que gana dinero no quiere oír hablar de redistribución. Ya lo vemos ahora: mucha gente no quiere que los que vienen de otros países se beneficien de los servicios sociales, creando tensiones en la sociedad. Además, está muy bien tener tiempo libre, pero también a uno le gusta sentir que tiene un objetivo en la vida. Es un problema muy serio el que se nos viene encima. Y si no le hacemos frente del modo adecuado, puede provocar graves daños sociales.

Pero la revolución industrial a la larga mejoró las condiciones de vida de los trabajadores...
Sí. En el siglo XIX la gente trabajaba 80, 90 horas a la semana; en 1950, trabajaba 35 ó 40 horas a la semana. Pero para llegar del punto A al punto B se necesitó tiempo, sindicatos, seguridad social, nuevas leyes laborables... Fue necesaria una lucha para conseguirlo, hubo guerras. Con suerte no tendremos que pasar otra vez por ello, con suerte no serán necesarias revoluciones para lograrlo.... Pero no me sorprendería que las hubiera.

¿Cree que el aumento de los populismos y de los nacionalismos en Occidente está relacionado con la revolución tecnológica?
Sí. Creo que está influyendo en varios sentidos. El primero, es que a mucha gente no le han ido muy bien las cosas en los últimos 15, 20 años, y cuando eso ocurre muchos buscan a alguien a quién culpar, y aparecen entonces políticos que señalan con el dedo a los inmigrantes, a China... Eso lo vemos. Pero hay más: dado que el trabajo cada vez es menos seguro y que no crece como lo hacía antes, cada vez más personas dependen de la redistribución y de los servicios sociales para poder vivir. Y, de nuevo, hay quien sale diciendo que los inmigrantes no deben beneficiarse del sistema sanitario de un país o de la educación pública, que esos beneficios se deben de reservar para los que han nacido allí. Otro factor es que dado que el crecimiento ha estado tan concentrado, geográficamente y en unas pocas compañías que obtienen unos inmensos beneficios, en la sociedad surge un resentimiento hacia esas élites. Estas cosas ayudan al aumento de populismos y nacionalismos, y creo que vamos a ver crecer aún más estos movimientos, tanto en la extrema derecha como en la extrema izquierda.

¿Le sorprendería si la revolución tecnológica se viera acompañada en los próximos años de una revolución sangrienta?
Existe ese riego, sí. Creo que nos tratamos de convencer a nosotros mismos de que eso de las revoluciones sangrientas es algo que hemos dejado atrás, que no vamos a ver nada así en Occidente, que no habrá otra guerra mundial. Pero los cambios que estamos viendo en el sistema político, incluso solo en el último año, muestran que quizás no estemos al borde de la guerra, pero sí que nuestras instituciones son mucho más vulnerables de lo que pensábamos. Mirando a lo que ocurrió con la revolución industrial, vemos que el conflicto político es necesario para resolver este tipo de problemas, y el conflicto político a veces es tan tenso que desemboca en violencia. Mi esperanza es que hayamos aprendido de la historia y que, a pesar de que nuestras instituciones sean más vulnerables de lo que pensábamos, sean más fuertes de lo que lo fueron en la primera mitad del siglo XX. Sobre todo porque no estoy seguro de que sobreviviéramos a una nueva Guerra Mundial. Pero el problema es que los trabajadores, para obtener su ración justa del pastel, van a tener que hacer valer su poder negociador. En el pasado se declaraban en huelga y paraban la producción de una fábrica. Pero hoy en día las fábricas no funcionan así. En vez de eso, puede que veamos manifestaciones masivas que colapsen las ciudades, es posible que ése sea el método que empleen los trabajadores para hacerse oír y forzar negociaciones. Y esas cosas, esas manifestaciones masivas, se pueden volver violentas.

Usted sostiene que para poder competir con las máquinas los sueldos de los trabajadores bajarán en los próximos años. Pero los humanos nunca podrán competir con los robots: no hacen huelga, no se enferman, no les importa trabajar 24 horas al día los 365 días del año...
Sí. Creo que, a medida que la tecnología mejore, y sea cada vez más y más barata eso será imparable y cada vez más personas se verán apartadas del mercado de trabajo. Será una crisis cocinada a fuego lento que llegará a ser crónica. Será una nueva era. Si uno piensa en los albores del siglo XX, había un montón de trabajos de personal doméstico. Era un símbolo de estatus tener a 30 personas trabajando como personal doméstico, aunque realmente no se necesitaran. Ese tipo de trabajos creo que no se automatizarán. Y, en una situación extrema, creo que nos podemos encontrar con una situación parecida a la de la época victoriana, una situación en la que la desigualdad habrá aumentado dramáticamente y se recuperen ese tipo de trabajos.

Piketty en El Capital en el siglo XXI muestra como desde el XIX hasta hoy la desigualdad apenas ha disminuido. ¿Aún va a aumentar más con la revolución tecnológica?
Los argumentos de Piketty son interesantes, viene a decir que la gran desigualdad es una especie de estado natural y que sólo ante grandes guerras o catástrofes se produce un declive en ella. La gente que ganaba mucho dinero a finales del siglo XIX y principios del XX lo hacía porque tenía nuevas tecnologías, porque éstas les dieron mucho poder en el mercado y porque los trabajadores aún no habían tenido éxito en organizarse, en luchar y en conseguir algunos beneficios de ese crecimiento. Pero lo consiguieron, a través de acciones más agresivas, del auge de los partidos de los trabajadores. Y eso es lo que estamos viendo hoy. Aunque no creo que la desigualdad lleve inevitablemente a una revolución laboral.

¿Cómo se podría evitar esa desigualdad? ¿Aumentando los impuestos a las grandes fortunas?
El desafío es que hoy es muchísimo más fácil para los que son muy ricos evitar los impuestos, llevarse su dinero, irse ellos mismos a vivir fuera, estructurar sus compañías a nivel transnacional para pagar menos. ¿Cómo resolvemos eso? Por un lado, aumentando la cooperación entre los países, como recomienda Piketty, pero no estamos tomando ese camino.

http://www.elmundo.es/cronica/2017/04/06/58dea4d7ca4741b9578b4685.html

#2

Re: Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

Buenas, Empecinado.

 

Interesante y enigmático, sin duda, el futuro que nos espera con la revolución robótica. 

No se trata de acontecimientos de un futuro lejano, sino de un presente muy real que cada vez se hará más patente y al que debemos adaptarnos ¡¡¡¡ya!!!!.

 

Una interesante reflexión  de Marc Vidal:

 

La importanvia de revisar la versión oficial sobre el 'robocalípsis' inminente.

