El 7 de septiembre de 1940 comienza lo que Winston Churchill denominaría: “La Batalla de Inglaterra”; fueron toda una serie de bombardeos masivos del III Reich sobre Gran Bretaña que finalizaron en mayo de 1941, cuando Hitler decidió destinar los recursos que tenía hacía el frente Oriental.
El patriotismo, los mensajes continuos a la población y el hecho de que, por primera vez, se transmitiese por radio a tiempo real el drama de lo que estaba ocurriendo permitió que Inglaterra aguantase el tiempo suficiente, que se incrementase la simpatía en Estados Unidos y que Alemania sufriese su primer gran revés en la segunda guerra mundial. Alemania infligió un daño terrible con unos costes limitados y en realidad no fue derrotada en dicha batalla; pero si fue la gran derrotada. El primer ministro Winston Churchill pasó de ser un irresponsable que atesoraba numerosos errores que habían causado todo tipo de penurias (el desastre de Galipoli en la primera guerra mundial, la desastrosa gestión en el ministerio de finanzas previa a la gran depresión…) a ser recordado como aquella persona a la que todos hemos de citar.
Y como es obligado citarlo, voy a retroceder hasta el momento en que, desde la oposición, lanza una premonitoria frase al entonces primer ministro británico (Chamberlain). En 1938 los acontecimientos se precipitaban en Europa. El avance Nazi y la segunda guerra mundial parecían ya inevitables. Chamberlain, consciente de todo ello, viaja a Munich y consigue un acuerdo mediante el que Hitler renuncia a cualquier pretensión territorial de Europa a cambio de que Checoslovaquia concediese autonomía a la región de los Sudetes. “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra” .
Churchill tenía razón, y finalmente Hitler invade los Sudetes. Conseguido este objetivo, apunta hacia Polonia. Francia e Inglaterra no pueden seguir soportando más el avance de Alemania y advierten que si Alemania invade Polonia entrarán en guerra.
En este post me gustaría que se hiciese una reflexión; Churchill estaba convencido de que la guerra con Alemania era inevitable; ¿Qué debió haber dicho ante el acuerdo de Munich? Inglaterra no estaba preparada para la guerra con Alemania; en realidad, nadie lo estaba. La mejor (y probablemente única alternativa) era ganar tiempo y preparar a la población y al país para la guerra. La mejor opción era hacer precisamente lo que hizo Chamberlain; arrancar un acuerdo, ganar tiempo, generar un futuro escenario en el que Alemania no respetase los acuerdos y aguantar lo suficiente.
La famosa cita de Winston Churchill era cierta; pero además era simplona (no atendía ni a la realidad de la situación, ni a la virtud de intentar salir de ella) y lo que es peor; empeoraba la situación de Inglaterra ante un escenario que estaba claro que preveía. Inglaterra necesitaba tiempo y unión ante lo que se le venía encima.
Inglaterra aguantó los Blitz; Pero el tiempo ganado y la realidad del incumplimiento del acuerdo por parte de Alemania fueron la clave para que Inglaterra resistiera el tiempo suficiente para que el III Reich no se adueñase de Europa. Nunca he creído que Winston Churchill fuese un gran estadista; sólo creo que hubiese sido un gran tuitero (es mi opinión).
Tenemos que tener en cuenta la moraleja de lo anterior para entender hoy el tema de Grecia y, más concretamente, las explicaciones que se están ofreciendo acerca de la actuación de Syriza. Estos días los acontecimientos se están precipitando. Como en todo culebrón en los últimos episodios se van cerrando los temas abiertos y se van aclarando las cosas; pero por alguna razón parece que no se entienden aún las cosas debidamente. Por esto me gustaría hacer un enésimo repaso de la situación.
Es muy importante que entendamos la situación porque nos afecta directamente; dejemos de un lado la ideología y las simpatías o antipatías que tengamos con Grecia, Syriza, Alemania o el resto de personajes del culebrón. Entendamos las conclusiones para el futuro (el griego, el europeo y el español) y no dejemos que los dogmas nos cieguen.
