Caídas importantes en las bolsas europeas, en una sesión que resume lo que ha sido toda la semana. El escenario está determinado por dos factores principales: la incertidumbre que genera el conflicto entre Rusia y Ucrania, que se ha reabierto a juicio de los mercados, y los desplomes de los valores tecnológicos y biotecnológicos cotizados en el Nasdaq, con el temor de que las cotizaciones hayan ido demasiado lejos y estemos ante una nueva burbuja que ha explotado.
Todo lo anterior ha impedido que el Ibex se beneficie de noticias positivas, como el éxito de la subasta de deuda de Grecia, o la subida de la perspectiva del rating de Portugal.
El Nikkei japonés se vivido su peor semanas desde la crisis de Fukushima. A los problemas de las bolsas occidentales, el selectivo japonés ha incorporado la decepción tras la reunión del Banco de Japón el martes, al no vislumbrar nuevas políticas monetarias en el corto plazo.
El ambiente, que el viernes pasado rebosaba optimismo, hasta el punto de que el S&P500 alcanzó el viernes pasado un nuevo máximo histórico intradía, está ahora monopolizado por las dudas. Esta semana hemos visto giros repentinos del mercado sin motivo aparente, provocado por ventas de manos fuertes.
Los niveles clave a vigilar están en los mínimos del pasado 14 de marzo, en la antesala del referéndum independentista de Crimea. En aquel momento, las Bolsas descontaban una evolución muy negativa de los acontecimientos, que finalmente, no se produjo.
Mientras no se pierdan esos mínimos (el Ibex tendría que caer 500 puntos), las bajadas actuales no serían dramáticas.
El comportamiento del Nasdaq y la evolución de las amenazas rusas de cortar el suministro de gas a Ucrania, y en extensión, a Europa, serán las claves durante la próxima semana.
Al igual que ocurrió hasta mediados de marzo, las Bolsas están mostrando un nerviosismo que, en caso de que no se materialice el peor desenlace, sería revertido en forma de claras subidas. De nuevo, una consolidación de los niveles actuales parece poco probable.