 

El pasado jueves ofrecí una conferencia en Málaga titulada  'Sólo para humanos, robots abstenerse'. Durante casi una hora  expliqué a una audiencia que llenaba el salón de actos del Hotel Vincci Posada del Patio que la versión oficial sobre el futuro laboral de todos debe ser revisada. Es evidente que algunos sectores, como la fabricación y el transporte, tienen un alto potencial técnico para la automatización. Sin embargo otros, como la educación, los profesionales creativos, la información y la atención sanitaria, tienen un potencial humano difícilmente sustituible por un sistema automático. El  apocalipsis robótico es menos posible en aquellos empleos donde la formación y la creatividad es algo fundamental. La aplicación de modelos de inteligencia artificial y sistemas automatizados  ha llegado y va a seguir avanzando, sin embargo  el impacto futuro de toda esta tecnología podría ser más parecido al que tuvieron los cajeros automáticos y menos que el que proponen las películas basadas en novelas de Isaac Asimov. Si será tan intenso o no, ya se verá, lo que si sabemos es que sucederá rápido.

Estamos pasando de la propiedad  de un producto al uso de un servicio que permita disfrutar temporalmente de él. Seguimos inmersos en el cambio absoluto de un modo de entender el mundo y la vida, la familia y los derivados de las relaciones sociales.  La política se expone en las redes, trabajamos a distancia, nos movemos en un mundo minúsculo y tomamos conciencia de que la Tierra no es un lugar en el que volcar nuestra irresponsabilidad. Pero en los últimos años ‘la urgencia’ se ha convertido en algo inevitable y consustancial con la vida del individuo moderno.  Todo se entrega en menos de una hora o de manera instantánea. Las redes que triunfan son las que así lo plantean y además si caducan mejor. Nada es perpetuo y en un rato desaparecen para siempre. La urgencia y la caducidad como esencia de nuestra existencia contemporánea.

En los negocios es aún más evidente.  La generación del ‘on demand’ de todo exige que tras un texto enviado en cualquier formato, tengamos respuesta inmediata. Si grabas un video se debe poder ver unos segundos después en cualquier red. Si quieres un disco, desde tu móvil lo tienes al instante en streaming por ejemplo.  Se acabó el ‘delay’ naturalizado de nuestra generación y bienvenida la civilización del ‘ya mismo’. Pero no todo es así o no lo será cómo mínimo. Existe una paradoja. La opción de tener acceso a todo y a todos tiene cara B. La naturaleza siempre equilibra. Siempre busca el polo opuesto y en el caso tecnológico también. La mutación sociológica que supone el uso instantáneo de redes y dispositivos, plataformas sin intermediarios o tecnología de impresión 3d, filmación o inteligencia artificial, también  está proporcionando un modo nuevo de pensar, de vivir, de valorar algunos aspectos que en épocas pasadas eran insalvable e ‘indebatibles’.

Mientras muchos aspectos vinculados a la tecnología han estimulado los negocios a límites de urgencia inéditos,  la considerada urgencia sociológica se ha ralentizado hasta casi detenerse curiosamente. Parejas que no se casan durante años, retrasando un desenlace que era obligatorio lo antes posible o embarazos que se planean hacia los treinta largos o incluso los cuarenta son una muestra de que hay cosas que se han detenido o no tienen urgencia. Si tenemos en cuenta que cada década la esperanza de vida en nuestra sociedad aumenta una media de tres años, sabemos que  en el ‘primer mundo’ algunos elementos de urgencia también desaparecerán como ahora los entendemos. Tendremos mucho más tiempo para hacer cosas. ¿Qué prisa hay en hacer algo si tienes mucho más tiempo que tus abuelos para hacerlo?  Los nacidos esta década vivirán más de un siglo de media, tal vez mucho más. Además esos años adicionales los van a vivir mejor y sin limitaciones vinculadas a rutinas, ineficiencia y situaciones del pasado.

Nuestros hijos o nietos vivirán más de cien años y llegarán en un estado saludable a los ochenta, con ganas de hacer mil cosas que además podrán hacer. Su mundo estará rodeado de tecnología que facilitará todo.  Permitirá vivir en otro estado de dependencia y de independencia. Un mundo dónde fronteras y banderas significarán algo más humano que patriótico y dónde seguramente seremos más ‘fans’ de un desarrollo robótico que de un equipo de fútbol. Nuestros hijos hoy ya no entienden que algo se retrase en llegar pero a la vez no contemplan el mundo como conectado siempre. Es curioso. ¿Recuerdas cómo cuando ‘te conectabas’ a Internet requería de unos minutos esperando que engancharas tu computadora a ‘Internet’ llamada Infovia en España por ejemplo? De hecho decimos ‘conectados’ por eso. Hoy en día técnicamente estamos conectados siempre. Pero los más jóvenes llaman a conectarse o desconectarse a un hecho distinto, a una manera de estar o no estar en contacto que es algo muy distinto.

Ellos son hijos de  la cultura del ‘pause’, de la no propiedad, de la economía colaborativa, de la vigilancia activa y del streaming social. En los próximos años vamos a empezar a ver un mayor reparto casi gratuito de tecnología a nuestras vidas y veremos también como se transforman en casi ‘derechos fundamentales’ algunos ‘servicios’.  La deriva de todo ello será la pérdida de propiedad y la ganancia de tiempo. La urgencia como la entendemos quedará postergada a la tecnología, al software, a lo robótico. Lo humano irá tomando un territorio donde estaremos ‘out of time’ y dónde lo importante será ser más libre de algunos aspectos que ahora relacionan ‘urgencia’ con ‘competitividad’.  Nadie podrá ser más rápido que un software o un robot. Lo que proporcionará un humano será eso, humanidad y no velocidad ni urgencia.

Como el tiempo es dinero queda claro que el cumplimiento instantáneo no dependerá de nosotros. El mundo sólo hará que pedir más descargas instantáneas de música, de noticias, de información o de cualquier servicio. Lo vamos a exigir todo instantáneo en un mundo digital. Y lo vamos a exigir a quienes lo pueden hacer, las máquinas y automatismos. Pero a la vez  iremos generando en paralelo una vida más tranquila. Fijaros cómo cada vez gana importancia el ‘vivir’ y disfrutar del deporte, la familia, el tiempo sin urgencia.  Un mundo tecnológicamente urgente y otro humanamente tranquilo. Planificar la jubilación cada vez será algo más abstracto para los jóvenes. Esa etapa, cuando ellos lleguen, estará en una franja que ahora, cuarenta o cincuenta años antes, no podemos ni tan siquiera imaginar. Seguramente, el concepto tal y como lo entendemos habrá desaparecido para entonces y plantearse la urgencia de hacer cosas antes también. Aquella lista de ‘diez cosas que quiero hacer antes de morir’ tendrá un sentido bien distinto en cuanto a la necesidad de hacerlo lo antes posible.