En las últimas horas hemos asistido a gritos desesperados desde Grecia. Saben que están al límite y existe pavor entre los políticos (de todas las ramas) por lo que se avecina. Por un lado, el líder de Anel (escisión de Nueva Democracia al no aceptar los rescates y ahora socio de Syriza en Grecia) expone en el parlamento la necesidad de votar “Sí” al acuerdo que rechazaban y que rechazó la sociedad; nos da una razón contundente que está siendo completamente ignorada: “No me asusta la salida del euro, sino una posible guerra civil”. No veo cómo se puede explicar mejor.
Por otra parte, Varoufakis publica un artículo en The Guardian de lectura obligada. A título de aclaración recomiendo la lectura íntegra del artículo y no los resúmenes en castellano que estamos encontrando. En muchos análisis se está entendiendo como que esta persona vuelve al ataque. Por otro lado, con frecuencia escuchamos las alusiones al carisma de este personaje. En mi opinión ambas opiniones son las distintas caras de una realidad distinta; Donde vemos carisma estamos viendo las declaraciones crudas de una persona que dice lo que piensa; el hecho de que esto sea considerado carisma, nos obliga a pensar en los tiempos en los que estamos. Dice lo que piensa por desesperación; ni brillantez, ni carisma ni leches por el estilo; la desesperación de una persona que ve el camino y trata desesperadamente de cambiarlo.
En el artículo expone la yugular; dice las razones por las que Grecia no puede salir del euro. No tiene billetes y supondría un esfuerzo imposible dotarse de este instrumento inmediatamente. Es crudo pero, según el artículo, no puede imprimir moneda hasta que se anuncie la salida y no podría sobrevivir en ese período. Sin embargo, es posible que se traten de minimizar los daños y que ya hayan tomado ciertas medidas para prepararse; Hace un par de días la secretaría de comunicación de Grecia comunicó que podrían existir problemas con el abastecimiento de papel para la prensa. Este aviso se puede entender como la consecuencia lógica del corralito o puede tener un significado obvio en el contexto que nos encontramos.
La propuesta griega del viernes es una capitulación en toda regla. Van siendo horas de que entendamos que la palabra “rescate” no es la palabra exacta para referirnos a una situación en la que un país acepta unas medidas que le llevan a la ruina con el sólo objetivo de seguir respirando un poco más y que provocarán que esté en una peor situación en el futuro para afrontar un volumen de deuda mayor en el futuro. Debemos aprender ya que “capitular” y “aceptar un rescate” son términos incompatibles; por descontado, todos entendemos (o deberíamos entender) que hemos tenido en las épocas recientes muchas capitulaciones y ningún rescate. Es de capital importancia porque nunca hemos estado hablando ni de Grecia, ni de Italia, ni de Portugal, ni de España, ni de la banca alemana, francesa o incluso de Wall Street. O se capitula o se rescata. Hasta ahora esto ha sido una sucesión de capitulaciones y esto ha destrozado Europa.
Varoufakis expresa con claridad que en el mismo momento que asume la cartera de finanzas, Jeroen Dijsselbloem le ofreció: “o aceptas todo, sin reestructuración de la deuda o cerramos los bancos”; afirma también que el camino estaba escrito: “o capitulación o bien controles de capital, feriado bancario con corralito mediante los cajeros automáticos y Grexit”. Finalmente, expone que ni tan siquiera la idea de la capitulación era viable; el Grexit estaba decidido de antemano.
Si alguien tiene la intención de acusar a este post de intentar apoyar a Syriza, le pediría que por favor leyese algunos post que he colocado. En realidad, son varias recopilaciones a post muy antiguos (de hecho, anteriores a la existencia de Syriza) en los que explicaba porque íbamos a llegar a la situación actual. Y lo pido en base a un motivo que ya he expuesto: desesperado intento por hacer algo que revierta lo siguiente:
Creo que Varoufakis está en lo cierto cuando dice que Alemania no quiso negociar en ningún momento y que todo esto fue la escenificación de la salida del euro. Creo también que sinceramente tanto el referéndum, la capitulación de ayer, la reunión del domingo después del referéndum entre los partidos griegos y la dimisión de Varoufakis respondieron a un único objetivo: evitar la guerra civil. Creo que es cierto porque confirma lo que escribía el 5 de febrero de 2015, cuando Syriza aún no había tomado ninguna decisión:
“Y después de los primeros días (y unos cuantos titulares) tendremos unos cuantos efectos más que dependerán de la evolución de los acontecimientos y de aspectos sociológicos. En este punto me duele mucho pensar que lo más probable es que tengamos una Ucrania II.
