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Diferencias entre ser autónomo y Sociedad Limitada a la hora de emprender

Diferencias entre ser autónomo y Sociedad Limitada a la hora de emprender

Elegir la forma jurídica adecuada a la hora de emprender o montar un negocio es clave para afrontar con éxito el desarrollo y crecimiento del mismo. Hay una serie de aspectos que influyen en la conveniencia de optar por uno u otro modelo, como la limitación de la responsabilidad, la inversión inicial necesaria, la carga fiscal o la necesidad de buscar socios o asociarse con otros profesionales. ¿Qué es mejor entonces, ser autónomo o SL

Para tomar la decisión correcta, debes entender la diferencia entre autónomo y empresa en varios niveles, desde las obligaciones y trámites legales necesarios para cada modelo de emprendimiento hasta las necesidades y recursos que deberás tener cubiertos para poder operar con garantías. 

Además, es recomendable tener en cuenta otros factores, como las diferencias fiscales entre empresas y autónomos y el modelo de negocio. De todo ello depende la idoneidad y viabilidad de una u otra forma jurídica empresarial.

¿Cuál es la principal diferencia entre autónomo y empresa?

La decisión de darse de alta como autónomo o crear una empresa, en concreto una sociedad limitada (SL), debe tomarse valorando diversas cuestiones que van desde los criterios económicos y comerciales hasta factores de índole personal. Además, el asesoramiento legal y tributario es esencial para determinar el modelo idóneo según el tipo de negocio y los objetivos a corto, medio y largo plazo.

Una de las grandes diferencias entre autónomos y empresas de sociedad limitada es la responsabilidad que el empresario adquiere ante las deudas. Los autónomos, como empresarios individuales y personas físicas, deben responder plenamente ante ellas. Es decir, tienen responsabilidad ilimitada, por lo que, en caso de existir deudas, deben hacer frente a las mismas con su patrimonio personal, incluida su casa, coche o local en propiedad.  

En cambio, en las empresas que se constituyen como sociedades limitadas (SL), esta responsabilidad se satisface con el capital social y los bienes de la compañía. Esto significa que el propietario no debe responder de manera individual con su patrimonio a las deudas de la empresa.

Existe, sin embargo, una excepción: si el empresario ha utilizado un bien particular como aval para solicitar un préstamo bancario y financiar la empresa, sí se exigiría que responda con esta propiedad en caso de no poder asumir la deuda con el banco.

Hay una tercera vía que permite ser autónomo disfrutando la ventaja de tener la responsabilidad limitada. La Ley 14/2013 de apoyo a los emprendedores y su internacionalización recoge la posibilidad de que el profesional se registre como Emprendedor de Responsabilidad Limitada (ERL). 

En este caso, tu patrimonio personal quedaría protegido ante posibles deudas. Para ello, es necesario que, con carácter previo al alta como autónomo, se especifiquen en el Registro Mercantil los bienes no sujetos a la actividad profesional.

¿Qué otros factores hay que tener en cuenta para constituirse como empresa o autónomo?

1-Impuestos y fiscalidad

La segunda diferencia más importante entre ser empresa o autónomo (seguramente la primera en muchos casos) es la parte correspondiente a los impuestos y obligaciones fiscales. Los autónomos tributan a través del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), mientras que las empresas lo hacen a través del impuesto de sociedades.  ¿Y qué supone cada uno? 

El IRPF es un impuesto progresivo, es decir, el porcentaje que se aplica aumenta a medida que se incrementan los beneficios. En cambio, el impuesto de sociedades conlleva un gravamen fijo general del 25 %. Aunque el IRPF de los autónomos con bajos volúmenes de facturación suele ser menor al impuesto de sociedades que pagan las empresas, cuando se alcanzan unas ganancias considerables conviene valorar la constitución de una SL.

¿Cuándo compensa pasar de autónomo a SL?