Cierto que el mundo va a toda leche. Es cierto también que vivimos acelerados, que todo parece urgente, pero revisa bien como todo está cambiando a la vez. Como valoramos unas cosas y otras de manera distinta.  Es urgente un escenario concreto que proporciona lentitud a otro. Es una paradoja que va a reinar nuestro futuro. Aunque curiosamente, habría que 'darse prisa' en ir preparando políticamente y sociológicamente todo ese cambio o nos pillará con el pie cambiado y un proceso que debería de ser brillante y muy beneficioso pudiera convertirse en un drama de dimensiones inéditas hasta la fecha. Depende de nosotros en gran medida, de cómo nos vamos adaptando, formando y transformando,  pero depende sobretodo de quienes tienen que liderar estos procesos políticamente. La robotización no es mala por naturaleza, es parte de la propia evolución. La tecnología siempre ha incorporado novedades que asustan pero a la vez que nos benefician. Formar a una sociedad que debe digerir todo esto a una velocidad inédita es obligación de quienes legislan. Tal vez, formarse ellos mismos también sería una buena idea.

https://www.marcvidal.net/blog/la-importancia-de-revisar-la-versin-oficial-sobre-el-robocalpsis-inminente

 

Saludos adaptándose a irrupción de la robótica en nuestras vidas.

 

 

#3

Re: Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

Buenas de nuevo,  Empecinado.

 

Informe del FMI que vulpa a la tecnologia de la mitad de la caída de salario de los trabajadores desde los años 80.

 

El FMI sostiene que la tecnología es el principal responsable de la caída de los salarios

La institución reconoce que «la integración global también jugó un papel en este proceso», especialmente a través de la «deslocalización de ocupaciones que exigen mucha mano de obra»

 

La mitad del declive de los ingresos de los trabajadores en las economías avanzadas desde 1980 se debe al progreso tecnológico, mientras que la integración global es responsable en mucha menor medida, indicó hoy el  Fondo Monetario Internacional (FMI).

«En las economías avanzadas, cerca de la mitad del descenso del porcentaje de los ingresos de los trabajadores tiene su causa en el impacto de la  tecnología», subrayó uno de los capítulos analíticos del informe de Perspectivas Económicas Globales del Fondo.

El informe achaca esta tendencia «a una combinación del rápido progreso en las tecnologías de la información y comunicación y a que un gran número de las profesiones pueden ser fácilmente  automatizadas».

Asimismo, reconoce que «la integración global también jugó un papel en este proceso», especialmente a través de la «deslocalización de ocupaciones que exigen mucha mano de obra», aunque matiza que «su contribución (a la caída de los ingresos de los trabajadores) se estima que ronda la mitad de la de la tecnología».

Para las economías emergentes, sin embargo, el FMI sostiene que los efectos de ambos factores han sido «mucho más benignos», al aumentar la productividad y el crecimiento, y como consecuencia han permitido elevar «los estándares de vida y salir a millones de personas de la pobreza».

Mención implícita a Trump

«En conjunto, la  tecnología y la integración global explican cerca del 75% de la caída de la remuneración del factor trabajo en Alemania e Italia; y cerca del 50% en Estados Unidos», afirman los autores sobre el periodo entre 1980 y 2015.

En este sentido, el FMI reconoce que «a medida que el crecimiento sigue siendo menor a lo esperado tradicionalmente en muchos países avanzados, existe el reconocimiento que los beneficios de la actividad económica no han sido compartidos de manera general y han fortalecido un rechazo contra la integración e impulsado el apoyo de políticas  aislacionistas».

La institución dirigida por Christine Lagarde evita, no obstante, mencionar en el documento expresamente al presidente estadounidense,  Donald Trump, quien ganó las elecciones de noviembre pasado sobre una agenda de proteccionismo y nacionalismo económico, particularmente crítico con países como México y China.

El próximo 18 de abril, el Fondo dará a sus esperadas proyecciones  macroeconómicas globales, en el arranque de la asamblea de primavera que reunirá en  Washington a los líderes económicos globales, y en la que se espera que las críticas frontales de Trump al comercio y la globalización centren las discusiones.

http://www.abc.es/economia/abci-senala-tecnologia-como-principal-responsable-caida-salarios-201704101625_noticia.html

 

Saludos tecnológicos y parados.

 

#4

Re: Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

Buenas, Empecinado.

 

Un poquito más sobre el tema; nada menops que Stephen Hawking en el World economic forum en diciembre del 2016:

 

Stephen Hawking: This will be the impact of automation and AI on jobs

Artificial Intelligence is a key topic at this year's World Economic Forum Annual Meeting. Watch the Artificial Intelligence session  here.

Artificial intelligence and increasing automation is going to decimate middle class jobs, worsening inequality and risking significant political upheaval, Stephen Hawking has warned.

In a column in The Guardian, the world-famous physicist wrote that"the automation of factories has already decimated jobs in traditional manufacturing, and the rise of artificial intelligence is likely to extend this job destruction deep into the middle classes, with only the most caring, creative or supervisory roles remaining."

He adds his voice to a growing chorus of experts concerned about the effects that technology will have on workforce in the coming years and decades. The fear is that while artificial intelligence will bring radical increases in efficiency in industry, for ordinary people this will translate into unemployment and uncertainty, as their human jobs are replaced by machines.

Technology has already gutted many traditional manufacturing and working class jobs — but now it may be poised to wreak similar havoc with the middle classes.

A report put out in February 2016 by Citibank in partnership with the University of Oxford predicted that 47% of US jobs are at risk of automation. In the UK, 35% are. In China, it's a whopping 77% — while across the OECD it's an average of 57%.

 Computerizable Jobs

Image: Bloomberg News & Dave Merrill

And three of the world's 10 largest employers are now  replacing their workers with robots.

Automation will, "in turn will accelerate the already widening economic inequality around the world," Hawking wrote. "The internet and the platforms that it makes possible allow very small groups of individuals to make enormous profits while employing very few people. This is inevitable, it is progress, but it is also socially destructive."

He frames this economic anxiety as a reason for the rise in right-wing, populist politics in the West: "We are living in a world of widening, not diminishing, financial inequality, in which many people can see not just their standard of living, but their ability to earn a living at all, disappearing. It is no wonder then that they are searching for a new deal, which Trump and Brexit might have appeared to represent."

Combined with other issues — overpopulation, climate change, disease — we are, Hawking warns ominously, at "the most dangerous moment in the development of humanity." Humanity must come together if we are to overcome these challenges, he says.

