Buenas, Elespia.
Es cierto que la publicidad maneja y manipula los tópicos (la mayoría deleznables); pero no serán tan tópicos y tan deleznables cuando funcionan en las mentes de los consumidores y les inducen a adquirir ese producto.
Todos sabemos que el coche que compramos nos proporciona libertad, alegría... ¡y unas tías buenísimas!, que el detergente lava con un blanco destellante en dos milisegundos, sin agua... ¡y huele a chanel nº 5! y que si un tío con capa y los calzoncillos por encima del pantalón entra en tu casa mientras ves la tele, no es superman ni el fresco del barrio sino que te da un préstamo en 2 minutos.
De todas formas, si estrategias de marketing tan pueriles son capaces de influir en el ansia consumista del espectador, lo que habría que plantearse seriamente es el nivel de discapacidad intelectual y el grado de anoxia cerebral de las seseras de gran parte de la población. Como he dicho varias veces, muchísima gente (cada vez más) ha renunciado los derechos del razonamiento crítico propio e independiente y al desarrollo intelectual, externalizando hacia el estado de bienestar tan ímprobos trabajos.
Sin saludos a la externalización mental consentida.