Generalmente, si los beneficios de la actividad (ingresos menos costes) superan los 40.000 euros, es preferible a nivel fiscal crear una empresa. A partir de esa cantidad, la carga fiscal del autónomo crece por encima de lo que pagan las SL en concepto de impuesto de sociedades. 

Gastos deducibles

Las empresas permiten desgravar una serie de gastos que, en el caso de los autónomos, no siempre es posible. Los sueldos, arrendamientos o seguros de enfermedad son algunos ejemplos.

Los autónomos pueden deducirse los gastos que sean necesarios para el desarrollo de la actividad, y también otros costes como la cuota de autónomos, las contribuciones a planes de pensiones o las primas del seguro de vida por las coberturas de fallecimiento, invalidez permanente absoluta e incapacidad total, con un límite de 500 euros al año por persona, siempre que el asegurado y el beneficiario coincidan.

2-Gastos de constitución y facilidad de los trámites

Los costes de constitución como autónomo son más económicos, y los trámites son más sencillos que los de una empresa, por lo que se necesita una inversión menor y el proceso de alta es muy rápido. 

Alta autónomo

Puedes darte de alta como autónomo en solo 1 día, mientras que el proceso de tramitación para inscribir una sociedad limitada requiere como mínimo 5 días y puede extenderse más de 30 días o más según el caso. En el siguiente enlace encontrarás más información sobre cómo registrar una empresa legalmente: Cómo crear una empresa en España.

Crear una SL

Por otro lado, crear una SL es más caro que iniciar una actividad como trabajador autónomo, ya que requiere unos gastos de notaría y registro mercantil que no existen en el caso del autónomo. En cualquier caso, más allá de que constituir una SL requiera una inversión mayor que emprender como autónomo, estos costes son asequibles en empresas con un capital social bajo, por lo que muchas veces no es el principal criterio para decantarse por una u otra opción.

Además, para crear una empresa SL antes se necesitaba una aportación de capital social mínima de 3.005,06 € en una cuenta a nombre de la sociedad. Pero desde 2022, el capital social mínimo para crear una sociedad SL es de 1 solo euro, según los dispuesto en la Ley 18/2022, de creación y crecimiento de empresas, conocida como Ley Crea y Crece.

Seguridad Social

Respecto a las cuotas de la Seguridad Social, ambas opciones son similares, ya que crear una empresa también requiere ser autónomo, en este caso societario. El empresario que crea una SL deberá pagar su cuota de autónomos, siempre y cuando trabaje para la empresa o tenga control efectivo sobre la misma como administrador o gerente.

Gestorías

En cuanto a los costes de gestoría, suelen ser mucho más bajos en el caso de los autónomos, debido a que las obligaciones administrativas y contables son mucho más laxas y no requieren tanto trabajo. 

Tanto los autónomos como los autónomos societarios, si emprenden por primera vez, pueden disfrutar de la tarifa plana durante el primer año, por lo que la cuota mensual de autónomos se queda en 80 euros. No obstante, para los autónomos existen una serie de ayudas y subvenciones a las que puedes acceder cumpliendo ciertos requisitos, mientras que las ayudas para empresas no suelen ser tan habituales o accesibles.

Cuentas bancarias

Por lo que respecta a las cuentas bancarias, normalmente suelen tener más gastos o comisiones asociadas las que se dirigen a empresas, ya que suelen ofrecer funciones y servicios más especializados. Las cuentas para autónomos, en cambio, no suelen requerir funciones avanzadas de contabilidad o integración con plataformas, por lo que suelen tener muy pocos costes o incluso ser gratuitas en algunos casos.

Modelo de negocio, estrategia empresarial e imagen corporativa

Más allá de las cuestiones puramente administrativas, una de las cosas más importantes a la hora de elegir entre constituir una SL o emprender como autónomo es tener claro cuáles son los objetivos empresariales y el plan de negocio.