Stephen Hawking has previously expressed concerns about artificial intelligence for a different reason — that it might overtake and replace humans. "The development of artificial intelligence could spell the end of the human race,"  he said in late 2014. "It would take off on its own, and redesign itself at an ever increasing rate. Humans, who are limited by slow biological evolution, couldn't compete, and would be superseded."

https://www.weforum.org/agenda/2016/12/stephen-hawking-this-will-be-the-impact-of-automation-and-ai-on-jobs

 

En España las autoridades no están implementando ningún plan estratégico para que las nuevas generaciones, la industria, los trabajadores en activo, ni la población en general se adapten al cambio radical que se nos viene encima y que va a ir acelerando de forma exponencial; cuando nos quedamos dar cuenta y se quiera reaccionar, seremos un país atrasado, poco productivo, sin tecnología propia y sin adaptarse al nuevo mundo tecnológico.

En pocas décadas (si nada cambia y no se vislumbra intención ni capacidad alguna), pasaremos de ser cola de león a...¿cabeza de ratón?; no, más bien cagadilla de ratón.

Saludos cada vez más robóticos y menos humanos.

 

 

#5

Re: Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

Para comprender que las máquinas sustituirán a las personas en un futuro, no parece necesario ser especialista en nada ni leer o escuchar a nadie, es simplemente una situación que ya está en marcha y que antes o después, obligará al mundo a modificar las relaciones humanas y obviamente eso afectará al mundo laboral entre otros.

En relación a un comentario que he leído (parcialmente), no puede ser comparable con la revolución industrial, ya que ésta lo que produjo fue un simple traslado laboral del agro a la industria y que a su vez mejoró la situación agrícola, la cual se benefició de maquinaria moderna para sus labores, mientras el cambio a que nos referimos tiene la incógnita de cual será el cambio de la mano de obra humana a la robótica.

#6

Re: Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

Buenas, Japoas.

 

Interesante artículo del blog fde Marc Vidal sobre los empleos que corren más riesgo de desaparecer.

 

Empleos de alto valor que se van a ventilar los robots ya mismo.

¿Te preocupa que los robots te quiten tu empleo? El Financial Times  te echa una mano para ver si lo tienes crudo o no. A través de una aplicación puedes comprobarlo. Introduces tu sector, tu especialidad y las actividades que desarrollas y, en un instante, la calculadora del McKinsey Global Institute te dice el riesgo que tienes de ser sustituido en los próximos cinco o seis años por un artilugio robótico o un sistema inteligente. Habla de que como máximo será un tercio de esos empleos los que sufran la sustitución traumática. 'Solo' uno de cada tres. Hagan sus apuestas. Tengamos en cuenta que  ‘robot’ en este caso serían algoritmos inteligentes que se ejecutan en plataformas informáticas diseñadas y entrenadas específicamente para sustituir a humanos en tareas que ahora realizan estos. 

 

De los resultados hay cinco que no suelen salir en las habituales listas del Top Five de la  Robocalipsis y que, si se detalla adecuadamente el formulario, se muestran como en zona de alerta.  Se trata de algunos mandos intermedios, los comerciantes de productos básicos, los redactores de informes, los contables y los médicos. Es muy curioso apreciar como los llamados ‘empleos de alto valor’ pueden estar en mayor riesgo que otros que se les considera de menor escala. Es muy improbable que los asistentes y enfermeros sean sustituidos por robots por su necesaria actividad 'humana', pero los doctores podrían encontrar un serio contrincante a la hora de diagnosticar en la inteligencia artificial.

Según la Universidad de Oxford,  el 47% de los empleos en el mundo occidental se van a automatizar en dos décadas. Si tienes treinta años o cuarenta, en algún momento te va a tocar sí o sí. Ya sabemos que los que tienen que ver con las tareas repetitivas, conductivas o de escasa necesidad creativa, tienen los días contados. No obstante,  la versión oficial de todo esto es más que revisable. Ahora bien, hay cinco profesiones de ‘cuello blanco’ que van directas a la gran batalla contra una máquina y que, según uno de los grandes consultores de empleo en el mundo,  Shelly Palmer, tienen los días contados.  Al final del artículo procuraré dar la clave para no sucumbir a este ‘susto o muerte’.

Quedan esperanzas. The National Academies of Sciences, Engineering and Medicine convocaron un comité para investigar el impacto de la tecnología en los empleos.  En un estudio de 184 páginas, 13 expertos en economía e informática concluyeron que no tienen suficientes datos para determinar exactamente cómo la automatización, los robots y las innovaciones están afectando el empleo. Sin embargo si que hay datos. Muchos ejemplos que demuestran como está derivando. Casos concretos  como el de Fedex u otros. De hecho hay gente que ya habla de que el empleo, como concepto,  va a desaparecer en 60 años. Para todos los gustos. 

Pero vamos a los cinco que comenta Palmer:

Gerentes de proyectos. Si tu vida gira en torno de la creación y control de bases de datos, hojas de cálculo y software de gestión de proyectos, los robots te están apunto de sustituir. Todo cuanto realizas y que tiene una base analítica lo puede hacer un software, aprender rápido y mejorar lo que haces. Esto va de reducir los costes de ejecución y aumentar los beneficios por eficiencia.

Los vendedores y comerciantes de productos básicos, así como los responsables de compras de esos mismos productos. En todo proceso de compra y venta de las denominadas ‘commodities’, las variables que se manejan en la negociación tienen que ver con las especificaciones técnicas, el precio y la disponibilidad. En ese campo, un algoritmo capaz de analizar inteligentemente todo ese proceso pronto logrará mejores resultados que cualquier ser humano. Al final esto va de resultados y de cifras. Mayor beneficio y menor costo.

Redactores, periodistas y algunos autores. Aunque se contempla el hecho que escribir es algo complejo, redactar informes y noticias básicas no lo es tanto. Analizar documentación, investigar imágenes, o conversaciones y convertirlo en un informe ya es algo que sucede y que sólo hará que aumentar su calidad y precisión.

Contables, gestores y analistas financieros. La contabilidad robótica todavía está en fases iniciales pero actualmente ya interviene en infinidad de asuntos que, hasta hace muy poco, requería de supervisores humanos. La analítica financiera, la gestión contable y el asesoramiento económico tiene un duro escenario desde el punto de vista laboral y de reinvención.

Algunos médicos también lo tienen complicado. Por lo menos los que tienen que ver con la identificación de enfermedades y aplicación de tratamientos. Algo que, por otro lado, parece una buena noticia si atendemos a las necesidades del planeta. La población mundial rozará los 10.000 millones en apenas tres décadas. Va a ser improbable que la medicina pueda atender de un modo humano a esa población. El coste de un médico robótico será mucho menor y su capacidad de atención muy superior. La precisión quirúrgica de un brazo armado conectado a un algoritmo inteligente será tan sorprendente como la velocidad a la que se realice cualquier operación. Ya está sucediendo. Watson de IBM ya curra de médico en una docena de clínicas americanas.

