Resultados malos, pero mejores de lo esperado. Una liturgia en t
Resultados malos, pero mejores de lo esperado. Una liturgia en tiempos de crisis
Los bancos de inversión estadounidenses se han puesto el mundo de la Bolsa por montera y resucitado un término muy viejo, que conduce a error y provoca más estrés de lo deseable en un numerosos actores en los mercados. Se trata del calificativo mejor o peor de lo esperado, que es el eufemismo y la manera de desviar la atención de quienes apenas se han iniciado en estas lides. Mejores o peores de lo esperado para enmascarar la realidad. Las acciones suben y bajan, entre otras cosas, porque los resultados son buenos o malos. Los buenos resultados sostienen las valoraciones en curso, incluso las aupan. Los malos resultados tienen en el efecto contrario. Pero si al gentío, a la gran manada bursátil, la azuzamos con otras estratagemas, podremos comprobar que un resultado empresarial malo, pero mejor de lo esperado, tiene efectos balsámicos sobre los precios de las acciones, mientras un resultado bueno, pero peor de lo esperado tiene una contestación bursátil contraria a lo que sería lógico. Que nadie, no obstante, se rasgue las vestiduras. El mercado es soberano y al final termina llamando pan al pan y vino, al vino.