Y, siendo muy grave lo que les espera a los griegos, debemos tener en cuenta que nosotros vamos detrás; y el precedente y los efectos de una bomba en medio de un derrumbe van a tener consecuencias devastadoras.
Seguro que alguien me dirá que al final Syriza cederá y el economista griego caerá del guindo. Lo triste es que aunque quisiesen, aunque cediesen y aunque aceptasen todo, no serviría de nada ya que el plan es que Grecia salga con ruido del euro. El plan es reconocer la situación en Grecia, construir un culpable y servirse de esto para evitar que otros países sigan caminos que no les interesan; así de simple.
Otros dirán que se va a buscar una salida ordenada de Grecia porque nos interesa a todos. Suponiendo que nuestros dirigentes pudiesen lograr tal hazaña, ¿de verdad interesa que la salida sea ordenada? Entendamos que en realidad lo que interesa en algunos momentos es generar caos, que puede ser rentable si tenemos en cuenta que de lo que se trata es de evitar movimientos en otros puntos. Si se trata de “ejemplarizar” no existe el mínimo incentivo para reducir los daños. Más bien sería al contrario. Además, no tengo dudas sobre la capacidad de generar caos.
Se hace quebrar un país quebrado y asumimos que no vamos a cobrar lo que no ibamos a cobrar para que los españoles (entre otros) asumamos que si votamos otra cosa que no sea PP y PSOE nos tendremos que enfrentar a un escenario determinado. Lo que se olvida es que (y también duele mucho) a este escenario nos vamos a tener que enfrentar tarde o temprano, a menos que se cambie radicalmente de rumbo.”
Afirma también que la negativa a la reestructuración de la deuda se debe al poder que otorga esta. Esto es precisamente lo que explicaba en un post de febrero. La deuda no es más que el arma para imponer los ajustes. Así se entiende mucho mejor el concepto capitulación.
Grecia ha capitulado, pero hoy es sencillo comprobar que no se pedía la capitulación de Grecia. Se busca la destrucción de Grecia para intentar apuntalar lo que queda de la Unión Europea. De lo que se trata ahora es de rescatar a Europa, cambiando las circunstancias que nos han traído hasta aquí o seguir el camino. No se trata de Grecia, sigo manteniendo el “game over” que manifestaba el otro día y por las mismas razones.
Y respecto a Syriza, tengo que reconocer que no tengo claro si buscaban ganar tiempo en las negociaciones, prepararse o intentar evitar el desenlace final. Creo que hay miedo y han intentado capitular unas cuantas veces; incluso con el referéndum. Pero, por otro lado, también puedo creer que en ningún momento Syriza intentó evitar el Grexit; quizás sólo esté intentando evitar males mayores en forma de guerras civiles en la creencia (y creo que acertada) de que Grecia será destrozada desde una posición dramática. ¿Chamberlain ganó tiempo o no se atrevió a afrontar la guerra?
No creo que Syriza haya elegido el deshonor y que haya conseguido la guerra; creo que no tenía ninguna elección y en ese contexto me cuesta mucho atribuirle errores. Simplemente están en una situación insostenible y totalmente nueva en la historia. No tiene moneda, y tiene un Banco Central que los está bloqueando. Es la primera vez en la historia que un Banco Central destruye un sistema financiero completo, en un entorno en el que todos los bancos centrales del mundo están tomando todo tipo de decisiones (la gran mayoría cuestionables) para salvar los propios.
Es absolutamente penoso asistir a esto, sin poder hacer nada.