Estas son cinco, pero hay muchas más profesiones.  La idea es que tengamos claro que no hay territorio intocable, empleo que se libre ni escenario previsible. Cuando hablamos de ‘como va a ser el futuro’ debemos ir con cuidado.  ¿Recuerdas que país mostró en la Expo de Sevilla’92 su plan de desarrollo de algo llamado Internet? Ninguno, nadie hablaba de Internet en la feria de la Innovación por excelencia en aquellas fechas. Nadie. Un lustro después, la red era parte de nuestra vida. Dos décadas más tarde era toda la vida.

Por lo tanto, cuidado con anunciar como será el mundo en 2100, 2074 o 2030. Con hablar de los próximos cuatro o cinco años vamos listos. Mi consejo a empresas, directivos, empleados y clientes en general es tratar este asunto por partes. Primero aceptando que todos tenemos los días contados. Por lo menos en el modo en el que trabajamos.  Vamos a trabajar distinto, todos. Por eso es imprescindible prepararse para ello.

El progreso tecnológico ni es bueno ni es malo, sencillamente es. No hay que enfrentarse a él, hay que entenderlo, formarse, abrazarla.  La tecnología no viene a ayudar por definición a nadie en particular. En todo caso viene a mejorar las cosas que se hacen. Si te pilla por medio se te ventila. Por eso es mejor adaptarse y modificar lo necesario para que el equipo formado entre tecnología y yo mismo sea una multiplicación exponencial y no una división irremediable.

La gran noticia es que sabemos que viene. No se va a parar. Sabiendo eso no tenemos otra que prepararnos. Negarlo o pensar que ‘me queda tiempo’ es tomar un riesgo que pasará factura.  La pregunta no es si ‘me tocará o no’, la cuestión es ‘cuando me tocará y con que tecnología sucederá’. Todos los empleos que van a ser sustituidos, automatizados y robotizados pueden ser, a la vez, generadores de otros espacios laborales que potencien a tu empresa. No lo veas como un riesgo únicamente, míralo como una oportunidad, como una ventaja de incalculable valor.

https://www.marcvidal.net/blog/2017/4/18/empleos-de-alto-valor-que-se-van-a-ventilar-los-robots-ya-mismo

 

Ninguna profesión queda libre del reemplazo robótico,  lo que significa que hay que formarse constantemente, evolucionar, ,reciclarse y adaptarse (dentro de lo posible) a las nuevas tecnologias; quien no lo consiga, no quiera o no sepa hacerlo,  será expulsado o degradado en su empleo.

 

Saludos adaptándonos al futuro presente. 

#7

Re: Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

Entiendo que no es necesario ningún estudio técnico de premios Nobel, ni leerse todo el rollo (con perdón), que me precede, para comprender que el futuro humano, sera de ocio y diversión, costeado por las máquinas y que llegará antes o después. Lo que no se puede adivinar es el coste inicial y la dificuitad del proceso.

#8

Re: Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

Buenas, japoas.

 

Hombre, eso de ocio y diversión, posiblemente sea real para los privilegiados que sean capaces de mantener un puesto de trabajo con salario y prestaciones dignas; el resto, tiempo para ocio seguro que tendrán, pero diversión tendrán poca porque sobrevivirán o malvivirán con rbu, subvenciones o cualquier otro tipo de prestaciones sociales para marginados.

 

Saludos con ocio y diversión si hay dinero.

#9

Re: Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

Esa es una respuesta muy negativa, dada desde el punto de vista de la sociedad actual, pero el proceso evolutivo modificará la próxima estructura actual y no habrá opción, ocio y diversión o desaparición del género humano. Nadie me podrá v contradecir porque para que todo se realice, no vivirá nadie de los actualmente nacidos, pero el proceso ya ha empezado y no hay vuelta atrás.

Saludos en el futuro, que ya ha comenzado.

#10

Re: Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

Buenas,  Japoas.

 

Interesante visión de Yuval Noah Harari, israelí nacido en 1976, catedrático en el Departamento de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

 

Cómo vislumbra el pensador de moda (Yuval Noah Harari) el futuro de la humanidad

Siempre ha habido futorólogos y visionarios que en un determinado momento han intentado predecir el devenir la Humanidad. Julio Verne, H. G. Wells, Mary Shelley, Aldous Huxley, Ray Bradbury o  Isaac Asimov recurrieron a la literatura para adelantarnos mundos inquietantes y sugerentes dominados por la tecnología. El último visionario se llama Yuval Noah Harari y es un atildado y tímido profesor universitario en Jerusalén.

Pero Harari no ha escrito una sugerente historia de ciencia-ficción con  replicantes y robots que se adueñan de la Tierra en un tiempo sin determinar, sino que nos describe, con abundante información y razonamientos creíbles, el mundo que tenemos a la vuelta de la esquina.

 Harari saltó a la fama hace un par de años con  ‘Sapiens. De animales a dioses’, un libro en el que propone una provocadora historia de la Humanidad donde el factor decisivo para el triunfo de la especie no ha sido su mayor tamaño craneal o incluso su superioridad técnica, sino su capacidad para contar historias y creérselas. ‘Sapiens’ convenció a millones de lectores de más de 30 lenguas y fue fenómeno editorial en toda regla, sobre todo porque se trataba de un libro de historia con mucho de antropología, y no de una novela negra o un volumen de autoayuda, géneros siempre con más papeletas para estar en la lista de bestsellers.

 

HACIA DÓNDE VA LA HUMANIDAD

Después del exitazo de ‘Sapiens’, Harari ha vuelto a sorprender con un libro que se lee con creciente interés y que, en vez de mirar hacia atrás para ver de dónde venimos, centra su atención en el futuro para intentar ver hacia dónde vamos.

Se trata de  ‘Homo Deus’, un volumen de casi 500 páginas, muy bien documentado y escrito con rigor y desparpajo, que dibuja un panorama bastante oscuro y que, al contrario de las fábulas futuristas de la ciencia-ficción, no nos habla de un mundo lejano y pintoresco, sino que, vistos los  desarrollos recientes de la genética o la inteligencia artificial, es un escenario que está aquí para quedarse. Y eso, precisamente, es lo que lo hace más inquietante.

Harari pone en cuestión los pilares del mundo tal y como lo conocemos en los últimos 200 años al recordarnos que las últimas investigaciones y el auge de la  genómica y  la inteligencia artificial ponen en entredicho el libre albedrío y la verdad compartida de que como seres humanos solemos tomar decisiones coherentes. El individuo es una ficción, o más bien una “fantasía religiosa”, y en realidad somos “una asamblea de algoritmos bioquímicos”, nos dice el historiador.