Normalmente, las empresas tienen la ventaja de contar con una estructura más robusta que ofrece una imagen de solvencia y es capaz de generar mayor confianza en clientes e inversores. Sin embargo, son más difíciles de gestionar e implican un mayor riesgo. En otras palabras, constituir una empresa mejora la percepción de la marca y ayuda a reforzar la credibilidad ante clientes, proveedores y stakeholders.

Por su parte, ser autónomo implica una mayor flexibilidad, menos obligaciones y procesos más sencillos, pero a costa de una mayor inestabilidad, aunque depende mucho del tipo de negocio que se desarrolle. Un autónomo, bien a través de una marca personal potente o bien por la calidad de los servicios ofrecidos, también puede crear un negocio bien considerado y posicionado en su sector.

Si esperas que el negocio tenga un crecimiento considerable a medio plazo, crear una sociedad limitada puede ser la opción más indicada, aunque siempre se puede empezar como autónomo y dar el paso a empresa posteriormente. 

Ten en cuenta que como autónomo también puedes contratar trabajadores por cuenta ajena, siempre que cuentes con el Código de Cuenta de Cotización (CCC), que es obligatorio para pagar las cuotas de la Seguridad Social de los empleados. Además, hoy en día también se puede montar un equipo de trabajo con profesionales freelance a través del contrato mercantil.

En cualquier caso, una empresa suele conllevar una regularización y profesionalización más sólida del negocio, ya que todos los movimientos financieros deben estar registrados en los libros de contabilidad, lo cual supone llevar a cabo un control más exhaustivo de la actividad.

Otros aspectos importantes a la hora de elegir entre ser autónomo o SL

Acceso a financiación bancaria

Las sociedades limitadas suelen tener una mayor facilidad para acceder a créditos o préstamos bancarios, ya que las cuentas de las empresas son más precisas y responden a estándares más estrictos. 

Sin embargo, en el momento de iniciar la actividad, al no tener historial crediticio, lo normal es que los bancos rechacen conceder financiaciones tanto a autónomos como a empresas. Además, en ambos casos, lo fundamental acaba siendo el aval o garantía que la empresa o autónomo pueda aportar.

Toma de decisiones

Un autónomo toma sus decisiones de forma 100 % independiente, por lo que no tiene que negociar, apalabrar o buscar consenso con nadie. Tiene el control absoluto de su actividad. En cambio, en una empresa, cuando existen varios socios o accionistas, las decisiones deben ser colegiadas o caborativas y reflejar los criterios individuales de cada responsable.

Aunque no siempre es el caso, en una empresa pueden surgir conflictos o discrepancias entre los socios respecto a la propia gestión y dirección empresarial. En empresas medianas o grandes, incluso pueden aparecer conflictos con los propios trabajadores.

Autónomo o SL: ¿qué opción elegir?

Empezar como trabajador autónomo puede ser un primer paso recomendable antes de dar el salto a crear una empresa. Sobre todo en los casos en los que no se cuenta con experiencia previa en la creación de negocios. Esto permite emprender sin demasiados riesgos. 

Una vez el modelo está validado y se obtiene el rendimiento esperado, si el negocio empieza a escalar, el paso natural es constituir una sociedad, ampliar el equipo y buscar financiación para seguir desarrollando y mejorando la actividad.

Otra posibilidad interesante para emprendedores es establecerse como Sociedad Limitada Nueva Empresa (SLNE), una figura de creación sencilla que se puede registrar en 48 horas. Este tipo de empresa permite tener entre uno y cinco socios, siempre que sean personas físicas. El capital social requerido es 1 euro, aunque puede aportarse una cantidad de hasta 120.000 euros. Además, el objeto social de este tipo de empresa es amplio y flexible, por lo que es válida para expansiones o diversificaciones sin cambiar los estatutos.

Elegir entre darse de alta como autónomo o crear empresa requiere un estudio previo y concretar de manera realista las perspectivas que se contemplan para el negocio. Los asesores fiscales, los consultores de negocio y las entidades bancarias son algunas de las figuras en las que te puedes apoyar para tomar la mejor decisión.
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