En otras palabras, eso de que somos un individuo es un cuento chino como el de los medievales que pensaban que Dios y el cielo eran el sentido de su vida. La tesis de Harari es, pues, un duro revés para una institución como la democracia o un sistema político como el liberalismo, que han dominado la escena en los últimos siglos y que están asentados en la sacrosanta autonomía personal.

EL DATAISMO ES LA NUEVA RELIGIÓN

Harari avanza así el mundo posliberal y tecnohumanista. La tecnología, que en el pasado venció las pandemias y acabó con las hambrunas, nos traerá en este siglo paz, felicidad y vida eterna. Pero, eso sí, al precio de jubilar al ser humano tal como lo conocemos. Si en ‘Sapiens’, el progreso histórico estaba marcado por la habilidad del hombre para crear ficciones, a partir de ahora la clave del progreso estará en la capacidad para procesar información.

Y llegados a este punto,  el dataísmo es la nueva religión. Harari piensa que con suficiente información biométrica de alguien y el necesario poder de computación, un algoritmo podrá entendernos mejor que nosotros mismos. Hoy el algoritmo de  Amazon nos propone los libros que nos gustan y el sistema de navegación del coche elige el camino a casa, pero en el futuro también usaremos algoritmos para  buscar universidad o incluso para elegir el partido por el que votaremos.

Además, la  pérdida de privacidad no frenará el poder de las fórmulas matemáticas. Los algoritmos nos facilitan la vida y seguirán haciéndolo, aunque ello suponga dar a conocer a extraños todas nuestras intimidades.

DE ROBOTS Y HUMANOS INMORTALES

Harari se suma al coro de los que dicen que los robots dejarán sin trabajo a buena parte de nosotros. Los taxistas desaparecerán según vaya avanzando el  coche autónomo. Pero no serán los únicos. Los médicos también lo tendrán difícil cuando un doctor Google conectado a nuestro cuerpo sea capaz de adelantarse a un resfriado o incluso predecir enfermedades como el cáncer o el Alzheimer. Por no hablar de los traductores de idiomas. No habrá pues necesidad de invertir en educación y sanidad para todos porque se no se va a necesitar a tanta gente, con lo que los modernos sistemas de bienestar también podrían estar en peligro. “Los algoritmos no van a la huelga”, recuerda el autor de ‘Homo Deus’.

Harari también cree que, si no lo remediamos, saltará por los aires otro principio vertebrador de la sociedad de los últimos siglos: el de la igualdad. El pensador israelí adelanta que habrá una élite genética y tecnológicamente superior que  se podrá pagar los avances que vayan saliendo. Ya lo empezamos a ver con  casos como el de Angelina Jolie, que sabedora del alto riesgo de tener cáncer se extirpó los pechos y posteriormente los ovarios. Además, Harari predice que va a seguir aumentando el poder de las multinacionales que guardan nuestros datos de todo tipo, incluidos de los de salud.

El pensador israelí aventura asimismo que en este siglo el hombre podría vencer a la muerte, una cuestión que para él es  más un problema técnico que metafísico. La bioingeniería acelerará el camino de una nueva especie. “Se va a reescribir el código genético, se reconectarán circuitos cerebrales y se alterará el equilibrio bioquímico”, anuncia en un momento de ‘Homo Deus’. La ciencia nos llevará a la inmortalidad. Eso sí, a cambio el hombre dejará de tener poder de decisión y abandonará el papel protagonista que siempre tuvo. Es el mundo posible (e inquietante) que nos propone Yuval Noah Harari, el pensador de moda.

http://www.nobbot.com/personas/yuval-noah-harari-homo-deus/

 

Su página:

http://www.ynharari.com/es

 

Un futuro que no viviremos, pero sí llegaremos a atisbar en cuatro o cinco décadas. 

 

Saludos inquietantes.

 

#11

Re: Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

Ojalá viviera yo esas "cuatro o cinco" décadas.

Saludos vitales

#12

Re: Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

Buenas de nuevo, Japoas.

 

La singularidad tecnológica jubilará al verbo “trabajar”

La sociedad falsamente llamada post-industrial está organizada en torno al trabajo y al ocio, por ese orden. Incluso los valores éticos están muy influenciados por la moral del trabajo, hasta el punto de que cuando alguna persona puede permitirse el lujo (¿?) de vivir sin trabajar, lo que comúnmente se conoce como “vivir de las rentas”, no concita el aprecio de sus congéneres, sobre todo si su fortuna tiene su origen en la economía especulativa. Trabajamos, pues, para generar recursos que nos permitan hacernos merecedores de la holganza y de la reputación social.

PROGRAMADOS PARA TRABAJAR

No son pocos los casos de personas que están soñando con alcanzar la edad de jubilación para disfrutar de un tiempo de ocio y cuando llegan descubren que no saben hacer otra cosa que trabajar. Estamos programados cultural y moralmente para laborar.

Los padres desean casi por encima de todo que sus hijos encuentren un buen trabajo, a ser posible estable y bien remunerado, similar al que ellos mismos han sufrido o disfrutado, un lugar al que ir todas las mañanas y una organización de la que sentirse parte. En ausencia de enfermedad, la salud se da por descontada y la felicidad ya vendrá sola si ocupas un hueco en el sistema laboral. De hecho, cuando un hijo logra un puesto de trabajo en una empresa o institución, la noticia es contada más veces por el progenitor que por el propio protagonista. Es motivo de orgullo que el vástago haya merecido la confianza de una organización e incluso, tal y como corren los tiempos, que le retribuyan con un salario.

Sin embargo, el trabajo, tal y como lo entendemos ahora, puede desaparecer en apenas unos decenios. La singularidad tecnológica jubilará al verbo trabajar. Se entiende por “singularidad” el momento en que la inteligencia artificial supere en capacidades al cerebro humano. Aunque el término fue acuñado por un escritor de ciencia ficción (también matemático e informático), Vernor Vinge, el concepto ha sido ya adoptado por los miembros de la comunidad científica de la inteligencia artificial. Tanto es así que Google y la NASA crearon en 2009 la Universidad de la Singularidad, ubicada en Silicon Valley (California) y dirigida por el científico Ray Kurweill.

TEST DE TURING

Los progresos tecnológicos en el mundo de los ordenadores darán lugar a máquinas cada vez más potentes y baratas. Kurzweil pronostica que un ordenador pasará el test de Turing hacia 2029, demostrando tener una mente (inteligencia, consciencia de sí mismo, riqueza emocional…) indistinguible de un ser humano. Este salto será posible por la creación de una inteligencia artificial alrededor de una simulación por ordenador de un cerebro humano mediante un escáner guiado por nanobots. Una máquina dotada de inteligencia artificial podría realizar todas las tareas intelectuales humanas y sería emocional y autoconsciente.

Formado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), Kurzweil predice que en el año 2050 la tecnología llegará a ser tan avanzada que los progresos en medicina permitirán ampliar radicalmente la esperanza y calidad de vida de las personas. Los procesos de envejecimiento podrían al principio ralentizarse, más tarde detenerse y finalmente revertirse en cuanto esas nuevas tecnologías médicas estuvieran disponibles. El pensador neoyorkino sostiene que este escenario será posible gracias a los avances en la nanomedicina, que posibilitarán que máquinas microscópicas viajen a lo largo de nuestro cuerpo reparando todo tipo de daños a nivel celular.

PENSAMIENTO MORAL

Kurzweil está convencido de que las inteligencias artificiales mostrarán  pensamiento moral y respeto a los humanos como sus ancestros. De acuerdo a sus predicciones, la línea entre humanos y máquinas se difuminará como parte de la evolución tecnológica. Los implantes cibernéticos mejorarán en gran medida al hombre, lo dotarán de nuevas habilidades físicas y cognitivas y le permitirán interactuar directamente con las máquinas.

Ya sea en el año 2029 o alrededor del 2040, fecha de consenso para los científicos reunidos en la Cumbre de la Singularidad celebrada en octubre de 2012 en San Francisco, el salto exponencial que producirá la inteligencia artificial dará un nuevo sentido al trabajo y será el principio de una nueva forma de organización social. El día en que las máquinas sean capaces de hacer todas las tareas humanas, incluso la de supervisarse, atribuida hoy al ser humano, éste podrá dedicarse exclusivamente al ocio y tendrá que estar preparado para ello.

VIVIR SIN TRABAJAR

De la misma manera que hace poco más de un siglo la invención de la radio revolucionaba las formas de comunicarse, una revolución acelerada por la popularización de la telefonía móvil en los últimos 30 años, la robotización producirá profundas transformación sociales, de hecho ya las está produciendo. Esos cambios se llevarán por delante, no sin afrontar una feroz resistencia, creencias y valores que actualmente encauzan nuestra forma de vivir, cuya principal agenda es la jornada laboral.

Para aquellos que ya tenemos hijos en edad laboral, la singularidad de vivir sin trabajar no es un escenario alcanzable, ni siquiera para nuestros descendientes, pero sí para la siguiente generación, la que formarán nuestros nietos y biznietos. La creencia más difícil de remover será aquella que nos ata al puesto de trabajo no sólo por el salario que recibimos, sino porque muchos no sabríamos a qué dedicar el tiempo (de ocio) sin sentirnos mal.

Tal vez deberíamos fijarnos más en los ‘trabajadores’ de la economía financiera, quienes tienen la habilidad de crear valor allí donde no lo hay o de recibir un sueldo, habitualmente muy elevado, por vender parcelas de valor en el cielo de las expectativas. No olvidemos que algunas máquinas inteligentes ya hacen su trabajo. Ellos sí que son listos, ya que viven del futuro sin conocerlo.

http://www.nobbot.com/firmas/tecnologia-y-trabajo/

 

Otium et nec otium.

Pasado y presente de negocio, ¿futuro de ocio?.

Pasado de salarium argentum, ¿futuro de rbu?,

 

Saludos ociosos.

#13

Re: Ryan Avent: "Para competir con las máquinas hay que aceptar salarios más bajos"

Buenas, Empecinado.

 

La visión de Enrique Dans, uno de nuestros gurús sobre innovación y transformación digital más activos en la red.

En este artículo alude al asesoramiento que ofreció para un artículo en "el país" del pasado 21 de abril; aunque lo realmente interesante es la ampliación de sus reflexiones que desglosa en su blog.

 

Sobre el futuro del trabajo, en El País

El tema, como sabréis los que os pasáis por aquí a menudo, me apasiona completamente, y lo revisito de manera bastante habitual. Mis respuestas intentan sintetizar algunas de las cuestiones más candentes cuando se habla del futuro del trabajo como base fundamental de la sociedad que conocemos o incluso de la identidad de la persona, hasta el punto de que cuando hablamos de alguien, es muy habitual definirlo haciendo referencia a su profesión. Ideas como la destrucción neta de puestos de trabajo, el concepto de a qué llamamos empleo, la posibilidad de que trabajar en el futuro se entienda de una manera completamente diferente a como la entendemos hoy (o incluso a que existan muchas tareas que nos parezcan cualquier cosa menos un trabajo y que se desarrollen en regímenes no vinculados a ningún tipo de horario o de presencia en un lugar determinado), la evolución hacia sistemas basados en la renta básica incondicional, o las posibles variables geopolíticas implicadas en esa evolución.

A continuación, el texto completo de las preguntas y respuestas que intercambié con Miguel Ángel (como entenderéis, sabía perfectamente que era imposible que publicase todo y que tendría que limitarse a uno o dos entrecomillados, pero me lancé a escribir como si no hubiese un mañana porque, como ya he comentado, el tema me parece fascinante y escribir siempre ayuda a ordenar las ideas :-)

 

P. En el proceso de destrucción/creación en el que andamos inmersos por obra y gracia de las nuevas tecnologías, ¿cuál será el balance neto? ¿habrá más, menos o el mismo empleo?

R. Depende de lo que entiendas por empleo. A medida que las máquinas van no solo aprendiendo a hacer más cosas, sino que además las van haciendo cada vez mejor, mucho mejor que las personas (conducir un vehículo, manejar una herramienta, ensamblar cosas en una cadena de montaje, procesar lenguaje, etc.) y a un coste más bajo, pensar que va a haber más empleo del tipo que hoy conocemos como empleo es simplemente absurdo. Si restringimos empleo a lo que hoy conocemos como empleo, olvídalo: habrá mucho menos. Sin embargo, lo que tenemos que pensar es que vamos hacia un mundo en el que muchas personas harán cosas que hoy no consideraríamos empleo, pero lo serán.

Esto, en realidad, lo hemos visto antes: yo tenía verdaderas dificultades para explicarle al abuelo de mi mujer, con sus noventa y tantos años, que esos días que yo me quedaba en casa delante de mi ordenador estaba en realidad trabajando. Me miraba con desconfianza y, al cabo de un rato me volvía a preguntar, “ya, pero… ¿no vas a ir a trabajar?” Para él, el trabajo era inseparable del hecho de desplazarse a un lugar determinado y “hacer” físicamente algo, y como eso de sentarme delante de una pantalla “no podía ser trabajo”, se preocupaba porque pensaba que su nieta se había casado con un tipo aparentemente muy vago que no salía de casa para ir a trabajar y que se pasaba el día delante de una pantalla… seguramente “jugando a algo”. ¿Cuántas cosas de las que vivirán nuestros hijos serán para nosotros inclasificables dentro del concepto de “trabajo” o “empleo”?

Para acomodar ese tipo de empleo que una persona hace “cuando quiere y le apetece”, porque si no es algo que le apetece habrá una máquina que lo haga, hay que cambiar el modelo social. Sin ese cambio de modelo, la distribución de la riqueza entraría en un absurdo conceptual, con un porcentaje cada vez mayor de excluidos y una concentración cada vez más elevada de riqueza en manos de unos pocos, algo social y políticamente insostenible. Cuando cambia el concepto que tenemos de empleo o trabajo como elemento central de la identidad de las personas, cambia todo el modelo social. Por más que pienso en modelos futuros de sociedad, no paro de llegar a la misma conclusión: será indispensable un modelo de renta básica incondicional que dote a las personas de una independencia para hacer lo que quieran hacer, que les permita pasar temporadas de su vida centrándose en adquirir determinadas habilidades – y liberados completamente de la presión de obtener un salario como lo conocemos hoy en día – mientras otras temporadas prefieren centrarse en hacer algo que les permita obtener unos ingresos adicionales (recordemos que la renta que percibían será incondicional, no la perderán ni les desincentivará de hacer otras cosas) que les permitan diferenciarse, elevar su nivel de vida o darse unos caprichos.

Cuando desacoplamos el trabajo de la necesidad de obtener ingresos por encima de todo, y cuando eliminamos la espantosa cultura del subsidio (te doy esto porque lo necesitas, pero te lo quitaré si obtienes un ingreso), obtenemos un modelo social completamente diferente y que, para mí, tiene mucho más sentido. Cada vez veo más pruebas de que nos dirigimos hacia un modelo en el que la renta básica incondicional será un elemento central, y lo veo venir tanto desde ideologías que buscan una redistribución de la riqueza más justa, como desde los más liberales que buscan simplificar los actuales sistemas de ayudas y subsidios. La renta básica hace ya tiempo que no mira a la derecha ni a la izquierda, mira hacia delante.

P. De la misma forma que el agua corriente dejó sin trabajo a los aguadores o el coche a los herreros; ¿quiénes serán los perdedores en los próximos años? ¿y los ganadores?

R. Yo suelo decir que los perdedores serán los que “trabajan para vivir”, aquellos que simplemente van a trabajar todos los días para llevar a cabo tareas que no les satisfacen en absoluto, pero que necesitan hacer para obtener un dinero que les resulta imprescindible. Esos trabajos, en su inmensa mayoría, desaparecerán y serán sustituidos por máquinas siempre que haya un interés económico por hacerlos más eficientes y competitivos. Todos los trabajos administrativos, por ejemplo, desaparecerán. La arqueología, en cambio, no lo hará, porque aunque es una disciplina interesantísima, tardaremos mucho en encontrar un modelo económico que justifique que la arqueología no la hagan personas, por mucho que podamos construir máquinas capaces de explorar el suelo y excavar para extraer un fósil. Y lo que tengo claro es que la mayoría de los que “vivimos para trabajar”, en el sentido de que nuestro trabajo nos gusta, nos divierte o le vemos un sentido que nos llevaría incluso a seguir haciéndolo aunque no nos pagasen por ello, encontraremos nuevas formas de hacer ese trabajo que nos apasiona, utilizaremos máquinas y algoritmos que nos permitirán mejorarlo, pero será difícil que lo perdamos.

P. La primera oleada de innovaciones tecnológicas fue eminentemente made in USA. ¿Crees que Europa aún tiene oportunidad de protagonizar esta segunda oleada (IoT, IA, robótica, IoE…) que viene?

R. No tengo claro que Europa tenga posibilidad de liderar nada, porque sencillamente no lo está buscando ni intentando de ninguna manera. Tengo claro que los Estados Unidos estaban en ello, pero que llegó un idiota a la Casa Blanca incapaz de entender la tecnología y con un nivel de incultura tan grande que le lleva incluso a ser negacionista del cambio climático, y que se dedicó a sabotear el país obsesionándose con volver a poner obreros en las cadenas de montaje (cuando en realidad funcionarían infinitamente mejor con máquinas en lugar de personas), con poner obreros en las minas, y con ideas tan disfuncionales y alucinantes como volver al carbón. Ningún país es capaz de superar tanta estupidez, y los Estados Unidos perderán su liderazgo mundial antes de que Trump abandone la Casa Blanca. También tengo claro que China tiene un enorme incentivo para convertirse en el mayor impulsor de la automatización inteligente, del machine learning y de la robótica, porque es la única manera de hacer su modelo económico sostenible, veo que trabaja en ese tema con una clarísima consideración estratégica desde hace años, y que además, como prescinde de algo como la democracia, lleva a cabo esas transformaciones de una manera infinitamente más eficiente. No digo que el modelo sea bueno, yo nunca querría vivir en un país en el que la democracia no existiese, pero indudablemente, les permite acometer cambios ambiciosos sin encontrarse a nadie enfrente intentando impedirlos, porque domina un pensamiento único marcado por un régimen autoritario. ¿Y Europa? Europa está tan preocupada por el mantenimiento del statu quo y de los modelos conocidos, que simplemente se niega a explorar los nuevos, a plantearse siquiera salir de su zona de confort. Dudo seriamente que Europa tenga hoy una cultura que le permita liderar nada.

https://www.enriquedans.com/2017/04/sobre-el-futuro-del-trabajo-en-el-pais.html

 

El artículo en El país.

La tecnología jubilará primero a los menos cualificados

http://elpais.com/elpais/2017/04/20/ciencia/1492681696_254215.html

 

Al final, a lo que aluden todos los expertos es a la imperiosa necesidad de un cambio de modelo productivo, educativo, social, ..., que debe ser impulsado desde la administración pública de forma decidia e inminente, pues el cambio que se está produciendo se acelera de forma exponencial.

La gran mayoría de expertos señalan también la necesidad de imponer una RBU, pues sino la mayoría de población quedará relegada del mercado laboral y no tendrá medio de subsistencia o lo hará de forma penosa, aumentando radicalmente las desigualdades sociales.

Pero no veo yo interés alguno (desde luego en nuestro país, ni asomo de ello) en las clases dirigentes por dar un paso adelante y liderar el cambio.

 

Saludos digitalizados, con ocio y sin negocio, con rbu y desigualdad social creciente.